El último ciclista de la París-Roubaix: “Lloré más que durante los dos últimos años de mi vida”

Publicado por
Pau Mitjans
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La última y tan esperada París-Roubaix nos dejó imágenes e historias para el recuerdo. La de Tom Paquot es una de ellas. La lluvia, el barro, el frío, los adoquines, los más de 258 kilómetros, las caídas, ofrecieron espectáculo a los aficionados e hicieron sufrir a los ciclistas a partes iguales.

“Pensé en parar 30 veces pero mi cabeza no me lo permitió. Hice 150 kilómetros en solitario y 50 de ellos sin nada de comida. En los últimos 5 kilómetros, lloré más que durante los dos últimos años de vida” comentaba Tom Paquot, el último ciclista en llegar al velódromo de Roubaix, en declaraciones recogidas por el periodista de L’Équipe, Gaétan Scherrer.

El joven ciclista belga del Bingoal Pauwels Sauces WB vivió, en primera persona, el Infierno del Norte. Y lo hizo de principio a fin. Podría haberse retirado cuando se descolgó a 150 kilómetros de meta, en una caída antes del primer tramo de adoquines, pero decidió seguir. Una lucha física y, sobre todo, mental en una de las pruebas más exigentes del calendario.

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Ciclistas como Tom Paquot son los que engrandecen y visten de épica este deporte. Y es que, aún sabiendo que llegaría a Roubaix fuera de tiempo, él siguió pedaleando en solitario. El coche escoba fue su único acompañante.

Pasó momentos difíciles. Incluso se llegó a plantear bajar de la bicicleta. “De repente, vi el coche del equipo Movistar. Pregunté si podía ir con ellos, pero me dijeron que todavía estaban esperando y que, además, no iban directamente a Roubaix. Así que seguí adelante. El conductor del coche escoba también me dijo que venía un autobús en dirección a Roubaix, pero no apareció”, explicaba el propio Paquot en declaraciones al medio belga Sporza.

Pero kilómetro a kilómetro fue ganándole la batalla a la prueba y a su mente. Condujo con mucho cuidado sobre los adoquines porque cualquier problema mecánico era sinónimo de abandono forzado. Y a 50 de meta, lo vio claro: “Le dije al hombre del coche escoba que el autobús ya no me importaba, que quería seguir pedaleando hasta el velódromo de Roubaix a toda costa”.

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Una decisión que difícilmente olvidará gracias, en parte, a esos aficionados que valoran los gestos y el compromiso con este deporte. “Fue increíble, como si estuviera en un estadio de fútbol. Todo el mundo me aplaudía y me daba ánimos” explicaba el belga. Paquot no fue el único que llegó fuera de tiempo. Niki Terpstra, vencedor de la París-Roubaix en 2014, Dylan Van Baarle, Florian Maitre o Ramon Sinkeldam, también.

El tuit que colgó el propio Tom Paquot una vez acabada la prueba, resume a la perfección su periplo por el Infierno del Norte: “A veces las emociones se apoderan de ti y no puedes hacer nada al respecto. ¡Hoy lo he pasado todo, pero quería llegar al velódromo de Roubaix! Gracias a todos por sus ánimos en la carretera”.

Sonny Colbrelli, en categoría masculina, y Lizzie Deignan, en femenina, se llevaron la victoria y el adoquín de vencedores a casa. Tom Paquot, el respeto del mundo del ciclismo.

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Pau Mitjans