Echamos de menos al ciclista valiente que nos impresionó con 23 años y que hoy, a los 26, ha derivado en un superviviente en el grupo de cabeza. En la Vuelta a España, que empieza el sábado, tiene una nueva oportunidad de reivindicarse.
Todavía me acuerdo de la Vuelta a España 2018.
Fue como una ráfaga de aire fresco en nuestras vidas.
Enric Mas tenía entonces 23 años.
Apareció con una naturalidad extraordinaria.
“La primera reacción es el entusiasmo”, escribió Juanma Trueba, mi cronista de ciclismo favorito.
Mas ganó la etapa reina en La Gallina y fue segundo en la general final detrás de Simon Yates.
Tuvo incluso una capacidad más importante: la de emocionarnos.
Trueba también escribió que “un chico de 23 años pisa el podio de la Vuelta a España cuando dábamos por hecho que nos esperaba una larga travesía en el desierto”.
Y ése ciclista fue Enric Mas.
Contador lo anunciaba como su sucesor.
Y nosotros lo responsabilizamos de nuestro optimismo y nos pareció que ya habíamos encontrado nuestro hotel de 5 estrellas en el que pasar las vacaciones de verano.
Desde entonces, han pasado tres años.
Y la realidad no nos presta su casa.
Y nos recuerda que en estos tres años no hay ni rastro de ese devorador que un día imaginamos.
Enric Mas no ha vuelto a pisar un podio y ya tiene 26 años y ya ni tan siquiera tenemos claro que sea el verdadero jefe de filas de Movistar.
Pero, por encima de la resignación, está la preocupación.
No dudamos de su capacidad porque ha sido quinto (2020) y sexto (2021) en un Tour de Francia.
Pero con Enric Mas aspirábamos a algo más que un superviviente en el grupo de cabeza.
Si no arriesgas nunca serás inolvidable.
Mas era para nosotros la promesa de una película muy taquillera.
El precursor de inolvidables revoluciones que rompiese esta horrible monotonía para el ciclismo español.
Sin embargo, tres años después no nos queda otra que seguir esperando, que meter en una botella de anís a la impaciencia y que insistir en la prudencia que pedía Trueba en ese mismo artículo.
Quizás porque la gente, que lleva muchos años escribiendo, nunca se olvida de la prudencia y por eso recordaba:
– No todas las promesas se cumplieron.
Y probaba sus argumentos frente al jurado.
Y se acordaba de ciclistas muy precoces que nunca completaron el palmarés que se les imaginaba como Gimondi, como Fignon, como Berzin o como Damiano Cunego que ganó el Giro con 22 años y que nunca más en su vida volvió a pisar el podio en una grande.
Por eso el propio Trueba le puso misión para el futuro:
– De hecho, ese será el primcipal desafío de Enric Mas. Tiene las piernas pero ahora deberá adiestrar su cabeza para lo que viene: la expectativa máxima y la responsabilidad absoluta. Cualquier lugar lejos del podio será tomado como una decepción, casi como un afrenta.
Y en esas estamos ahora.
Nos preguntamos: ¿estábamos equivocados? ¿pecamos de optimistas?
En este viaje no presumimos de nuestra decepción pero tampoco nos sentimos culpables porque, en realidad, nuestra decepción es la misma que la de Enric Mas.
– La valoración del Tour ha sido negativa – explicó él mismo este verano tras el Tour, tras un Tour en el que quedó sexto clasificado.
Si el máximo interesado está de acuerdo con nosotros no podemos estar equivocados.
A otros ciclistas les podría valer pero a él no le vale.
Por eso seguimos preguntándonos:
¿Puede estar Mas a la altura de Pogacar, Bernal, Vingegaard….?
Hoy, volvemos a renovar nuestra confianza en él y entendemos que esta Vuelta a España es una mayúscula oportunidad para que Enric Mas vuelva a arriesgar como lo hizo en Andorra en la Vuelta de 2018 y nosotros podamos empatizar, de una vez, con él.
