Inicio ciclismo profesional Laguía y su infarto: “Cuando acababa el Tour tenía el colesterol por...

Laguía y su infarto: “Cuando acababa el Tour tenía el colesterol por las nubes”

Su recuerdo se asocia al Gran Premio de la Montaña y a la nostalgia de un ciclismo que nos parecía perfecto. Hoy, José Luis Laguía es un hombre de 62 años que aún se recupera de un infarto. 

Hace dos años sufrió un infarto del que se está recuperando: “Doy paseos en bicicleta eléctrica para que me duelan un poco las piernas”. Pero en nuestro recuerdo José Luis Laguía siempre será  el ciclista que ganaba el gran premio de la montaña. “Me han quedado limitaciones”, acepta hoy, a los 62 años.

¿Y cómo está? 
Si estás vivo, estás bien. Con ganas de vivir. El infarto no me las ha quitado. Al contrario. Cuando has visto lo que se puede perder… No me quiero ir de aquí. La cabeza nunca representa la edad que se tiene.

Tampoco es tan mayor.
Tengo 62 años y como mi coche, que tiene más de 20 años y de 200.000 kilómetros, es cuando mejor empiezo a ir… Soy muy conservador. Me gusta tenerlo todo a punto. Cuando tenía 15 años ya era así. Nunca me ha gustado desprenderme de las cosas. ¿Por qué debes tirar una bicicleta vieja? ¿No la puedes dar otro uso?

¿Y qué le pasaba para que le diese un infarto?
Yo pensaba que nada. Fue congénito. Mi padre murió de un infarto muy pronto. En mi familia tenemos el colesterol altísimo. Cuando venía de un Tour siempre tenía el colesterol por las nubes. Los médicos me decían que era una bomba.

¿Y cómo fue ciclista de tanto nivel? 
No tiene que ver. Mientras la sangre fluya, da igual. De hecho, yo tenía unas pulsaciones bajísimas y terminaba entrenamientos que ni Indurain. Recuerdo una concentración en Panticosa haciendo series en un puerto de tercera categoría. Indurain no lo terminó, no podía más, y yo iba con unas pulsaciones muy bajas porque entrenábamos con pulsómetro.

 

Menuda contradicción
Yo solo veía mi problema cuando me pasaban las analíticas y me decían “tienes el colesterol disparado: el bueno y el malo”. Pero yo ni me medicaba ni lo contemplaba porque tenía miedo a los efectos secundarios. Me olvidaba. No quería saber nada. Pero cuando tienes una vida más sedentaria aparecen los factores de riesgo.

Marcó usted a una generación.
Mi nombre se asociaba al premio de la montaña. Ahora, es como un premio de consolación para un artista principal. Pero en mi época yo solo salía a ganar eso. Era un valor seguro. Solo me ponía el maillot del equipo el primer día. El resto me ponía el maillot de la montaña y tenía un retorno publicitario bestial.

¿Fue realmente un escalador?
No, creo que no. Bajaba mejor que subía. Pero tenía una arrancada que era difícil que alguien me ganase. Yo arrancaba con el acelerador y luego estaba machacado.

Pero nunca peleó por la montaña en el Tour
Llegaba tan pasado de rosca, totalmente desfasado. Llegaba con unas anemias que no había manera. Llegaba con más de 60 días de competición al Tour disputando la montaña cada día., y eso era un estrés tremendo. Recuerdo cada noche en el hotel  haciendo las cuentas con la calculadora y estudiando cada puerto. Luego, en carrera no podías permitir que nadie se escapase.

¿Y eso fue suficiente para usted?
No tenía opción a otra cosa. Mi calendario era de locos. Cuando llegaba a la Vuelta, que entonces era en abril, ya llevaba 20 días de competición. Le puedo contar que sólo corrí un Giro con Perico Delgado, el del paso del Gavia por la nieve, y cuando Echavarri me dijo, ‘este año vas a ir al Giro’, le contesté: ‘no puedo ni con mi alma, me mareo hasta tumbado en el sofá’.

No fue fácil ser ciclista en su época.
Creo que sí lo fue. Hasta entonces a los ciclistas se les veía con lástima. Pero nosotros le dimos un cambio sustancial. Pasamos de dar pena a dar gloria. Yo, antes de que se me cayese una baba en la fotografía, prefería perder. Y enganchamos a una generación y a unos chavales que nos admiraban. Y usted es uno de esos chavales que ahora me está preguntando.

Yo le coleccioné a usted en cromos.
Era la época de los cromos, claro.

¿Fue todo tan romántico en Reynolds como se recuerda? 
Si. No teníamos medios pero teníamos alma. Íbamos con frenos que no frenaban. Pero era lo que tocaba. Y no te dabas cuenta, porque habíamos sido amateurs de estar por casa. Fue una época muy constructiva. Todos tenemos esa sensación. Tu lavabas la ropa al veterano y los veteranos te hablaban como padres y eran capaces de dar la vida por ti.

¿Quién sería Laguia en esta época?
Sería difícil. Por mi manera de correr podía ganar en cualquier sitio. Me gustaría compararme a Valverde. Pero destinaba muchas energías al premio de la montaña.

Era lo que le preguntaba antes. ¿Mereció la pena?
Sí, porque me quedaron buenos recuerdos. Así es suficiente. ¿Qué podría haber sido de otra manera? Sí, porque en mi época los ciclistas pagábamos un dineral a Hacienda y la Seguridad Social no nos quería. Sólo coticé el último año y ahora, a los 62 años, es cuando te das más cuenta. Pero en mi época los ciclistas éramos tratados como gente de alto riesgo. Y estábamos en el gremio de los artistas y los toreros.

 


Suscríbete a nuestro newsletter

Recibe en tu correo lo mejor y más destacado de BICIO

Deja un comentario

Please enter your comment!
Please enter your name here

Con la publicación de un comentario acepto expresamente recibir la newsletter y soy conocedor de que puedo darme de baja en cualquier momento de acuerdo a nuestra política de privacidad