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Reimund Dietzen, el alemán del Teka: “Yo vi lavar la ropa a Bernard Hinault”

Reimund Dietzen es uno de los mitos del ciclismo de los ochenta. Fue el alemán del Teka. Un  hombre que siempre plantaba batalla en la Vuelta a España y que llegó a ganar en los Lagos de Covagonda. 

 

Hoy ya tiene 62 años, cuatro nietos y vive a caballo entre Alemania y la costa de Tarragona. Raymund Dietzen fue el alemán del Teka en los años 80. Un ciclista que fue dos veces segundo en la Vuelta a España (87 y 88). Su carrera se acabó en un túnel mal iluminado. Se crió en Trier, en la ciudad más antigua de Alemania en la frontera entre Luxemburgo y Francia. Allí descubrió el ciclismo. “Hiciese el frío que hiciese, yo salía a montar en bicicleta”. Y aún no sabe por qué. “Mi padre trabajaba en una fábrica y por las tardes en las viñas que teníamos. Nunca había pensado en el ciclismo”.

Fue usted inolvidable.
¿Por qué?

Fue el alemán del Teka.
Bueno, yo es que no me sentía extranjero. Fui parte de esa familia. Viajábamos muchas veces en autobús.  No era tan cómodo como ir en avión, pero cantábamos, nos contábamos chistes y esos viajes a mí me permitieron aprender el idioma. Hablábamos mucho y dormíamos poco. Podíamos ir de Santander a la Ruta del Sol, que eran más de mil kilómetros con una noche en hotel. Pero, eso sí, antes de entrar al hotel aprovechabamos para entrenar.

Quién lo diría hoy.
Fue una época diferente. No era tan perfecto. Pero era muy familiar. Nos alojábamos, incluso, en hostales, porque no había tanto dinero. Nosotros mismos teníamos que lavar la ropa después de la etapa. Pero eras feliz.

Era lo que había.
No conocíamos otra cosa. No podíamos echar de menos lo que no conocíamos.  Fuimos al Tour y dormíamos en colegios, porque los chicos estaban de vacaciones, y yo recuerdo ver a todo un líder como Bernard Hinault lavarse la ropa, y no te llamaba la atención porque era lo más normal.

No me lo imagino.
Pero no puedes ir contra las épocas. En mi época desayunábamos carne, te tomabas un filete para desayunar. Te decían que era lo que debías hacer para aguantar las etapas. ¿Se imagina que hoy a un ciclista le digan eso?

¿Qué le hizo a usted ciclista?
Soy el menor de cinco hermanos y soy el único que le dio por el ciclismo. ¿Por qué? A los 14 años empecé a montar en bicicleta y me daba igual que lloviese o hiciese frío: yo salía a montar en bicicleta porque me gustaba.

Y luego vino a España.
Mi primer año corrí en un equipo suizo. Gané mi primera carrera Luis Puig e hice tercero o cuarto en la Vuelta a Valencia y el Teka buscaba un alemán y me preguntaron, ‘¿quieres venir?’ y vine, dije que sí,  claro.

Siempre será el alemán del Teka.
Podía haber ganado más dinero en otros sitios. Pero siempre que me preguntaban decía lo mismo, ‘mira yo es que estoy muy a gusto en el Teka y no quiero moverme’. Al final, fueron ocho años hasta el día que me retiré.

Fue tras la caída en el túnel de Cotefablo en la que casi se rompe la cabeza.
Sí, eso ya lo sabe todo el mundo.

Pero.
No pude volver. Lo intenté pero ya nada fue lo mismo. Tenía miedo en las bajadas. No hubiese vuelto a ser el mismo y decidí que ése era el final.

¿Y qué le faltó?
Me faltó siempre algo para ganar la Vuelta. A veces muy poco. Pero, al final, siempre ganan los mejores y yo nunca lo fui, porque nunca gané. A veces, pienso en la Vuelta que perdí con Sean Kelly o en la que perdí con Lucho Herrera y también pienso que, si no llega a ser por esa caída del 89, hubiera tenido más posibilidades. Tenía 29 años. Aún me quedaba tiempo.

Siempre nos quedarán los Lagos de Covadonga.
Sí, ya lo creo.  Todavía hay mucha gente que me dice: ‘¿tú eres Dietzen el que ganó en los Lagos de Covadonga’ y es un orgullo. Claro que sí. Ganar en los Lagos es como ganar en Alpe d`huez en el Tour. Sobre todo para mí, que no era un escalador puro. Yo no pesaba 55 kilos como Lucho Herrera. Pero aun así subía. En los puertos me defendía bien.

¿Por qué no hizo un gran Tour?
Es verdad. Nunca lo hice.

Y le pregunto por qué.
Antes de la Vuelta a España, que entonces era en abril, ya llevaba 40 carreras. Y luego, nada más acabar, hacíamos la Dauphine, la Vuelta a Asturias, a Cantabria.. Llegaba cansadísimo al Tour. Era imposible en esas condiciones. Así que nunca pude demostrar si hubiese tenido posibilidades. Pero es verdad que si lo piensas…

¿Y ahora qué es de su vida?
Cuando me retiré tuve diez años una tienda de bicicletas. Después, trabajé para el Telekom hasta que pasé a ser director del Gerolsteiner. Y ahora a vivir la vida, a disfrutarla. Puedo hacerlo. Tengo cuatro apartamentos, uno para vivir y tres para alquilar. Y vivo. Y, como le decía, estoy a gusto y no se me ocurre nada mejor.


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