VELADAS SONORAS | MAREN CANTANTE
"Ser del Athletic es un signo de identidad"
La cantante vasca reemprende su carrera lanzando su segundo trabajo, programando gira de salas y departiendo con SPORT acerca de su pasión por el fútbol, el club de los ‘leones’ y el surf

Maren presenta a SPORT su segundo trabajo / Javi Ferrándiz
Ignasi Sagnier
Siempre empezamos este ciclo sonoro con la misma pregunta. Deportivamente hablando, si tuviese que hacer un paralelismo, ¿en qué momento se encuentra su carrera?
De pequeña mi sueño era ser futbolista así que me compararé con este deporte. Me veo volviendo a Primera después de haber descendido de categoría. Han sido dos temporadas en Tercera, o incluso Cuarta, porque tuve que replantear la estructura de mi proyecto y ver qué fallaba y qué no.
Su segundo disco, ‘Qué lástima’, refleja los últimos tiempos de su trayectoria.
Siento que empiezo de cero. Comencé con 13 años componiendo canciones y dando conciertos en la puerta de la tienda de discos de mi ‘ama’ en el puerto de Bermeo. Hacía lo que podía, pero mi carrera ha sido de pico y pala y no sé cuándo hice ‘clic’ y lo de cantar pasó a ser una profesión. Maren no sale de la noche a la mañana y reconozco que he hecho una carrera de fondo.
Digamos que ‘desaparece’ y cuando decide volver el lanzamiento del disco se retrasa por la DANA. Todo fácil, ¿no?
Ha sido una trayectoria atropellada y con baches. Para nada lineal o ascendente como debería ser. No ha sido fácil, pero nunca pierdo las ganas de hacer las cosas y siempre tengo energías para pensar más en lo bueno que en lo malo. De ahí la ironía del título del disco porque mi bisabuela siempre decía “qué lástima hija mía” y esa es la base de que siga haciendo las cosas con una sonrisa. Hasta en las situaciones más límite sonrío.
Apunta que quería ser futbolista.
Concretamente portera y del Athletic de Bilbao. Tenía una portería en el jardín de casa y jugaba con mi abuelo, pero como mis amigas preferían baloncesto me cambié, aunque no era lo mío. También jugué a balonmano. Ser portera era mi sueño de infancia, pero acabé en la música.
¿Sigue el día a día del Athletic?
Por mi abuelo. Sé que cuando llego a casa y está de buen humor ha ganado y cuando está de mal humor ha perdido. Cada vez que se sale la ‘Gabarra’ a la ría es fantástico. Mi novio es catalán y culé y siempre que viene el Athletic a Barcelona vamos al estadio.
Mi sueño de infancia era ser portera de fútbol
¿Qué significa ser del Athletic?
A la gente que critica el fútbol porque sí no la entiendo. Ser de un club como el Athletic tiene mucho que ver con nuestra realidad como vascos y nos representa muy bien. Es un signo de identidad, un equipo lleno de ‘euskaldunes’ y con una filosofía arraigada que va de la mano con cosas tan modernas como el Museo Guggenheim. El Athletic es un equipo guay, del que estamos orgullosos, y que nos representa perfectamente. Además, en Bilbao todo el mundo conoce a alguien del equipo. No es un club frío en el que nadie se conoce. Es muy nuestro y me siento orgullosa.
Su novio es catalán y guitarra de Malmö 040.
Es culé y no discutimos, pero a veces le digo que es un ‘pringao’ (risas). El fútbol fue la excusa para quedar. Me invitó a ver un Barça-Athletic y fue una de las primeras citas. Puedo afirmar que nuestro amor surgió entre fútbol y música. Cuando viene a Euskadi no le dejamos ver el Barça y se mosquea. Víctor trabaja en una discográfica y nos llevamos el trabajo a casa. Estamos todo el día conectados y enganchados a nuestros proyectos.
¿Qué ídolos deportivos le han marcado?
Iba a ver al Athletic femenino con mi abuelo y me hacía ilusión porque era a lo que aspiraba, aunque mis referencias con los años pasaron a ser surfistas como Stefanie Gilmore o Bethany Hamilton, la protagonista de la mítica ‘Soul Surfer’, que narra una historia de superación al perder un brazo por un ataque de tiburón. Surfeaba en Biarritz y era el deporte que más veía, aunque lo hago mal. Además, estrenando una tabla tuve un susto en Francia con 13 años y le tengo mucho respeto. No podía salir del agua y me agobié. Me cambié a tabla muy larga para olas pequeñas y voy siempre con amigos. También hago skate, pero el surf es mi asignatura pendiente y le tengo respeto y admiración a partes iguales, pero debo quitarme el miedo.
¿Y un deportista español?
Aritz Aduriz. Es discreto, digamos que no es el típico futbolista. Es muy vasco, bastante tranquilo y nunca la ha liado y ha marcado en partidos míticos. ¡Es un tío guay!
