Pello Bilbao, 9º en el último Tour: los beneficios de una vocación tardía

Publicado por
Alfredo Varona
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Con 31 años está como nunca. Quizás porque él empezó tarde. A los 14 años le compró su primera bicicleta de carreras a un amigo del instituto por 120 €. Ahora sólo le falta dar el salto al podio. “Pero sé que es difícil”.

Siendo ciclista profesional terminó sus estudios. Eso también vale para explicar a Pello Bilbao (Guernika, 1990), noveno clasificado en el Tour de Francia 2021. Un ejemplo monumental de regularidad. Un tipo que merece la pena escuchar. Dice que sus ídolos son los que ha conocido personalmente. Y viendo el caso de Damiano Caruso con 33 años en el último Giro de Italia no renuncia a nada. Pero sabe que es difícil. Es el precio de tener los pies en la tierra.

¿A qué aspira Pello Bilbao? 
Siempre aspiro a más. Pero, más que a resultados, a mejorar. Mi motivación es mejorar. De hecho, hoy estaba hablando con Aritz, mi preparador, y no hemos hablado de resultados sino de mejorar, de ser cada día un poco más feliz.

¿Y es feliz con el ciclismo?
Si, mientras consiga objetivos y aporte al equipo, sí. Quería vivir del deporte y lo he conseguido. Siempre hay días en los que sales a entrenar sin ganas. Si hace viento o está lloviendo. Eso no lo voy a ocultar. Pero de esos días yo siempre saco lo positivo y me recuerdo a mí mismo: ‘Pello, eres un afortunado’.

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Fue noveno en el último Tour de Francia.
Sí. Creo que un top 10 es muy complicado no sólo es el aspecto físico sino en el mental. Hay que estar y hay que saber estar, porque el salto es importante. Pero yo lo he logrado.

¿Y qué salto hay de ahí al podio?
No lo sé. Si lo supiera lo daría mañana mismo, sin tiempo que perder. Pero, mire, tengo 31 años y creo que puedo seguir progresando. Así que, por si acaso, no descarto nada. Mi vida no es la de un ciclista al uso.

¿Por qué?
Yo llegué tarde al ciclismo. Nunca soñé con ser ciclista. Mi infancia estuvo en otros deportes. Pero con 14 ó 15 años tenía amigos que competían en el ciclismo y recuerdo que le compré a un amigo del instituto mi primera bicicleta de carreras. Recuerdo, incluso, que me salió tirada de precio, por 120 €, casi que me la regaló con el cullotte y los zapatos.

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¿Y qué descubrió gracias a esa bicicleta?
Que este era el deporte que mejor se adaptaba a mí, yo siempre había querido vivir del deporte.

Y lo ha logrado.

¿Y cómo ha sido?
De manera muy natural, sin obsesiones. Fue lo que siempre nos aconsejaron en casa mi padre, que trabajaba en un concesionario de coches, y mi madre, que era profesora de historia, a mi hermana y a mí. Nos enseñaron a disfrutar de la naturaleza, el mar o el monte, que lo tenemos al lado de casa, y de la actividad física, y a descubrir sin prisa lo que más nos gustaba. Creo que es la mejor forma.

¿Pero cómo lo hizo usted con esa bicicleta?
Yo salía a correr por las carreteras. Cada vez trataba de llegar un poco más lejos. Y si a medida que pasaba el tiempo podía subir un puerto más, adelante. Tenía el afán y lo convertí en un juego y quién me iba a decir que algún día…

¿Y en qué se parecen esos días al ciclismo profesional?
En la ambición por llegar más lejos. Si yo cada día hubiese buscado la ruta más cómoda, al lado de casa, quizá hoy no sería ciclista profesional. Pero el carácter del ciclista se forja complicándote la vida haciendo cada día las cosas un poco más difíciles. Creo que eso es el sacrificio. Sin él no se puede llegar a nada en la vida.

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¿Puede ser usted el líder que le falta al ciclismo español? 
No lo creo. Tendría que cambiar mucho. Pero si ves sorpresas como la de Caruso, que a una edad más alta que la mía ha sido segundo en el Giro de Italia, ¿por qué yo voy a descartarme?  Siempre hay que tener esa pequeña esperanza. Mañana puedes dar el salto. Es un salto mínimo, pero somos muchos los que lo estamos buscando.

No es usted un ciclista muy gastado.
Hay corredores que a mi edad se han estancado. No sé si porque he empezado tarde. He ido de menos a más. Todavía estoy fresco mentalmente. Quien sabe hasta dónde puede llegar la progresión. Le vuelvo a repetir lo mismo. No puedo decir no a nada. No voy a hacerlo.

El ciclismo español necesita un líder.
No sabría decir. Hay que disfrutar con lo que hay. No se puede exigir lo que no hay. La presión no garantiza nada. Si ha de venir un líder vendrá de manera natural pero no porque la gente se queje.

Es verdad que el listón está muy alto.
Contador, Purito, Valverde…, ya lo creo…, pero ahora tenemos a Enric Mas, que ha sido podio en una Vuelta…

¿No le resulta aburrido Enric Mas?
Al final, cada ciclista tiene su perfil y lo que se intenta es ser lo más inteligente posible. No todo el mundo tiene capacidades para arrancar en el momento que más nos gusta. Por eso yo valoro más el esfuerzo que el palmarés. Es más, prefiero al ciclista que es capaz de poner las carreras en jaque.

¿La referencia es Valverde que con 41 años sigue ahí?
Para mí no. No me veo con 41 años a ese nivel. Aun así no voy a venir aquí a poner fecha de caducidad.

Claro.
Si con 41 años Valverde tuviese que sufrir para aguantar al pelotón igual lo habría dejado. Pero es que a su edad sigue disputando carreras.

¿Usted trabajaría para Pogacar?
Ahora es difícil. Tengo dos años de contrato con Bahrain. Me siento muy identificado. No me he equivocado. Estoy disfrutando.

¿Y cómo se disfruta sufriendo?
No disfrutas con el sufrimiento sino con lo que te va a llevar el sufrimiento. Antes en juveniles solo sufría por intentar ser el primero. Ahora es distinto. Ahora sufro por ganarme la vida.

¿Y es tan difícil mantener el peso para un ciclista?
No, para mí no. No es mi mayor desafío ni mayor dolor de cabeza. Quemo bastante. Llevo una vida activa. No cojo peso fuera de temporada. He estado cuatro semanas sin tocar la bici y he cogido solo dos kilos. Eso sí, hago lo que sea: surf, frontón, correr, monte… No me paso las vacaciones tumbado en el sofá. Hay ciclistas que terminan saturados del reloj y necesitan desconectar totalmente: yo no puedo.

¿Bajará de 3 horas en maratón cuando se retire? 
No lo sé. Pero yo creo que se puede disfrutar del deporte de otra manera. Quizá ya este saciado del reloj. No creo que me dé para machacarme. Trataré de disfrutar del paisaje, de la compañía. Pero lo veo lejos.

¿De quién aprendió más?
En 11 años me ha tocado aprender de mucha gente. Tenía un director juveniles en la Fundacion Euskadi.  Tuve suerte de pasar a profesionales sin darme cuenta. He tenido muchos referentes, ésa es la verdad. En cado paso tuve gente diferente. Pero los últimos años siempre le hablaría de Aritz Arberas, mi preparador. Su ayuda es fundamental para mí.

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