La sorprendente historia de la familia del Papa Francisco y su parentesco con María Elena Bergoglio

El Papa Francisco tiene una familia pequeñita, ¡más de lo que muchos creen! A sus 88 años, él es el único de sus hermanos varones que sigue vivo. Su única hermana que aún está con él es María Elena Bergoglio, que tiene 77 años y vive en Argentina. Aunque su hermano es el líder de la Iglesia, nunca ha visitado el Vaticano, y el Papa tampoco ha regresado a su país natal. Pero eso no significa que no hablen, de hecho, se comunican por teléfono y videollamadas.

Los Bergoglio tienen una historia de película. Son de Piamonte, en el norte de Italia, pero en 1929 decidieron cruzar el océano y empezar una nueva vida en Argentina. Allí, Mario Bergoglio y María Regina Sívori formaron su familia con cinco hijos: Jorge Mario (el futuro Papa), Alberto Horacio, Oscar Adrián, Marta Regina y María Elena. Ahora, solo María Elena sigue viva, siendo el último nexo directo con la familia de Francisco.

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Entre los familiares más conocidos está José Bergoglio, hijo de María Elena, que creó la organización “Haciendo Lío”, inspirada en un discurso del Papa en la Jornada Mundial de la Juventud. Su trabajo ayuda a personas necesitadas en Buenos Aires. Otro sobrino es José Luis Narvaja, hijo de Marta Regina, que decidió seguir un camino religioso y se convirtió en sacerdote jesuita.

Pero hay un Bergoglio que destaca en otro campo: Felipe Bergoglio, sobrino nieto del Papa. Tiene 20 años y juega como defensa en el Sporting Club Trestina, un equipo de fútbol en Italia. Para él, tener ese apellido es especial. «Cada vez que digo mi nombre o muestro mi documento, la pregunta es inevitable», ha contado en entrevistas. Y aunque aún no ha visto a su famoso tío en persona, planea viajar a Roma pronto para conocerlo.

El apellido Bergoglio se hizo mundialmente famoso en 2013, cuando Jorge Mario se convirtió en Papa. Para Felipe, eso significa que sus compañeros de equipo le piden bendiciones antes de los partidos o cuando se lastiman. Él lo toma con humor y lo ve como un orgullo.

Pero la historia del Papa pudo haber sido muy distinta. Antes de su nacimiento, su abuelo y su padre compraron boletos para viajar a Argentina en un barco llamado Mafalda, conocido como el "Titanic italiano". Sin embargo, como no pudieron vender sus cosas a tiempo, retrasaron su viaje. Esa decisión les salvó la vida, porque el 25 de octubre de 1927 el barco explotó y se hundió cerca de Brasil, causando muchas víctimas. «No saben cuántas veces he dado gracias a la Divina Providencia por ese retraso», confesó el Papa. A veces, una simple decisión cambia el destino.