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Los beneficios de los pedales automáticos en bicicleta

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La importancia de los pedales automáticos - Foto: S. Connellan

Uno de los primeros debates que todo aficionado a la bicicleta se ha hecho al empezar a montar es: ¿Debo comprarme unos pedales automáticos? ¿Realmente, se nota tanto la diferencia? Y la respuesta a esta pregunta acostumbra a ser afirmativa. Si no, tiempo al tiempo.

Como siempre, hay excepciones y matices, pero si andas en bicicleta habitualmente ya sea en carretera o en Mountain Bike, los pedales automáticos son prácticamente una necesidad. Es diferente en las bicicletas de paseo o las urbanas, donde las constantes frenadas, no permiten sacarle el máximo partido a los pedales automáticos.

Con todo, los pedales automáticos son una de las grandes innovaciones de la historia del ciclismo, sobre todo, si hablamos del ámbito profesional. Cuando en 1984 aparecieron aquellos primeros Look, el ciclismo vivió una de sus grandes revoluciones.

La confirmación llegó un año más tarde con la victoria en el Tour de Francia de Bernard Hinault, con el uso de este tipo de pedales. La clave fue que se mejoró de forma sustancial la eficiencia en el pedaleo porque se evitaba perder fuerza durante la rotación del pedal.

A continuación vamos a repasar los beneficios de usar los pedales automáticos cuando salimos en bicicleta. Eso sí, para ello es muy importante tener bien ajustadas las calas.

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Beneficios de los pedales automáticos

Pedalada más eficiente y pedaleo redondo

Los pedales automáticos nos permiten ser mucho más eficientes cuando pedaleamos. Con este mecanismo, conseguimos aplicar fuerza durante toda la rotación de las bielas. En este sentido, se aprovecha todo el recorrido de los pedales.

Este tipo de pedales hacen que el pie trabaje de forma sistémica y que se pueda lograr un pedaleo redondo. Es decir, que podemos hacer fuerza tanto hacia abajo como hacia arriba y por lo tanto, ganar en eficacia.

Mayor potencia

Al ser mucho más eficiente, también te permiten alcanzar una mayor potencia de pedaleo. Con el anclaje de las calas, el pie se mantiene firme y toda la potencia se transmite al pedal.

Sujeción óptima

La zapatilla está sujeta en todo momento y no se desplaza. Simplemente se limita a realizar el movimiento circular del pedaleo. Así pues, evitamos que el pie se nos escape en terrenos con obstáculos y, en consecuencia, evitamos perder fuerza en momentos clave como por ejemplo, una subida.

Control y seguridad

Unos pedales automáticos nos aportan una mayor seguridad cuando montamos en bicicleta. Aunque pueda parecer contradictorio, porque estamos anclados a la bicicleta, ganamos en estabilidad y en control.

Evitamos que se nos escape el pie y perdamos el control de nuestra bicicleta, además de que el mecanismo para desengancharse llega un punto que lo interiorizas y lo haces por defecto.

Posición adecuada

Con este tipo de pedales, podemos ajustar la posición del pie sobre el pedal y encontrar la adecuada. Esto nos permite que en cada pedalada, al estar el pie fijo, la posición sea idéntica. Así pues, si encontramos la postura adecuada, evitaremos lesiones y molestias.

En cambio, si no tienes un pedal que te sujete, la posición del pie cambia en cada pedalada que haces, lo que puede provocar algún tipo de lesión a la larga.

Comodidad

Los pedales automáticos ofrecen una mayor comodidad. En salidas largas, por ejemplo, evitas el hecho de ir colocando el pie en cada momento. Las calas, además, tienen distintos grados de rotación que se adaptan a las necesidades de cada ciclista.


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