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ENTREVISTA SPORT

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SUMMER TALKS

Juan Dávila: "El humor siempre acaba uniendo aunque uno no quiera"

“Simpatizo con el Barça porque soy ‘colchonero’ y del Atlético de Madrid he heredado un espíritu de sacrificio increíble que me ayuda en mi trabajo”

Juan Dávila: "El humor siempre acaba uniendo aunque uno no quiera"

Ignasi Sagnier

Ignasi Sagnier

Este humorista madrileño triunfa allí donde se programan sus actuaciones en el itinerante Palacio del Pecado. Juan Dávila agota las entradas en tiempo récord y su sentido del humor no entiende de clases, barreras o situaciones personales. También hace partícipes de sus descarados shows, en los que la improvisación juega un papel primordial, a enfermos con diagnósticos complejos. No se corta un pelo y lo más bestia es que ya no queda papel a la venta de aquí a 2026.

No hace falta presentarle porque vende entradas a ritmo de Karol G. Así que más que promocionar su espectáculo vamos a conocer al personaje.

Mejor a la persona que es diferente al personaje. Así que como hay poca promoción que hacer porque está todo vendido quizá haya gente que, como no puede ver el show, quiera conocerme un poco más en esta entrevista.

¿Quién es Juan Dávila?

Soy una persona normal que me he ido moviendo por estímulos que tuviesen que ver con lo que me nacía en cada momento. Hay una parte de mi esencia que tiene que ver con ayudar y empatizar con el prójimo. En mi show la gente busca desconectar de lo que pasa fuera del teatro para conectar con lo que sucede dentro y ser testigo de situaciones duras y reales como la vida misma.

¿Qué siente cuando agota las entradas en minutos?

Un agradecimiento brutal hacia quienes vienen. Había una parte del gran público que no estaba representado de ninguna manera en el humor negro y es bueno que, a través de él, podamos reírnos de las enfermedades. Me he dado cuenta de que hay muchos enfermos que quieren ser tratados como uno más. El ejemplo es que agotamos 18.000 entradas para el Movistar Arena en poco más de dos horas.

¿Cómo cree que ayuda a los enfermos?

El humor negro es provocar risas sobre temas delicados. A veces se conecta con la realidad que hay en el mundo a través de la verdad y es bonito poder aliviarlo a través de la risa. La gente me escribe al salir del espectáculo más esperanzada.

¿Qué es el humor?

Es algo necesario para sobrevivir en el mundo en el que estamos, para ponerte en el lugar del otro y darnos cuenta de que no somos tan importantes como creemos.

Estudió fisioterapia y fue policía local de Alcobendas.

Jugué a fútbol en muchos equipos madrileños de Tercera División y como me gustaba el deporte me metí a estudiar fisioterapia porque vi que podría ser una salida si el balón no entraba.

Intuyo que se ha bregado en el submundo del fútbol.

Así es. En los campos de tierra del Santa Ana, Alcobendas, Móstoles, Coslada y Getafe. Al mismo tiempo lo hacía en los escenarios de las plazas de tierra de los pueblos lo que me ha dado cualidades para afrontar cualquier situación y salir airoso. En el fútbol empecé de interior derecho, luego pasé a medio, lateral y acabé de central. Según mermaban las condiciones físicas iba adoptando posiciones de experiencia.

Y de policía local a humorista de éxito.

Siempre me gustó el teatro y en la policía me apunté a una escuela de interpretación que se llamaba Coraza y así se desarrolló la cosa. Vengo del drama. Había hecho series y películas y había ganado más con el drama que con la comedia y ahora se ve que he sabido hacer comedia con el drama.

¿Es de algún equipo?

Me gustaba jugar a fútbol, pero verlo me removía. Mi padre me llevaba al Vicente Calderón a ver al mítico Atlético de los Rodax, Polster, Schuster, Futre, Donato. De esos años ‘colchoneros’ me quedó un espíritu de sacrificio increíble que no es otro que salir al escenario a pelear sabiendo que no hay nada atado. He ido al Wanda ver un partido y ahora pienso en si lo llenaría o no. Como ‘colchonero’ simpatizo más con el Barça que con el Real Madrid.

