Juegos Olímpicos: lo que pasa en la Villa se queda en la Villa

Desde que en 1932 se constituyese la primera Villa Olímpica en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, miles de historias han rodeado al lugar donde se alojan los deportistas durante los Juegos

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LAS MEJORES CUOTAS A LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO 2020<br/> Viernes, 23 de julio

Los que han vivido dentro de la Villa Olímpica lo califican como un arca de Noe de personas superdotadas para el deporte. Las hay de todos los países, razas, culturas y religiones y desde 1932 se han juntado ininterrumpidamente esta pléyade de superhombres que asombran al mundo con sus logros. Para un deportista olímpico, vivir ese ambiente durante tres semanas es lo máximo y las historias que la rodean hacen de este lugar un sitio todavía con más embrujo, pese a que las normas para los habitantes están bien claras desde el principio. Como si fuese Las Vegas, "lo que pasa en la Villa se queda en la Villa". Todavía muchos se preguntan cómo el equipo español de baloncesto destruyó sus habitaciones en Londres 2012 para que el Comité Olímpico Español tuviese que pagar 12.000 euros de indemnización.

Pese a todo, el muro de lo que ocurre dentro de la Villa Olímpica ha sufrido algunas fisuras con el paso de los años. El sexo entre deportistas siempre ha sido un tema recurrente desde que en Barcelona 92, el Comité Olímpico Internacional -concienciado en la lucha contra el SIDA en aquel momento- repartió por primera vez condones entre ellos para que, en caso de practicarlo, no hubiese transmisión de enfermedades. La cosa habrá ido bien después de que en Río 2016 se batiese el récord de condones repartidos con 450.000 en total entre los integrantes.

Esa tendencia, sin embargo, parece que no podrá tener continuidad en Tokio. Los condones han pasado a mejor vida y los organizadores filtraron que las camas sólo soportarían 200 kilos de peso para prevenir el contagio del coronavirus. La realidad es que muchos deportistas han mostrado que las camas no son tan endebles como se decía, aunque seguro que muchos de ellos irán con un cuidado extremo en esta cita por el miedo a echar cuatro años de preparación a perder por una noche loca.

Otra de las cuestiones que se han sacrificado en esta edición han sido los almuerzos olímpicos. Muchos deportistas, además de cumplir el sueño de sus vidas disputando un campeonato de este nivel, tenían la oportunidad de acercarse y fotografiarse con leyendas del deporte. Sin ir más lejos, en los últimos Juegos Olímpicos, el propio Usain Bolt reconoció haber tenido que estar tres horas fotografiándose con compañeros cuando bajó con los compañeros de selección al restaurante común. En esta edición, al existir mamparas y medidas extremas de vigilancia, las estrellas podrán pasear más tranquilamente por la Villa.

El peligro de la comida basura

Otra de las anécdotas que siempre se cuenta es que el McDonalds ha arruinado varios récords mundiales en los Juegos Olímpicos. El restaurante de comida rápida estadounidense es patrocinador desde 1976 de los Juegos Olímpicos y desde entonces siempre ha proporcionado comida y bebida gratis a los deportistas de la Villa en un restaurante que nunca cierra sus puertas en las tres semanas que duran los Juegos. Muchos deportistas han admitido que han abusado del McDonalds y especialmente de los nuggets y los batidos. Usain Bolt admitió haber cenado muchas noches en dicho lugar antes de establecer sus récords en 100 y 200 metros, mientras que Michael Phelps hizo hasta un concurso de ver quién comía más con sus compañeros del equipo de natación.

Comida basura, fiestas, sexo... la Villa Olímpica tiene muchos mimbres para protagonizar una superproducción de Hollywood. Es cierto que testimonios de primera mano no hay muchos porque existe una omertá inquebrantable entre los que asisten a ella, pero lo poco que se sabe es material de primera. Veremos qué anécdotas trascienden de lo que ocurra en Tokio, aunque no nos hagamos muchas esperanzas.