55 jugadores han pasado por el Barça desde que ganó la Euroliga en 2010

Ricky Rubio y Mickeal  celebran la consecución del trofeo en 2010

Ricky Rubio y Mickeal  celebran la consecución del trofeo en 2010 / Lucas Dolega

EFE

El 9 de mayo de 2010, el Barcelona levantaba, en el Palais Omnisports de París-Bercy, la segunda Euroliga de su historia tras barrer en la final al Olympiacos griego (86-68) con un jugador de la cantera, el escolta Juan Carlos Navarro, como MVP de la Final Four.

Aquel equipo estaba formado por siete jugadores españoles: seis catalanes -Juan Carlos Navarro, Víctor Sada, Xavier Rabaseda, Roger Grimau, Ricky Rubio y Jordi Trias- y un gallego, Fran Vázquez.

Y por otros siete extranjeros de calidad contrastada como Pete Mickeal, Jaka Lakovic, Gianluca Basile, Erazem Lorbek, Boniface N'Dong, Terence Morris y Lubos Barton.

Ya hace siete años

Algunos de ellos, como Basile, Lakovic o Lorbek, tuvieron una larga trayectoria en el club, y otros, como Mickeal, dejaron huella en el Palau por su talento, entrega e intensidad en la pista.

Desde aquella Copa de Europa, y hasta hoy, por el Barça han pasado 50 jugadores, 55 si contamos los cinco que en algún momento subieron del filial (Stefan Peno, Ángel Aparicio, Josep Pérez, Lude Hakanson y Emir Sulejmanovic) para jugar algún minuto en la Euroliga. Ninguno de los 55 ha dejado un recuerdo imborrable en el imaginario culé.

Los más talentosos, como Ricky Rubio, Kostas Papanikolau, Mario Hezonja, Tomas Satoransky o Alex Abrines se marcharon del Barça para probar fortuna en la NBA.

Otros no cumplieron con las expectativas que se habían depositado en ellos como Tibor Pleiss, Chuk Eidson, Maciej Lampe, Bostjan Nachbar, Carlos Arroyo o Deshaun Thomas, a quien algún optimista bautizó como el nuevo Pete Mickeal.

Pesos pesados como Nate Jawai, Samardo Samuels o el indolente Joey Dorsey, más pendiente de machacar sus imponentes músculos en el gimnasio que de cuidar los ligamentos de su maltrecho tobillo, fueron incapaces de imponer su ley en la pintura.

A algunos se les recordará más que por su juego, por algo llamativo en su aspecto, como la barba de Jacob Pullen, o el protector bucal de CJ Wallace. y otros, como Alan Anderson o Edwin Jakson, tuvieron un paso tan fugaz como anodino.

También los hubo a los que una inoportuna lesión les impidió demostrar su calidad, como Joe Ingles, o que empezaron a despegar cuando dejaron el Palau atrás, como Marko Todorovic.

Hasta el regreso de un ídolo como Sarunas Jasikevicius para formar pareja con Marcelinho Huertas en la dirección del equipo durante la temporada 2012-13 pasó con más pena que gloria.

Han pasado siete años desde el último gran éxito europeo del Barça, ahora un equipo descompensado, depresivo, lastrado por las lesiones y que ha firmado los peores números que se le recuerdan en la máxima competición continental.

Sólo se salva Navarro

Nadie se acordará del paso de temporeros como Xavier Munford, Alex Renfroe o Jonathan Holmes por el Palau esta temporada. Probablemente tampoco de Justin Doellman, Brad Oleson, Shane Lawal o Vitor Faverani cuando finalicen su etapa como azulgranas.

La afición quizá solo mantenga en su memoria al incombustible Navarro. El barcelonés, ahora metido a capitán, vivió hace siete años uno de sus mejores momentos como profesional.

Lo hizo rodeado de amigos, de otros seis españoles. Hoy, mira a izquierda y a derecha de la pista y solo encuentra a Víctor Claver, porque Pau Ribas se ha pasado toda la temporada en la enfermería.

Ni rastro de Pete, Gianluca, Jaka o Erazem. De los actuales, quizá ni siquiera el capitán se acuerde dentro de un tiempo de sus nombres.