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La fuerza de un bidón

Michael Schär, descalificado del Tour de Flandes por lanzar un bidón al público.
Michael Schär junto a la niña a la que le regaló un bidón - Foto: Instagram Michael Schär

Es posible que el Tour de Flandes del 2021 nos quede grabado en la memoria por la exhibición de Kasper Asgreen en los morros de Mathieu Van der Poel. Pero también es posible que la recordemos por la fuerza que puede llegar a tener un bidón.

Nos ponemos en situación. Con 150 kilómetros en las piernas por las icónicas carreteras de Flandes, el suizo Michael Schär del equipo AG2R Citröen, rodaba descolgado del pelotón después de un problema mecánico. Hasta aquí todo normal. Todo cambió cuando Schär lanzó su bidón a un grupo de aficionados que había en la cuneta.

¿El problema? Que desde el pasado 1 de abril – día en que entraron en vigor las nuevas normas de la UCIno está permitido lanzar bidones y desechar los restos de comida fuera de las zonas habilitadas para ello. Todo con el objetivo – siempre según el máximo organismo internacional – de mejorar la seguridad de los ciclistas, reducir el impacto medioambiental y la mala imagen que esto supone.

Así pues, después de lanzar el bidón y de percatarse al segundo del error que había cometido, un miembro del jurado se acercó al suizo y le obligó a abandonar la carrera, ya que en pruebas de un día esto conlleva, entre otros, la descalificación. Una decisión que abrió la caja de los truenos en las redes sociales y en el mundo del ciclismo.

El terremoto que se generó durante las horas y días posteriores fue directamente proporcional a los vatios que movió Asgreen en el sprint final para vencer a Van der Poel a menos de 100 metros para la línea de meta. Centenares de mensajes, muchos de ciclistas destacados del pelotón internacional, pusieron el grito al cielo con esta norma y con la decisión.

Pero el mensaje que marcó un punto de inflexión fue el que el propio Michael Schär colgó en su Instagram el día posterior, ya con la cabeza más fría. Vale la pena leer la reflexión entera titulada “Querida UCI, por qué los niños se inician en el ciclismo”.

Lo recuerdo como si fuera ayer. Mis padres nos llevaron a mi hermana y a mí al Tour de Francia de 1997. Fuimos en coche hasta los parques y esperamos allí durante horas en medio de la multitud. Finalmente llegó la caravana publicitaria y todos cogimos algunos obsequios.

Más tarde llegaron las primeras motos de la policía y el helicóptero se cernía sobre nosotros. Exactamente esta atmósfera electrizante del grupo que se nos acerca fue para mí un cambio de vida. Me quedé infinitamente impresionado por la velocidad y la facilidad con la que estos ciclistas podían andar en bicicleta. No quería nada más en mi vida que convertirme en un ciclista profesional. A partir de este momento tenía un sueño que perseguir.  

Además de esa impresión, recibí un bidón de un profesional. Esta pequeña pieza de plástico completó mi adicción al ciclismo. En casa, ese bidón me recordaba todos los días cuál era mi sueño. Usaba mi bidón amarillo del Team Polti todos los días con orgullo. 

Ahora soy uno de esos profesionales que pasan por donde están todos esos espectadores felices. Durante los momentos tranquilos de la carrera siempre mantengo mi botella vacía hasta que veo a algunos niños al lado de la carretera. Luego los arrojo con cuidado justo donde puedan atraparlo de manera segura. Hace dos años le di un bidón a una niña que estaba en la cuneta. Sus padres me dijeron que no solo la hice feliz ese día. Y es que todavía habla de esa botella. Y tal vez algún día ella también se convierta en ciclista.

Estos son momentos por los que amo nuestro deporte. Nadie puede quitarnos eso. Somos el deporte más accesible que regala bidones por el camino. Simple como eso. El ciclismo es simple”.

 

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Nombres como Mathieu Van der Poel, Wout Van Aert, Andre Greipel, Rohan Dennis, Greg Van Avermaet, Jasper Stuyven, Chris Froome, Michal Kwiatkowski, Wout Poels, Carlos Verona, Stefan Kueng, Richie Porte y un largo etcétera respaldaron a Schär y pusieron en duda la normativa de la UCI en esta materia. El pelotón, pues, ha hablado. Veremos en qué se traduce porque de momento la UCI no ha dicho nada al respeto.

Lo que está claro es que, en toda norma, deben existir matices. Grises. Respeto por el medio ambiente, por su puesto. Seguridad de los ciclistas, prioritario. Pero todo con sentido común. Por ejemplo, hay más acciones que se podrían llevar a cabo para reducir el impacto medioambiental que genera el ciclismo, que no se aplican.

En este sentido, me quedo con lo que escribió en Twitter la ciclista del equipo Massi-Tactic, Belén López, y que participó en la edición femenina del Tour de Flandes: “Las normas de la UCI dicen que no se pueden tirar bidones al público estando fuera de la “zona verde”. Las normas se pusieron en conocimiento de los ciclistas. Las normas están para cumplirlas. Si no lo haces, te sancionan. Esa norma es absurda, sí. Hay que intentar cambiar la norma, por supuesto. ¿La sanción es injusta? No, porque incumplió la norma. ¿Nos duele que hayan expulsado a Schär? Mucho, porque la norma nos parece absurda. Resumen: hay que pedir a la UCI que permita dar bidones al público”.

Así pues, la pasión por el ciclismo y el respeto por el medio ambiente deben coexistir. Todo se reduce a eso: a la fuerza que puede tener un bidón. Ya sea para inspirar a los futuros campeones, o para luchar por un ciclismo más respetuoso con el planeta.


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