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Federico Etxabe y la vida plena: 25 años sin tener que escuchar a un jefe

Hace 35 años, en el Tour del 87, Federico Etxabe ganó en Alpe d’Huez. También ganó en muchos más sitios lo que le permitió, una vez que se retiró a los 36 años, llevar la vida que deseaba. Ser totalmente dueño de su propio tiempo. 

Hace 35 años, en el Tour de 1987, Federico Etxabe ganó en la cima de Alpe d’Huez. Una cima de prestigio infinito, que vale para toda la vida. Etxabe, sin embargo, no es hombre de idealizar los recuerdos. Un tipo pragmático,  que es dueño de su tiempo desde que se retiró a los 36 años. “Mis ambiciones se acabaron cuando me retiré del ciclismo”, relata hoy, a los 61 años, padre de dos hijas, una de las cuales presenta en la ETB el programa ‘Vascos por el mundo’. “No hace más que viajar. Ahora, está en Cabo Verde”.

Le perdimos la pista cuando se retiró.
Tuve un equipo amateur. Pero era un sinvivir. Hay mucho hipócrita, mucho indeseable por el mundo. Acabé  desengañado. En la vida real hay mucho buitre. Tuve esta suerte de poder elegir y lo dejé, sí.

¿Y desde entonces?
Vivo tranquilo. Me levanto cuando me apetece. No me impone nadie lo que hago. Es otro tipo de vida que yo me he podido permitir. Dejé las ambiciones a un lado y me dije, ‘vamos a vivir’, y vivo con lo que tengo que no sé si es mucho o es poco pero para mí es suficiente.

¿Se puede vivir sin ambiciones?
He tenido ambiciones. El que no es ambicioso está jodido en esta vida. Pero quizás mis principales ambiciones se acabaron a los 36 años cuando dejé el ciclismo y es lo que le decía: ahora vivo de otra manera.

¿Y cómo vive?
Hasta el confinamiento vivía en el centro de Guernica. Pero desde entonces me vine a vivir al campo. Me levanto cada mañana viendo la biosfera de Urdaibai desde las ventanas de mi casa y luego siempre hay algo que hacer. Me gusta la pesca, ver cómo evoluciona la huerta y, sobre todo, salir a caminar con mis perros: hago 10 kilómetros diarios.

Se mantiene.
Bueno.

¿Y el ciclismo?
El ciclismo siempre está presente en mi vida. Lo sigo mucho. De hecho, hoy comentaré la etapa del Tour en la ETB y la próxima semana me iré cinco días a ver las etapas de los Pirineos: yo no puedo dejar de querer al ciclismo. Quise ser ciclista y lo fui y me fue bien. Corrí mi último Tour con 36 años.

¿Fue un final consentido?
No del todo. Los finales casi nunca son bonitos porque dejas de hacer lo que te gusta y te obligan a cambiar de rutina. Al menos, a mí no me resultó fácil.  Sobre todo, porque de ciclista vives en un mundo ficticio. No te enteras de la mitad de las cosas que pasan en el mundo real.

Y luego cuando llega el momento.
Es lo que hablábamos, sí.

Fue usted un ciclista vocacional.
Mi familia era muy aficionada al ciclismo. Iba a ver carreras y cuando estudiaba un compañero me dijo, ‘¿por qué no te sacas la licencia?’, y ahí iba a empezar todo para mí.

¿Y fue tan bonito?
Me pude desenvolver. Pero fácil no fue.  Los seis primeros años se me hicieron duros, y eso que tuve la suerte de estar en un equipo tan fuerte como el Teka. Pero era un ciclismo muy arcaico en el que nosotros mismos nos lavábamos la ropa.

Es la historia del ciclismo. 
Luego, todo cambió.  Yo viví la evolución desde dentro. Sobre todo, a partir de 1984 y le puedo decir que los años noventa fueron esplendorosos. De repente, había cambiado todo. La atención, los medios, todo, absolutamente todo. Parecía otro mundo.

Han pasado 35 años de su triunfo en Alpe d`Huez.
Fue importante porque es un sitio mítico. Entonces ganar ahí generaba participar en muchos Criteriums en Bélgica, en Holanda y yo tuve esa suerte.

¿Fue suerte?
Fue el día. Un día que yo más o menos había planeado. Recuerdo en la semana antes en los Pirineos le dije a Cubino con el que compartía habitación: ‘esa etapa de Alpe d’Huez me va muy bien a mis características’, y quién me iba a decir que iba a ganarla.

La ganó.
A falta de 50 kilómetros, Minguez me dijo que saltase para hacer de liebre a Anselmo Fuerte. Pero al final fui yo el que gané y Fuerte quedó segundo.

¿Y eso le cambió la vida?
Antes de ganar en Alpe d`Huez, yo ya había hecho cosas importantes. Había ganado muchas carreras. En 1985 llegué a ganar diez, entre ellas en la Vuelta a España. Tenía esa posibilidad.  Era rápido en los finales. Pero cuando fiche por el BH Minguez me preparó para la montaña y el resultado fue ése.

¿Y fue lo mejor de su vida?
Parece que sí. Pero yo también gané en Montreal, en el Gran Premio de las Américas en 1992, que me hizo ilusión. Pero decir que es lo mejor o lo peor no es fácil. Al final, uno se queda con recuerdos muy concretos y el término medio, que son la mayoría de los días, se olvida. Pero era lo que le decía: no me quejo.

¿Y quién ganará hoy en Alpe d`Huez?
Después de lo de ayer todos pensamos en Vingegaard. Realmente yo creo en él, lo vengo diciendo desde hace tiempo, cuidado con Vingengaard, y mire lo que pasó ayer.

 


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