Desde que empezó en 1995 como comentarista, Perico Delgado es un ejemplo total de estabilidad en TVE, una empresa pública donde también existe gente que no toca lo que funciona.
En todos los sitios hay gente lista.
En este caso en TVE, empresa pública donde hay gente incapaz de tocar lo que funciona.
Y por eso Perico Delgado sigue desarrollando el mismo trabajo 27 años después, desde que empezó como comentarista en 1995.
Acababa de retirarse y era la mejor manera de tenerlo cerca, de seguir aprendiendo de él y de dar una oportunidad más a los recuerdos.
Fue una novedad entonces que pudo salir bien o pudo salir mal.
En todas las grandes decisiones hay algún riesgo que merece la pena conocer.
Pero tengo la sensación de que Perico Delgado tiene un sentido del humor y del deber demasiado inteligente como para que las cosas salgan mal.
Por eso su nombre hoy es algo más importante: una costumbre que atraviesa 28 Vueltas y que, si no estuviese, nos sentiríamos desubicados, como si nos pusiésemos la camiseta del revés.
Cada vez que el ciclismo regresa a TVE ahí está la voz de Perico, junto a la de Carlos de Andrés, que es una parte más de la habitación.
Entre los dos nos recuerdan que en la vida se pierde más que se gana despistando al aburrimiento de las etapas llanas, poniendo palabras a las emociones, cruzando el océano, en definitiva.
Son 27 años en común en los que Perico Delgado se ha convertido en un trabajador fijo discontinuo en TVE.
La próxima oportunidad de escucharle será en el Mundial, donde su voz también nos ha acompañado en momentos irrepetibles (victorias de Óscar Freire, de Valverde, el tiro al poste de Purito…)
Se ha llegado a un punto en el que diría más: si uno se mete con Perico Delgado es como si se metiese conmigo.
Lo aprendimos de jóvenes en mi generación.
Cuando nos jubilemos seguiremos defendiendo la misma idea, sea en Central Park o en el tercer anfiteatro del Bernabeu.
Y mira que ahora es diferente porque Perico Delgado (Segovia, 1960) ya no nos emociona como cuando era ciclista.
Ahora, a lo sumo, nos entretiene o nos cuenta anécdotas que honestamente podríamos contar cualquiera de nosotros.
Pero nos acostumbramos a Perico.
Ya son muchos años a su lado en los que posiblemente nunca coincidí con él. Ni en el ascensor ni en la parada del autobús. Ni siquiera esperando la cola en el supermercado.
Pero hay relaciones más fuertes que la distancia.
Y eso es lo que hace tan diferente a esta cosa que estoy escribiendo en la que trato que explicar que hay pocas relaciones tan duraderas como la de Perico en nuestra memoria.
Se traduce ahora en los 27 años que suma en TVE, desde que empezó en 1995.
No sabíamos si iba a ser para un día o para el resto de la vida.
La realidad es que hoy los recuerdos nos salen del alma.