¿Cómo prepara sus espectáculos en los que la improvisación manda?

Son un partido de 90 minutos con la diferencia de que no hay descanso, ni entrenador, que soy yo mismo. Aunque parezca mentira antes de salir a actuar hago meditación y me quedo en calma porque luego sale la fiera. Cuando en el escenario aparecen situaciones en las que tengo un camino conocido trato de irme por el más difícil para retarme y el público lo valora. Cada noche hay momentos tensos y ahí es dónde aparece la meditación.

¿Podemos decir que improvisar es un deporte?

Sí, porque tienes que estar bien físicamente y haber dormido bien. Tiene algo de estado de alerta absoluto desde la relajación porque si estás tenso no fluye. Y posee factor sorpresa hacia el contrincante porque la risa es eso y si lo ven venir no funciona. Cuando saco gente al escenario es pura intuición.

¿Cómo lleva las críticas de los que censuran su humor? Le han cerrado cuentas por denuncias.

Depende. Hay que trabajar la cabeza porque si esto te pilla igual que un futbolista que ha perdido cuatro partidos seguidos y te machacan tienes que estar bien ‘trabajado’ para continuar. Me han cerrado la cuenta, me han amenazado e insultado pero suele ser gente que nunca ha venido al espectáculo.

También ha vivido momentos memorables como el de Sergio Ramos o Jorge Martín vigente campeón de MotoGP.

Sergio vino y quiso irse de ‘rositas’, pero acabó palmando porque lo saqué al escenario. Al que no conozco lo saco y a Sergio sólo lo conocía de vista. Jorge vino con su familia y me dijo que trabajaba en las motos y yo, que no sabía quién era, le pregunté si era de Glovo y empezaron los chistes de que si con él pilotando las hamburguesas llegarían calientes.

¿Las redes ayudan?

En mi caso han sido beneficiosas y me han ayudado mucho.

¿España tiene sentido del humor?

Sí. Creo que está en un muy buen punto porque mucha gente lo necesita, pero ha habido un vacío por falta de referentes y es necesario que salgan más cómicos en las nuevas generaciones. La improvisación está muy viva, pero es una disciplina que hay que saber manejar. Mi show depende al 100% del público. Si ese día vienen enfermos bromearemos de sus enfermedades y si vienen concejales se harán bromas de política.

¿Hay diferencias entre los públicos de España?

El humor es con la gente que está en el teatro y no noto diferencias entre Bilbao o Zamora. A veces me meto en algún berenjenal, pero desde la calma y la escucha siempre hay un camino que desemboca en la risa. En mi show se genera un conflicto que acaba en sonrisa y que tiene que ver con sacar el foco de ese conflicto y verlo con perspectiva.

¿Sigue otros deportes?

Fui al último partido de Rafa Nadal en Madrid. Esta toalla es la que usó Rafa ese día. Cuando acabó el partido se la ‘dejó’ y me la llevé por la cara pensando “este sudor tiene toda la energía de Nadal”. Es mi amuleto. De Rafa me gusta su espíritu de sacrificio y su constancia pero nunca he sido de hacerme fotos con famosos.

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Juan Dávila sosteniendo la toalla que se llevó en el último partido de Rafa Nadal y con la que viaja a todas sus funciones / Ignasi Sagnier

¿Recuerda algún momento deportivo que le marcase?

Uno con el que todavía sueño. Fue un partido en Getafe, contra el Móstoles. Si perdíamos echaban al entrenador que había confiado en mí. Íbamos 1-0 y en el minuto 88 empaté de cabeza. Y en el 92 nos pitaron penalty a favor. O ganábamos o el técnico se iba fuera. Lo tiré yo y mandé la pelota a Parla. Aún sueño con ese fallo porque de meterlo habría salvado al entrenador y me sentí fatal.

Por último, ¿Como ve el país?

Creo que actualmente la gente necesita el humor porque hay mucho odio y mucho enfrentamiento. El país está dividido por varios motivos, como por ejemplo las políticas sociales, y sostengo que la risa acaba uniendo aunque uno no quiera.