Peñarroya: "Si no alcanzas las metas, ya puedes jugar bien que te vas a la calle"

Joan Peñarroya saca el máximo rendimiento a sus equipos

Joan Peñarroya saca el máximo rendimiento a sus equipos / EFE

David Rubio

David Rubio

<strong>Campeón de la Copa del Rey como jugador en 1996, Joan Peñarroya</strong> debutó como entrenador jugando las fases de ascenso de la EBA con el Olesa, llevó al Andorra de LEB Plata a Europa, devolvió al Manresa a los ‘play-off’ y ganó la Champions con el Burgos.

A sus 51 años, el egarense es uno de los entrenadores de moda del baloncesto español y aprovechó el parón competitivo del fin de semana por las 'ventanas' para charlar con SPORT sobre la realidad del Hereda San Pablo Burgos y dar un repaso a su carrera.

¿La Champions marcará toda la temporada para el Burgos?

El balance hasta ahora no podíamos ni imaginárnoslo. Ganar la Champions ha sido hacer historia para un club formado hace cinco años que debutaba en Europa. Claro que eso lo marca todo.

Pero siguen maravillando...

El equipo muestra personalidad, experiencia y estábamos en este proceso cuando fuimos los primeros damnificados por el Covid y esas dos semanas sin entrenar nos sembraron muchas dudas.

¡Y les hicieron jugar!

Eso fue una cacicada y celebro que después se cambiase la norma. Sigo sin entenderlo. Volvimos más justos de lo que parece físicamente, pero la gente cree que nos ha vino de narices porque vamos ganando. Llevamos cuatro victorias en la liga más la del Brindisi, pero por ejemplo Rabaseda ha estado un mes sin entrenar, porque cogió el virus cuando volvían los demás y se le juntaron dos semanas más otras dos semanas.

¿Qué objetivos se plantean?

Pensar más allá de la semana que viene es difícil. Cuando llegué había una clara meta de crecimiento, aunque ahora con la pandemia todo son dudas. Queremos jugar bien y luchar por el play-off, por jugar la Copa del Rey y por hacerlo bien en la Champions, aunque  si analizas las plantillas y los presupuestos nuestra horquilla sería para estar entre el 8 y en 12 y no donde estamos ahora. Pero esto es deporte, no matemáticas. 

¿Por qué sus equipos juegan bien?

Para eso lo primero es tener buenos jugadores. Hay muchas formas de tener éxito y no las hay mejores ni peores. A mí me gusta que mis equipos sean dinámicos, alegres y que no estén encorsetados, sobre todo en el juego ofensivo. En ataque se trata de dotar de los espacios necesarios a los jugadores y de adaptarte tú a ellos. Es un tema de trabajo y de tener sentimiento de equipo, de saber aceptar sobre todo las debilidades del compañero. Al final se trata de ir alcanzando los objetivos, porque ni los consigues ya puedes jugar bien o mal que el entrenador se va a la calle.

¿El exazulgrana Renfroe

Sí. El año pasado teníamos dos jugadorazos tremendos en el puesto de base como Ferran Bassas y Bruno Fitipaldo con los que a nivel personal trabajé muy a gusto y cuando surgió la opción de Renfroe un dudé. Lo había tenido en Manresa, a él le apetecía y lo tuve muy claro, porque encaja a la perfección con lo que pretendíamos. Para mí su figura era prioritaria en la concepción del equipo.

¿Y qué me dice del cubano Jasiel Rivero

Lo fichó el club y yo me lo encontré cuando llegué. La idea el año pasado era cederlo porque teníamos dos extracomunitarios, pero al final decidimos que se quedase para que fuese entendiendo el juego de Europa, porque la diferencia es grande. Le vi mucho potencial, peor tenía debilidades por venir de ligas mucho menos tácticas en las que no se castiga tanto el error. Ahí está el mérito suyo de adaptarse y de ir creciendo y adquiriendo el conocimiento de cómo se juega en Europa. Tiene que ofrecer aún bastante más y eso que su temporada está siendo muy destacable. Sigue en ese proceso de ser cada día mejor jugador.

Remontémonos una década media atrás... ¿Cómo fueron sus inicios en los banquillos?

