-¿Cómo te llamas? -le pregunto.
-¿Cómo se va a llamar la hija de un campeón? -contesta ella.
Victoria. Ella se llama Victoria y es una de los hijos de Federico Martín Bahamontes, ‘El águila de Toledo’ que hoy cumple 94 años (felicidades, campeón).
Federico Martín Bahamontes, que fue el primer ganador español del Tour de Francia en 1959, está hoy en la cama de un hospital en Valladolid por culpa de la osteoporosis, esa enfermedad que tantas veces es culpa de la edad y que provoca una disminución de la masa ósea.
-Ahora está con una medicación muy fuerte, pero nos ha dicho el traumatologo que en un mes estará mejor -explica Victoria, que justifica que su padre ahora prefiera no hablar, pues se siente “bastante cansado”.
Pero lo importante es que a su edad la cabeza le funciona estupendamente.
-Mi padre siempre será un campeón -explica su hija que, al inicio de la pandemia, cuando cerraron Madrid, convenció a su padre para que se fuese con ella a la Posada Real de Villanueva, en Valladolid.
Desde entonces, Bahamontes vive en Valladolid donde, más allá de estos problemas de huesos, se comporta como un hombre feliz.
Nuestra felicidad también es la de recordar a un hombre de su categoría, la de felicitarle hoy por su cumpleaños. Se lo digo a su hija y asiente, claro.
-Mi padre es mi padre -dice Victoria.
Bahamontes fue un hombre que, antes de ganar a Anquetil, tuvo que pedirle permiso a su madre para ir a correr un Tour en Francia.
Bahamontes también fue el hombre que abrió el camino en el 59 cuando en España no se sabía lo que era el Tour de Francia, que era una prueba que se corría por naciones.
Bahamonres fue, por encima de todo, un rebelde con causa, un hombre que duró 19 años corriendo en los que jamás perdió el hambre de victoria y en los que encontró lo que buscaba: el Tour del 59 cambió su vida, le permitió abrir una tienda y situarse para siempre.
Y no fue fácil. Tampoco era fácil en el 59 porque había mucha competencia y había primeras figuras en todos los países. Pero entonces apareció Federico Martín Bahamontes, que venía de ganar la Vuelta a Suiza.
Y volaba. Era un hombre que volaba en la bicicleta y que, sólo en los 12 kilómetros de subida al Puy de Dome, le metió cuatro minutos a Anquetil y
dejó a seis corredores fuera de control.
Por eso nunca nos cansaremos de volver a relatar sus hazañas.
Las hazañas de un campeón que, a los 94 años, sigue desafiando a la vida, que es lo que ha hecho siempre.
Y esta gente nunca se cansa de luchar.
Es la fuerza de la costumbre.
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