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Eusebio Unzué: “Chaba me dijo un día, ‘no he venido aquí para vivir 80 años'”

| Movistar Team
El mánager del Movistar tiene 66 años y lleva casi 50 trabajando en el ciclismo, sin un solo año sabático. Un tiempo en el que lo ha vivido todo pero quizá nadie le impresionó como Chaba Jiménez. “El riesgo le llevó a lo que le llevó”, recuerda. 

Aún no ha pensado en su retirada. Y lleva desde 1974 en el ciclismo. Pero no tiene ganas de dejarlo y se siente bien rodeado en Movistar. Por eso Eusebio Unzué (66 años) no ha pensado aún en el día después. “La familia me lo recuerda a veces, pero tengo una señora que es una santa que ha sabido admitir esta situación”, dice. “He tenido esa suerte y ahora tengo dos hijos que están metidos en el mundo del ciclismo y supongo que todo eso influye. Cada día es mas estresante pero los años te invitan a relativizar el estrés”. Su hermano, que fue portero en el fútbol profesional, tiene ELA. “Ése es el ejemplo. No es fácil reaccionar como él lo está haciendo. Cree que aún está a tiempo de dar visibilidad a su equipo y llegue la solución para esa enfermedad. Es un aliviador para mucha gente por lo que padece y como lo lleva”.

¿Y usted no se cansa desde el 74?
Según de que cosas sí, pero del ciclismo no.

¿Y cómo se renueva uno a los 66 años? 
Siempre hay esa cosa que uno llama ilusión permanente. Pienso en la siguiente temporada y me digo ‘qué afortunados somos de tener un sponsor’ y me acuerdo cuando tenía 18 años y entraba en este mundo tan tentador. ¿Quién me iba a decir a mí que con 66 años seguiría aquí?

Pero sigue.
Sigo.

¿Y ha pasado muy rápido el tiempo?
Desde que llegó la era de la informática, sí. Los cambios, que antes producían en 10 años, ahora son en tres o cuatro.

¿Y no se quedó anticuado?
Siempre he tenido presente la necesidad de actualizarme permanentemente. Nuestro trabajo ya casi es como el de los informáticos. Hoy, para trabajar necesitas un porcentaje del día para actualizarte. Si no dedicas el 30 por cien de tu tiempo a aprender te quedas fuera. Por eso al final este trabajo es como si fueses cada día a la universidad. No te deja hacerte mayor. Nunca lo sabes todo. Siempre debes estar formándote.

¿Y cómo se forma una persona mayor?
Se puede ser una persona con inquietudes por muchos años que uno tenga.

¿Y qué le diferencia a usted? 
He entendido que la experiencia sólo es un valor si te preocupas por actualizarla. Si no lo haces contar lo que te sucedió hace 30 o 40 años no vale para nada. Sólo sería una anécdota. Pero yo he tenido la suerte y la necesidad de actualizarme porque nunca tuve un año sabático. No pude poner distancia. Siempre tuve la fortuna de tener trabajo.

¿Y de qué le vale ahora hablar de Induráin ó Perico que pertenecieron a otra época?
La verdad es que no mucho más allá de lo anecdótico. Pero para mí es importante porque forman parte de mis inicios. Yo recuerdo que aún en el Tour del 83 los ciclistas por las tardes, después de ir al masajista, se lavaban ellos mismos los maillots, los culotes y los calcetines porque ése era uno de sus cometidos naturales. Y ése mundo no se me puede olvidar.

¿Y ahora los ciclistas podrían lavarse su propia ropa? 
Claro que podrían hacerlo. Pero buscamos el mayor confort posible para ellos y eso es lo que permite que alcancen las medias que alcanzan o que vayan a la velocidad que van.

¿No echa de menos las pájaras de antes? 
Es otra de las consecuencias. Pero en el ciclismo de hoy es difícil que pase lo que no está dentro de lo previsible. Por eso las pájaras ya son anecdóticas porque todo lo que comen o cenan está en función de lo que van a gastar.

¿Y cómo se adaptó usted a esto?
Como un afortunado que es lo que sido y lo que soy. He vivido de lo que reportan estas novedades. La bicicleta no es como el mundo del motor pero en lo tecnológico el cambio ha sido bestial, hasta la presión que llevan en la ruedas, lo más mínimo ha adquirido una importancia grande. Hay un grado de sofisticación tan alto que ya no vale un menú común en el comedor para todos los ciclistas, cada uno tiene el suyo.

¿Echavarri se hubiese adaptado a este mundo? 
Seguro que sí. No lo dude. Pero se agotó y decidió marcharse.

