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Ya sólo nos queda que vuelva Julián Gorospe

En esta Vuelta, en la que el ciclismo español ha recuperado el norte, ya solo nos falta que salga un contrarrelojista como Julián Gorospe en la Vuelta del 83. Alguien que plante cara a Evenepoel en la crono de mañana como él hizo con Bernard Hinault. 

 

Sé que Gorospe (Julián Gorospe) no va a volver.

Tiene 62 años y su último servicio al ciclismo como director de Euskaltel acabó en 2006.

Entonces se quedó en paro y descubrió una vida mejor o, al menos, más cómoda.

Nos contó la última vez que trabaja de comercial para una empresa de maquinaria de elevación; que vive en Durango; que duerme todos los días en casa y que su vida es más ordenada (nada de viajar por el mundo y de despertar cada mañana en una habitación de hotel).

Y si hoy me acuerdo de él, en este mes tan maravilloso para el ciclismo español (con las victorias de Herrada y Soler o con la esperanza que imprimen Más, Rodríguez o Ayuso) es porque ya solo nos queda encontrar, de cara a la contrarreloj de mañana martes en Alicante (30,9 km), un ciclista como Gorospe, que era un contrarrelojista magnífico.

Fue capaz hasta de plantar cara a Bernard Hinault en la Vuelta del 83.

En sus días buenos (porque, por encima de todo, fue un ciclista genial), Gorospe era capaz de competir con cualquiera.

Con permiso de Indurain, le sitúo entre los mejores contrarrelojistas españoles de la historia. Quizás el mejor.

La historia nos recuerda que apareció con 22 años en la Vuelta a España del 83.

Y lo hizo casi sin pedir permiso porque los jóvenes son así (no tienen miedo a derribar la puerta).

Nadie mejor que él para resumir como se puede ganar una contrarreloj: la auténtica grandeza de esa especialidad.

Él fue uno de los culpables de que perdiesemos el complejo de inferioridad que hasta entonces perseguía al ciclismo español frente al crono.

Gorospe fue un tipo grande y lo hubiese sido más de no ser por las pájaras de la época (que a él le pillaron de lleno).

– Tenía mis puntos débiles y no los superaba -nos explicó él-. El calor me machacaba y el ciclismo, si no estas a la altura pierdes hasta el apellido.

Y fue la eterna promesa (pero qué promesa)

Pero, en fin, ya no se trata de eso, sino de contar ahora, que tenemos la lucha contrarreloj a la vuelta de la esquina, que “todo es posible en Granada”.

Máxime en estos días de tanta ilusión para el ciclismo español en los que es como si volviésemos al 83 y a Julián Gorospe con 22 años desafiando a Bernard Hinault.

-Todos podemos ganar: la carretera decide.

 


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