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FÚTBOL

¡Lo que tú quieras, Cazorla!

A sus 40 años, el capitán ovetense marcó un gol histórico y guía al equipo hacia la final con el sueño del ascenso más vivo que nunca

Cazorla, celebrando el gol en el Carlos Tartiere

Cazorla, celebrando el gol en el Carlos Tartiere / Luisma Murias

SPORT.es

Hay jugadores que no entienden de calendarios, que vencen al tiempo con talento y corazón. Santi Cazorla es uno de ellos. A sus 40 años y 180 días, el genio de Lugo de Llanera ha entrado en los libros de historia al convertirse en el futbolista de mayor edad en marcar un gol en una eliminatoria del playoff de ascenso a LaLiga. Pero más allá del récord, su tanto fue un grito de amor al fútbol y al Real Oviedo, que jugará la gran final por el ascenso.

Cazorla no es solo un símbolo, es el alma de este equipo. Volvió a su casa, a ese Carlos Tartiere que lo vio crecer, no por capricho ni nostalgia, sino con la firme convicción de ayudar. Y vaya si lo está haciendo. En un momento crucial, en un escenario de máxima tensión, apareció su zurda mágica para empujar al Oviedo un paso más cerca del sueño: volver a Primera División tras más de dos décadas de ausencia.

Su gol, además de histórico, fue un reflejo de lo que ha sido su carrera: inteligencia, clase y calma en medio del caos. Un remate certero, de veterano que no necesita correr más que los demás porque ya sabe dónde va a caer el balón. Una acción que encendió a una ciudad entera.

El Real Oviedo, con un proyecto ambicioso y una plantilla equilibrada, ha sabido mezclar juventud, talento y experiencia. Pero Cazorla es más que un jugador. Es inspiración, liderazgo y una conexión emocional con la grada que no se puede entrenar. Su presencia contagia, su juego eleva al equipo y su ejemplo marca el camino.

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Ahora, con la final del playoff por delante, el Oviedo sueña. Sueña con romper el maleficio, con regresar a la élite y con ver a su capitán levantar los brazos una vez más. Pase lo que pase, lo de Santi Cazorla ya es leyenda. Porque hay futbolistas que no se retiran: simplemente se hacen eternos.