Es el camino que me ha tocado seguir, aunque uno tampoco lo elige del todo. Como jugador hice una buena carrera larga sin ser ningún crack y me siento orgulloso de ello. Y pese a haber jugado tantos años en la elite como entrenador tuve que empezar desde abajo. Jaume Sanmartí, presidente del Bàsquet Olesa, me convenció para entrenar, porque no lo tenía muy claro. Fueron tres años más uno a mitad de temporada en Navas en la EBA y allí empecé a formarme y tomé la decisión de ser profesional en mi mundo. Esos cuatro años me vinieron muy bien y fueron muy buenos. Jugamos fases de ascenso y eso hizo que Francesc Solana apostase por mí para empezar el proyecto de Andorra. 

¡Llevó al Andorra de la LEB Plata a jugar en Europa!

Esa etapa tiene mucho mérito, porque salvo la última temporada nunca fuimos los más potentes. Y nos llevamos ostias muy grandes, como no subir por fallar dos tiros libres con el reloj cumplido cuando íbamos uno abajo. Un año después subimos y al siguiente perdimos al ascenso directo a la ACB en Burgos en el último partido. Y en los play-off se nos lesionó Dani Pérez en el primer partido y en el quinto, el Lucentum nos pegó una ‘tunda’... Fue una gran decepción, pero al año siguiente armamos un equipazo y subimos. Es una historia de crecimiento absoluto, pero no subir por dos tiros libres es de película. Es el sello de los clubs humildes. Recibes golpes, te levantas una y otra vez y solo así llegan los resultados.

Y regresó a Manresa...

Para mí era una situación complicada. Yo vivo en Manresa, tengo allí todas mis amistades y llegaba de ser sexto en Andorra a un equipo que tenía como uno de los objetivos básicos el no bajar. Tenía dudas, pero la figura del presidente Josep Sáez fue muy importante. No lo conocía. Es la clave del club en las últimas temporadas.

Pero le fue muy bien…

Fue un año fantástico, no lo olvidaré nunca. Ser profeta en tu tierra... después de 21 años el club volvió a jugar un 'play-off' y rozamos la Copa del Rey. Aprovechamos la con jugadores que venían de LEB Oro y vino gente como Toolson o Renfroe, quien tenía cláusula de salida y se fue en diciembre al Partizán. En el Nou Congost se han ganado Ligas, se han jugado Copas y ha habido Euroliga, pero nunca lo había visto como aquel año. Fue una temporada inolvidable para mí y para los que me rodean, pero nos salió la opción de burgos con una idea de crecimiento que sin ser tampoco muy evidente, pensé que podría tener más recorrido y tomo esa decisión.

¿Se puede ser amigo de los jugadores?

Yo creo en la normalidad. Aquí no hay solo una llave mágica. Cada uno tiene su personalidad y lo que hay que intentar es ser auténtico, porque si no, no transmites. Cuando nos ponemos a trabajar el nivel de exigencia tiene que ser máximo, pero eso no quita que luego haya momentos en los que te puedes tomar un café con uno o hablar de la familia. Una cosa no quita la otra. Lo importante es ser uno mismo ir de cara al jugador y no engañarlo.

Para un entrenador catalán como usted, ¿el Barça es un objetivo a largo plazo?

No, porque no depende de mí. Como hice jugador temporadas muy buenas, pero era consciente de que mi nivel no era el de un club ‘top’. Y como entrenador estoy en el proceso de intentar... mi principal de deseo es entrenar en la elite, pero ¿quién no ambiciona poder entrenar un día al Barça o al Madrid? Ese deseo lo mantengo. Joder, jugar para ganar títulos nos gustaría a todos.

¿Le gusta este Barça?

Es un equipo en construcción. Al final todo son ciclos. El Barça de Xavi Pascual arrasó durante varias temporadas y hasta la gente creía que era clasificarse para la Final Four aunque solo ganó una. Luego llegó el dominio absoluto del Madrid de Laso y ahora este Barça da la sensación de que puede volver a un ciclo ganador, porque tiene un plantillón tremendo y además creo que Saras los dota de una personalidad muy propia. Seguro que estarán ahí luchando por todo en los próximos años.

Por cierto, ahora verá los partidos del Manresa para seguir a su hijo Marc, ¿no?

Los veo siempre que puedo, aunque veo más los del Artés (filial), que los dan todos por Youtube. Él sigue su camino y tiene ganas de intentar ser un jugador de baloncesto. Es un chico que hace muy bien las cosas, es buen estudiante, buen chaval y estoy convencido de que tendrá su oportunidad. Ahora está en las mejores manos posibles, en un gran club como el Manresa y entrenando con Pedro. Hay que tener paciencia. El proceso de maduración es complicado y los años más difíciles para un jugador joven es de los 18 a los 22, pero él está  contento y disfruta jugando y entrenando al máximo nivel.