Cada inicio de primavera, cuando se acercan las fechas de la Paris-Roubaix, entre un sector notable de aficionados florece la pregunta-deseo: “¿Este año sí? ¿Este año va a llover?”.
Luego, lo que suele ocurrir es que luce un sol más nítido que en nuestras latitudes meridionales y otro año más de Paris-Roubaix tirando a polvorienta. Así, van ya casi veinte años sin lluvia y apenas barro, y el escepticismo se ha instaurado incluso en los más ávidos de adoquín enfangado.
Pues bien, lo que son las cosas, este 2021 que nos tenemos que conformar con una Roubaix atípica, aplazada a inicios de octubre (¡y tras un 2020 sin carrera!), todo apunta a que este año sí.
Probabilidades de lluvia. Charcos, lodo y adoquín resbaladizo.
A menos de 48 horas para la carrera femenina y a menos de 72 para la masculina –este artículo se ha preparado la tarde del jueves 30- las probabilidades de lluvia para el fin de semana son bastante altas. Tomemos Mons-en-Pévèle, por ejemplo, un punto ya pasado los dos tercios de recorrido y bastante crucial habitualmente en el desarrollo de la carrera.
Allí, las opciones de que llueva entre la mañana del sábado y la tarde del domingo son de entre el 80 y el 100% según la fuente consultada. La mayoría de servicios meteorológicos pronostican sobre todo una notable precipitación entre la tarde del sábado y la mañana del domingo, alrededor de los 20 o 25 l/m2. Así, un escenario muy probable de cara a la carrera del domingo es que ya no llueva, o llueva muy poco, pero la mayor parte del recorrido esté llena de charcos, lodo y adoquín resbaladizo.
Este panorama está prácticamente asegurado ya que la leve lluvia que ha caído entresemana ya ha embarrado algo los tramos que con tanto mimo cuidan asociaciones de voluntarios del mantenimiento de estos caminos, patrimonio de estas tierras, casi colindantes con la frontera belga. Justamente estos últimos días hemos podido ver imágenes de estos trabajos de adecuación, especialmente relevantes esta vez, puesto que la carrera no recorre estas vías desde abril de 2019.
Escenario inédito para esta generación de corredores.
Entonces, asumiendo que va a haber algo de lluvia y mucho de barro y de charcos, asoma la pregunta: ¿Y cómo va afectar esto a la carrera?
El piso, más complicado de lo ya complicado de por si en esta carrera mágica, en principio la hará más selectiva: más resbalones, pequeñas caídas, más cortes y más diferencia entre los corredores cuya técnica les permita adaptarse al medio y los que no. No hay que olvidar, además, que la ausencia repetida de tiempo húmedo en esta carrera hace que el escenario que esta vez se plantea sea inédito para esta generación de corredores.
Lo comentaba el otro día en Sporza Johan Museeuw, ganador de la icónica edición de 2002, la última con lluvia y barro a espuertas: “Será, más que nunca, una carrera por eliminación”. Al ser preguntado por quienes se verán beneficiados, el llamado León de Flandes lo tiene claro: “Los corredores con experiencia en ciclocross tienen una gran ventaja. Saben perfectamente cómo comportarse y lo que tiene que hacer su bicicleta. En mojado hay que dejar que la bicicleta gire. Eso suena extraño, pero es cierto. Hay que dejar que la bicicleta vaya a donde quiera: si tú también haces un contraviraje, te caes”.
Habrá, pues, que apuntar como favoritos, si no estaban ya más que apuntados, a Wout van Aert y a Mathieu Van der Poel. Pero también a un veterano como Zdeněk Štybar, que además mostró muy buenas piernas en el mundial del pasado domingo, y a nombres más secundarios pero con experiencia en el barro como Mike Teunissen, Gianni Vermeersch o Clément Russo.
Ante nosotros un Infierno del Norte que nos va a dejar infinidad de imágenes icónicas, una carrera para el recuerdo y, esperemos, las menos y menos graves caídas posibles.
