Un madrileño que habla catalán ha enamorado a toda LaLiga. Su Girona es la serie de moda, pero como pasa en la gran pantalla, muchos solo aprecian el resultado final. Por ahora es la lucha directa por el liderato, pero lo realmente admirable es toda la producción que hay detrás.
El 19 de junio de 2022 el Girona ascendía a Primera. Un año y seis meses después, está peleando por la liga contra Barça, Madrid y Atlético. Nada es para siempre, eso está claro, pero la valentía que Míchel exige a sus jugadores merece, por lo menos, que este sueño se alargue otra jornada más.
Míchel y el Girona están conectados desde el día cero. En el fútbol, muchas veces la confianza se mide con los resultados, demasiado presentes en esta ecuación. Por suerte para él, se ha ganado el respeto del club y de la ciudad, que le apoyan incondicionalmente en todo lo que hace.
Se lo ha ganado a pulso. A base de mantenerse firme en su idea, la de darle el protagonismo que merece el balón, la de ser atrevido, propositivo y tratar de someter constantemente al rival. El Girona es de esos equipos que piensa que para ganar hay que marcar más goles que el rival, no encajar menos. Una mentalidad que puede parecer la misma, pero que favorece muchísimo al espectáculo.
Y todo ello se debe a lo bien que transmite sus ideas a los jugadores. En eso, pocos entrenadores en el mundo lo superan. Cuando habla Míchel es obligado coger papel y boli, porque todo lo que dice es interesante. Da un valor altísimo a la confianza, siempre la destaca. “Girona es el sitio donde mejor me he sentido porque he notado la confianza desde el principio hacia todo mi cuerpo técnico”, aseguraba meses atrás en rueda de prensa.
Ahora es más fácil, porque el sueño de ganar la primera liga de la historia del club se mantiene intacto, pero no hay duda de que de no conseguirlo, la confianza de todos en él seguirá siendo la misma. Míchel juega para la gente, y eso es imposible no valorarlo.
Si el Girona fuera un estado de ánimo sería la felicidad. Y todos, excepto los necios, quieren estar cerca de ella. Nadie quiere ponerle nombre a lo que Míchel está consiguiendo, que todo fluya libremente. Porque del Girona está permitido disfrutar aunque no se sea un ‘gironí’ más.
Así juega el Girona
Antes que nada es obligado comentar el impulso que tiene el City Group para no perder nivel en el vestuario. El Girona tiene alimentos para su receta a los que no podría optar sin este respaldo. Pero no hay que perder la perspectiva. Después hay que saber usarlos, equilibrarlos y combinarlos correctamente para que tenga el mejor sabor posible. Y en esto, el ‘chef’ Míchel, está dando lecciones de cómo hacerlo.
Pasión, intensidad y atrevimiento describen a este equipo que no concibe el fútbol de otra manera que ir a ahogar al rival en cada acción. Pero cuidado, el Girona no es solo corazón, y está cargado de matices que lo hacen un conjunto muy rico. Es un equipo valiente en la salida de balón, busca progresar con muchos futbolistas. De hecho, hacen una cosa muy bien que le cuesta demasiado al Barça: castigar a los rivales que se encierran atrás. Y eso se debe a la capacidad que tiene Míchel para generar los mejores escenarios para sus jugadores, siempre en función de las cualidades que tienen.
Por ejemplo, cuando en el lateral izquierdo se encuentra Miguel Gutierrez, suele adoptar un rol de interior, destacando por dentro. Por la derecha, si está Arnau Martínez, el extremo queda libre para Tsygankov, pero cuando juega Yan Couto, el ucraniano ocupa la zona interior y es el brasileño quien actúa de extremo.
Eric García y Daley Blind son claves en los primeros pases para superar líneas. Después llega el turno del motor del equipo, Aleix Garcia, que está rindiendo a un nivel de élite. Yangel Herrera, que no estará en Montjuïc, es el ‘pulmón’, el que hace el trabajo sucio. Cada uno de ellos tiene su corsé hecho a medida, para que encaje a la perfección, pero no les ‘corte’ la respiración.
Lo mismo con los delanteros. Si en punta está Dovbyk o Stuani, el Girona gana mucha fuerza en centros laterales y permite a Míchel dibujar otro escenario, el de jugar en largo. Y después está Savinho, que come a parte. El brasileño es la sonrisa del equipo, uno de los mejores regateadores Aún debe mejorar en la toma de decisiones, pero qué bien le viene a Míchel su desparpajo. Un jugón en toda regla que está dando soluciones en cada partido que disputa y está mirando directamente a los ojos a los ‘Dioses’ de LaLiga.
Este Girona es distinto al del año pasado porque a parte de divertir también compite como nunca, algo que costó la temporada pasada. Si los de Míchel logran algo importante será por su ataque, es evidente, pero ahora la defensa también ayuda a ganar partidos. Algo indispensable para pelear con los pesos pesados del torneo.
