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La mujer que nos descubrió América

Joana Somarriba, que ya tiene 50 años, es lo mejor que le ha pasado al ciclismo español femenino en toda su historia. Ganaba en silencio y ganó lo mejor que se puede ganar: tres Tours de Francia (2000, 2001 y 2003) y dos Giros de Italia (1999 y 2000). 

 

No sabíamos que América existía hasta que apareció ella: Joane Somarriba.

Hasta entonces algunos no sabíamos ni que existía el ciclismo femenino.

A mí no me importa reconocerlo.

Pero, de pronto, salió ella, que empezó a ganarlo todo con una intensidad descomunal: el Giro de Italia (dos veces), el Tour de Francia (hasta tres veces).

Y aquello, más que una ciclista, desató un personaje.

El pasado 11 de agosto, cuando las redes sociales nos recordaron que Joane Somarriba (Guernica, 1972) cumplió 50 años, fue como si volviese a vivir aquella época.

Regresaron aquellos años a mi memoria en los que su nombre era sinónimo de victoria y en los que Joane lo ganaba todo y, al día siguiente, lo leíamos en los periódicos y nos invadía la curiosidad, ¿quién será esa mujer? ¿de qué pasta está hecha esa mujer? ¿de dónde habrá salido?

En realidad, se trataba de una emigrante: Joane Somarriba corría en un equipo italiano.

Sus carreras tampoco se retransmitían en televisión y nos desalojaban del derecho a emocionarnos. 

Por eso sentíamos una secreta admiración por una mujer que era como un cheque en blanco.

¿Se imaginan lo que hubiera sido de Joane Somarriba en estos tiempos de la igualdad? Yo sí y, aunque la pregunta ya no tiene solución,  doy por seguro que en las redes sociales se hubiese coreado su nombre y reivindicado su mérito.

Pero, más allá de la publicidad, yo quería recordar aquí una anécdota de ella que contó el periodista Jon Rivas, que escribió una maravillosa biografía de Joane Somarriba.

Rivas se situó en el Mundial de Hamilton (Canadá) de 2003 en el que la expedición española llevó un cocinero que preparaba comidas especiales solo para el equipo masculino.

Y entonces salió el lado más reivindicativo de Joane:

-Les dije que no había derecho a esa discriminación -recordó ella.

De alguna manera Joane se adelantó a los tiempos y lo hizo sin una popularidad masiva que lo multiplicase todo por cuatro.

Pero a ella nunca le importó que no la parasen en los aeropuertos. No era su forma de ser.

Entre sus características la vanidad no era la más importante.

La diferencia está en su currículum, que lo pueden encontrar en cientos de artículos que han escrito de ella y que descansan en internet.

Yo hoy no pretendía contarlo, sino recordar a esta mujer que se retiró el día que decidió ser madre, que hoy tiene tres hijos y que no le importa reconocer que su batalla ahora no está en subir al podio sino frente a la enfermedad del Crohn, capaz de complicarle la vida.

-La tiene mi padre y es hereditaria.

Pero Joane Somarriba la lleva con la positividad que la diferenció desde que la conocimos.

-Son zancadillas que te pone la vida y que hay que superar.


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