Los candidatos al título se tendrán que mover en los finales en alto para que no haya sorpresas en la contrarreloj de la penúltima jornada
No vale conservadurismo que valga, toca moverse y mucho. Con la llegada de la tercera semana del Giro de Italia, llega la hora de la verdad. Ahora, serán los favoritos, que no lo han hecho aún, los que deben coger las riendas del pelotón y prepararse para la batalla final. El menú de esta tercera semana de la ‘corsa rosa’ plantea tres exigentes finales en alto y una contrarreloj que puede dar la maglia a alguien que de buenas a primeras no se lo esperaba.
Los corredores han preferido esperar que atacar y veremos como les sale la jugada. Esto hace que se vean en la carrera más sorpresas de las previstas, como el candidato al título. Algunos corredores ya saben que esperar puede salir mal después. Como Primoz Roglic, que aún no se ha movido al posicionarse como el gran favorito con el abandono de Remco Evenepoel. Sus problemas físicos y el hecho que no dispone del mejor equipo pueden argumentar su conservadurismo. Roglic puede coger la maglia, pero puede perderla. En él sobrevuela el fantasma de la cronoescalada de la Planche des Belles Filles del Tour.
Geraint Thomas es otro que no ha atacado mucho en parte porque es el líder y ya está cómodo. Pero, el británico no se debería despistar si no quiere sorpresas. El que parece con más ganas de conseguir la que sería su primera grande es el portugués Joao Almeida. Damiano Caruso parece más joven y puede ser peligroso al estar a más de un minuto de Thomas. Si diseña una buena estrategia puede hacer que la general salte por los aires.
No hay muchas más opciones al rosa, ya que corredores como Einer Rubio y Thibaut Pinot pelearán por una victoria parcial. Eso sí, Andreas Leknessund y Lennard Kamna se han ganado estar en el top-10.
Tres jornadas ‘‘Cinco Estrellas’’
La semana ha empezado hoy por todo lo alto con una jornada maratoniana. Una etapa 16 de 203 kilómetros entre Sabbio Chiese y la subida final a Monte Bondone con 5.200 metros de desnivel positivo. La primera parte del día, el pelotón rodará por los túneles de la ribera oeste del Lago del Garda. Después la carrera ya se pone seria con el paso por Riva del Garda para dirigirse al primer puerto exigente del día, el Passo di Santa Barbara, de primera categoría, con sus 12,7 kilómetros al 8,3% y el encadenado con la subida al Passo Bordiala (3ª categoría).
Sin descanso afrontarán el sprint intermedio antes de ascender a Matassone (2ª categoría). El nivel de exigencia seguirá aumentando y tras una pequeña bajada se subirá la Serrada, con 17,7 kilómetros al 5,5%. El tercer encadenado montañoso del día tras el descenso a Aldeno será el ascenso final al durísimo Monte Bondone.
Este será la guinda de un día largo que promete marcar las primeras grandes diferencias en la general. La etapa acabará con un ascenso de primera categoría con sus 21,4 kilómetros de subida al 6,7% y 1.632 metros de altitud.
Después de un día agradecido de transición, se afrontará una etapa de media montaña corta y exigente con 161 kilómetros entre Oderzo y la llegada en alto a Val di Zoldo con 3.700 metros de desnivel. Tres encadenados que no bajan de los nueve kilómetros. El primer test a los pies de los Dolomitas: la subida al duro Passo della Crosetta, con sus 11,6 kilómetros al 7,1%. La ascensión a Forcella Cibiana, de primera categoría, con sus 9,6 kilómetros al 7,8% y la subida a Coi (2ª, 5,8 kilómetros al 9,7% con rampas del 19%) calentará a los corredores que acabarán subiendo a Val di Zoldo, con sus 2,7 kilómetros al 6,4%.
El tercer ‘tappone’ de este Giro incierto podría dejar casi sentenciada la general con un recorrido de 183 kilómetros entre Longarone y la llegada en alto a las Tre Cime di Lavaredo. Durante la jornada se subirán tres puertos que superarán los 2.000 metros de altitud: el Passo Valparola, de primera categoría, con sus 14,1 kilómetros al 5,6%.
La subida mítica de los Dolomitas: el Passo Giau, de primera categoría, con sus 9.9 kilómetros al 9,3% y que coronarán a 2.236 metros de altitud. Del último puerto, lo más severo serán los tres kilómetros finales a una media del 12,7% del final a las Tre Cime di Lavaredo con sus 7,2 kilómetros al 7,6%, rampas de hasta el 18% definirá el ganador de una etapa superlativa.
La última jornada de las cuatro etapas catalogadas como ‘Cinco Estrellas’ del Giro es una contrarreloj de 18,6 km entre Tarvisio y la novedosa subida final al Monte Lussari. Este cuenta con un desnivel de 900 metros en apenas 7,3 kilómetros con una pendiente media del 12,1%. Los cuatro primeros kilómetros iniciales, los más duros, entre el 15% y el 22% de media. Un recorrido que recuerda a la crono final en La Planche des Belles Filles en el Tour 2020.
Las cartas y la suerte ya están tiradas y la suerte acompañará a quién se lo gane. Pero si las cosas no van como deberían ir, normalmente con emoción hasta el final, podríamos asistir a un Giro que no ha dado la talla.
