Hace unos días Turismo Lloret nos llevó a conocer la oferta deportiva, gastronómica y de ocio que ofrece su bella tierra. ¿Quién podía resistirse? Y así en un visto y no visto, dimos con nuestros huesos con un AVE Madrid-Girona en la hermosa Costa Brava.
Os adelanto que la sorpresa ha sido mayúscula tras tres intensos días de deporte y gastronomía en los que hemos descubierto las posibilidades de la ciudad costera.
Día 1. Ruta BTT con bicicleta eléctrica
Nos hospedamos en el recientemente renovado Hotel l’Azure, que dispone de unas instalaciones envidiables tanto para los adultos (no dejéis de tomar algo en el rooftop) como para menores, por ejemplo con un mini parque acuático. Mi balcón daba a la pista de atletismo, con lo que mi chip entró sin esfuerzo en el modo deportivo.
Comimos en el restaurante del hotel, La Plaza. El buffet es para salir rodando, pero sin ruedas.
Por la tarde ya si rodamos con ruedas. En la tienda e-Bicigrino nos esperaban Tomás y Antonio, dos guías locales dispuestos a revelarnos los secretos y entresijos de los fantásticos senderos y trialeras (o corriols como allí los llaman) del tupido bosque entre Lloret y Sant Pere del Bosc.
Allí mismo (en e-Bicigrino) se pueden alquilar e-bikes de todas las características y calidades para disfrutar de una red de caminos y trialeras inacabable. Mi guía, Antonio, me hizo disfrutar como un niño durante más de dos horas, mostrándome esculturas ocultas en el bosque, rincones inesperados y descensos vertiginosos.
El viaje ya había merecido la pena.
Tras un breve descanso nos movimos a la parte norte de Lloret para sentarnos en la terraza del Vela Mar, un restaurante frente al mar que debo recomendar encarecidamente. Ambiente inmejorable, carta exquisita, y delicada música brasileña.
Día 2. Ruta de trail running
A las 10 de la mañana nos esperaba un embajador de lujo en la recepción. Nuestro guía para la ruta de trail iba a ser nada más y nada menos que Angel Mullera, ex-atleta olímpico de 3.000m obstáculos y natural de Lloret de Mar.
Mullera nos descubrió zancada a zancada toda una red de senderos ideales para la práctica del trail (así lo demuestran las diversas carreras de taril running que se celebran en Lloret) y con un final de ruta mejor imposible: los caminos de ronda en la parte sur que nos dejaron con la boca abierta.
Un enclave digno de ver, y perfecto para disfrutar del trail en estado puro. Además cuando consigues cerrar la boca después de ver las vistas, puedes darte caña con circuitos extraordinarios y segmentos que puedes encontrar medidos -cómo no- ya en Strava.
Sobre las 12.30 estábamos servidos (sobre todo nuestras piernas), y subimos con Ángel al rooftop del hotel para celebrar la salida con una cerveza helada que entró en nuestros gaznates como cuchillo en mantequilla.
Sintiendo que nos habíamos ganado el pan, nuestra anfitriona de Lloret Turisme nos llevó a La Brava Steak House, un restaurante especializado en carnes premium a la brasa. Veredicto: tenéis que ir. Consejo: es complicado, pero tratad de llegar al postre.
Después de esto no nos quedó otra que echarnos una siesta para cargar las pilas antes de dirigir nuestros pasos hasta el camino de ronda en la parte norte. Es digno de contemplar.
Y si ya estáis por ahí podéis aprovechar para entrar en El Castell de Lloret, que por fin es visitable. En su interior hay un espacio inmersivo en el que tuvimos una experiencia multisensorial sobre el cambio climático. Lo conforman tres salas con realidad virtual, un viaje que no te dejará indiferente mediante una experiencia interactiva sobre la realidad del cambio climático que ya vivimos en carne propia.
Día 3. Ruta en bici de carretera
A las 9 de la mañana nos esperaban en la recepción dos estupendas bicicletas de carretera provenientes de Centre Biker Girona adaptadas a nuestras necesidades. La ruta seleccionada fue una disponible en www.lloretcycling.com, que con sus 65km y 1.240m de desnivel positivo, iba a poner el broche final a nuestra experiencia deportiva.
En este enlace podéis ver nuestro registro de la ruta con todos los detalles, y en este otro enlace el track, por si os interesa hacerla, vale la pena (y mucho).
El entorno y las vistas hacen que te comas los kilómetros sin darte cuenta, y desde el desvío de la carretera de la costa hacia la ermita, debimos cruzarnos con dos personas.
Una tranquilidad abrumadora. El circuito es duro pero muy disfrutable, y tras un tentempié en la Llagostera nos llevó por carreteras más tendidas hasta Tossa de Mar.
Sin duda la etapa más exigente de los tres días, pero que vería su recompensa a la hora de la comida en el restaurante Gammarus. En una localización de película y con terrazas de madera y cuerda, disfrutamos de un pulpo y un arroz que nos levantó el espíritu.
Y finalmente, casi con lágrimas en los ojos nos despedimos de nuestra anfitriona de Lloret Turisme y volvimos a casa para escribir estas líneas.
Sin duda ha sido una gran experiencia que ha cambiado nuestro concepto sobre esta popular ciudad de ocio. Y a buen seguro volveremos a entrenar en Lloret de Mar en un futuro cercano. ¡Hasta pronto!