¿Qué es un derbi vasco?
Ufff, me sabe mal porque Donosti me encanta, pero la Real Sociedad, no y no. Nos quitaron la Copa del Rey y fue un drama. Cuando hay un derbi vasco hay mucha rivalidad y siempre pongo cosas en las redes, y la gente se pica y entra al trapo, pero no hay ‘hard feelings’. Hay un ambientazo.
¿Un momento deportivo de la historia?
Las finales de Copa del Rey, aunque esta temporada ya nos ha eliminado Osasuna. Recuerdo que tendría cinco años y fuimos a una final a Valencia y perdimos como de costumbre, y luego la del Camp Nou en Barcelona. Aunque no ganemos me gusta rememorar el ambiente.
¿Imagino que es socia?
¡Pues, no! Es que no le sacaría partido al abono. Mi afición es más de espíritu que presencial. Ahora que lo pienso está un poco mal por mi parte no serlo (risas).
Háblenos de su segundo disco.
Es una broma sobre algo que no tiene gracia. Aunque sea divertido y pensado para el directo, habla de cosas duras y potentes que están camufladas, pero es mi manera de ser. Es una mezcla de cosas con el objetivo de pasármelo bien. Siempre me han dicho que mi voz es muy dulce y mi estilo es juntar lo suave de mi voz con la mala leche que tengo y las guitarras. Sincera y frágil a la vez con fuerza en algunos momentos.
El jueves 13 de febrero lo presenta en la LAUT de Barcelona.
Será divertidísimo y lo mejor es conocerme en directo. En el disco a veces me cuesta transmitir la verdadera energía del directo y creo que cuando más brillan las canciones es encima del escenario.
¿Cómo prepara los bolos?
Hay un entrenamiento deportivo detrás. Existe un compromiso y una disciplina que son importantes. Hay que ser profesionales, entrenar y buscar lo que te hace fuerte sin inventar. Es importante estructurar bien el show. Tiene que ser de manera que al público le guste. Defender lo tuyo y entrenar para salir airoso en el escenario. Se me da bien porque me río, pero lo más importante es tener la cabeza bien amueblada por lo que pueda venir. Los músicos vivimos en contrastes muy bestias y la música hay que tomársela como un trabajo.
¿Qué parte hay de suerte y de marketing?
Hay de todo, pero la suerte es superimportante y no he tenido mucha (risas). Soy más de la opción trabajo-esfuerzo-redes. Muchos aspiramos a caer en gracia y que tu canción suene, aunque puede tocarte la lotería y que al final no sirva de nada, pero si tienes un golpe de suerte, saberlo aprovechar es clave.
¿Quiénes son sus referentes en la música?
Escucho música en inglés y me echan la bronca porque poca nacional. A Fontaines DC, The Last Dinner Party, La Femme, Juniore, Clara Luciani… El rock de fuera tiene un sitio mientras que aquí el circuito es muy claustrofóbico y me gusta pensar en grande. Me enfoco aquí, pero me atrae ver qué hacen fuera. Lejos de nuestras fronteras no tienen tanto miedo a romper las reglas y arriesgan más con sus ideas; tanto en la música como en el concepto a transmitir. En lo nacional sigo a Carolina Durante desde siempre, Sen Senra y las Hinds.
¿Se lo hace usted todo?
Muchas cosas. Tengo una distribuidora, una editorial y un management, pero en todo lo demás estoy ‘sola’. Los videos soy yo, los guiones soy yo, el estilismo soy yo. Creo que me ha faltado suerte y dinero, pero me lo curro. No tenerlo te hace espabilado, pero un proyecto no vive solo de las ganas.
¿Las redes ayudan?
Sin redes ahora mismo seguiría sentada en mi casa. Hay que transmitir a través suyo y ser “pesada” y constante. Entiendo que a la gente se le haga ‘bola’, pero es que o haces de todo o no funciona. Hay un millón de músicos tratando de colarse en el sitio en el que todos deseamos estar. En 2025 quiero empezar con la gira de salas y en verano llegar a los festivales. Me gusta vivir el presente y no voy más allá, así que ya veremos qué pasa.
¿Cómo ve la industria musical?
Compleja y sin tiempo para la digestión. Este ritmo hay pocos artistas que lo puedan seguir. Hacer un disco cuesta dinero y poca gente puede aspirar a eso. Las únicas que pueden sacar un ‘single’ al mes son Aitana o Lola Índigo. El resto tenemos que buscarnos la vida y alargar el chicle y es sofocante. Hay que hacer ‘TikToks’ y hacerte notar. Existe un empeño en que las canciones funcionen un mes y no que sean buenas o malas. Eso da igual. Hay muchos temas de usar y tirar y que la industria sea una máquina de churros provoca que la calidad final se resienta. Y es importante que mujeres como las que he mencionado tiren del carro, porque aún hay gente que ve un grupo de chicas y alucinan. Los que piensan así tienen que despertar y ver que no es algo excepcional.
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