¿Fue el mejor profesor del mundo? 
Sí. Para mí fue vital. Fui bajo su paraguas. Me dio esa oportunidad. Crecí bajo la sombra  de un hombre que sabía demasiado y que sabía como ser un genio. Era un genio, en realidad. No lo olvidaré jamás. José Miguel era un tipo con múltiples inquietudes con el que tuve ocasión de compartir habitación, hasta cama en los hoteles miles de años. Fueron vidas paralelas, inolvidable.

Pero era su jefe.
Pero hasta cuando se enfadaba era ocurrente. No desaparecía el filósofo que lleva dentro porque, en realidad, José Miguel fue un gran innovador. La gente que me dice ‘ qué suerte tuviste’, le doy toda la razón. Tuve mucha suerte.

¿Hay ciclistas que le han decepcionado?
Creo que una parte importante de mí es que olvido todo. Me quedo con lo mejor de cada uno. No me gusta ser rencoroso. No vale de nada. Pero claro que hay ciclistas que me han decepcionado. Es imposible no decepcionar a nadie. Yo mismo he decepcionado a gente que seguramente esperaba otra cosa de mí. Pero todas esas cosas te sirven para el futuro. Las decepciones siempre te reportan algo bueno.

¿Perdonó a Miguel Ángel López? 
Sí, por supuesto. Mas que perdonar, me ha dado pena que nos haya tocado compartir un momento tan desagradable después de cinco meses tan buenos. Pero la vida es así. En la vida te tocan vivir anécdotas feas.

¿Fue el día menos pensado? 
No. El día menos pensado fue cuando perdí en la carretera a ciclistas como Gálvez, como Antonio Martin, como Xavi Tondo… De ahí te cuesta muchísimo levantarte y te das cuenta que todo lo que pueda pasar en la vida, a comparación de eso, es una anécdota. Por eso siempre digo que la vida me ha enseñado a relativizarlo todo.

Nunca se sabe cuál es el día menos pensado. 
No, pero ése título es una historia de vida permanente. Siempre existirá el día menos pensado. Siempre forma parte de la evolución. Por eso me quedo con lo que un día nos dijo el presidente de Telefónica tras venir a ver una etapa del Tour de Francia: “Las cosas es importante hacerlas pero vale mas contarlas”. Y nos animó a rodar ‘El día menos pensado’.

¿Quién ha sido el mejor ciclista que usted ha dirigido? 
Es que depende.

¿De qué depende? 
De si me pregunta quién fue el más longevo, de quién fue el mejor rodador o el mejor escalador etc etc Pero en lo que a mí respecta nunca olvidaré lo que supuso un Greciano o un José Luis Laguia,  un Perico, un Arroyo o un Julián en el 83 ni la irrupción de Miguel Induráin ni la de Jean Francoise Bernard ni la de Abelardo Rondon, Mancebo, Chaba, Nairo… Fueron tantos…

En un mes se cumplen 18 años de la muerte de Chaba Jiménez.
Qué pena y qué dolor. Cada vez que lo pienso. Cada vez que vuelvo a él. Chaba fue como Perico. Era un poco actor. Lo que representaba para la sociedad iba más allá del ciclista. Sus gestas tenían un maquillaje social que lo convirtieron en un verdadero personaje y él se lo mereció porque era diferente: todo lo hacia diferente.

¿Y por qué murió así? 
Encajaba dentro de su perfil. Era un rebelde sin causa. Necesitaba ser así. La bicicleta no lo era todo para él. Necesitaba hacer cosas que no estaban en el comportamiento habitual del deportista. No podía ir en contra suya. No renunció a casi nada y como el me decía: ‘Eusebio, yo no he venido aquí para cumplir 80 años’. Así me contestó el día que le dije: ‘Chaba, cuídate más, no seas tan agresivo contigo mismo’. No olvidaré nunca.

¿Y qué le contesto usted?
Chaba era así. “No voy a renunciar a nada”, te decía. El ambiente siempre giraba entorno a él y fue muy divertido. Lo serio lo convertía en humor porque él era así. El riesgo le llevó a lo que le llevó. El día que se fue entendí que todos tenemos una parte que nos la quitaríamos.

Eso es verdad. 
Esos chicos perfectos no existen y, si existen, deben ser muy aburridos.

¿No conoció entonces al ciclista perfecto? 
Probablemente el hombre que más tranquilidad nos dio fue Miguel Induráin . Difícilmente fallaba en los grandes momentos. Pero era como ahora Alejandro Valverde, que es otro genio. El día que empecemos a valorarle de verdad nos daremos cuenta. No los hay como Valverde que lleva 20 años y siempre en primera línea. En 2003 ganó dos etapas de la Vuelta y fue tercero y aún sigue plantando cara a los mejores y a chicos que podrían ser sus hijos. Ni siquiera Zoetemelk en su época.


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