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“En cuanto vieron que había sido ciclista me cogieron en la entrevista de trabajo”

Publicado por
Alfredo Varona
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El inolvidable sprinter Alfonso Gutiérrez, que es ingeniero de minas, ha trabajado los últimos 25 años de visitador médico en la multinacional Pfizer. Hoy, es un hombre de 60 años, que ya es abuelo y que recuerda su época de sprinter en los 80.

 

Se crió en la meca del ciclismo: Torrelavega. Fue hijo de ciclista. Su padre, Julio, que  trabajaba en Firestone, lo fue en los años cincuenta.  Y de ahí salió él,  Alfonso Gutiérrez,  que fue el gran sprinter español en los ochenta. El ciclista que se enfrentaba a lo imposible. Hoy, es un hombre de 60 años, que tiene un nieto (Mateo) y una nieta en camino que se llamará  Valeria. “El deporte de élite es una profesión en la que te miden cada día”, recuerda hoy en Santander, donde está su casa, enfrente de la Plaza de Toros.

 

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En su fotografía de WhatsApp reaparece el sprinter de Teka.
Hace un mes falleció mi madre, Carmina y ella me está dando un beso en esa foto, sí. Gané en Llanes en la Vuelta a Asturias en mi primer año de profesional.

Me había llamado la atención.
Pero fue por lo que le digo. El otro día encontré la fotografía en casa y me resulta tan emotiva. Pero, más allá de eso, no suelo poner nada de ciclismo. El ciclismo fue lo mejor que me pasó en la vida. Pero ya se terminó.  A los 32 años, me retiré y se acabó.

¿Uno deja de ser ciclista alguna vez? 
Se lo puedo contestar de otra manera. Llevo 25 años trabajando en Pfizer.  Recuerdo cuando fui a la entrevista de trabajo. Llevé el currículum en el que ponía que era ingeniero técnico de minas,  entrenador nacional de ciclismo  etc, etc. El caso es que cuando la persona, que me entrevistó, me preguntó: ‘pero ¿eres Alfonso Gutiérrez,  el ciclista?’, le dije sí y rápidamente me contestó: ‘pues ya no me hace falta entrevistar a nadie más’.

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Y desde entonces.
Ser ciclista en nuestra generación era un valor añadido, sí.

Para mí es usted un mito. 
De aquella época lo somos todos gracias a la televisión en directo. Había tantos equipos profesionales y la gente nos conocía casi personalmente. Los periodistas entraban en nuestras casas, en nuestras habitaciones. Y no había cascos ni gafas que impidiesen ponernos cara. Y era tan importante ganar como hacer una gran escapada. Y tuvo repercusión, sí.  Se le daba valor.

Usted ganaba como no ganaba nadie en España: al sprint. 
España siempre ha sido una escuela de escaladores (no de sprinters). De hecho, los equipos no daban valor a tener un sprinter. Desde cadetes teníamos que subir puertos.  Le puedo contar que yo en el Trofeo Valenciaga, que era una prueba en la que se subían varios  puertos de primera y a la que los directores iban a buscar talentos, fui cuarto.

¿Y entonces qué le hizo sprinter?
El instinto, la experiencia, el hecho de ver que tenías esa facilidad y de comprobar que la estatura no era un impedimento. Me enfrentaba a aquellos sprinters belgas y holandeses, como Planckaert, Vanderaerden…., que eran altos y fuertes y vi que les podía ganar.

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¿Y ante esos tipos tan grandes no sentía  complejo de inferioridad?
Pero no por la estatura. Cuánto menos estatura tengas más difícil lo tienes. Eso es evidente. Pero había que buscar recursos. No hay que pensar cómo hay que hacerlo, sino hacerlo. Y yo, cuando no era el hombre a batir, me quedaba en un segundo plano y arrancaba de lejos. Y gané carreras, a veces por un tubular y otras por suerte, que sería suerte de no quedarme encerrado.

Ganó usted mucho, muchísimo. 
Llegué a ganar 228 carreras, 82 de profesional.

Fue usted el sucesor de Noel Dejonckere en el Teka.
Sí,  durante siete años.

Siempre creíamos en Alfonso Gutiérrez.
Tuve la suerte de estar en el Teka y de que Linares, que había sido gregario de lujo de sprinters como Perurena, diese valor a gente como yo. Y fue una época bonita, sí, lo mejor que pudo pasarme en la vida a esa edad.

Un sprinter se juega la vida. 
Es la especialidad más complicada, porque se decide en pocos metros y en pocos segundos. El error no es rectificable. Y, mire, siempre se habla de quien es más listo. Pero hay que contar con la suerte. La mayoría de las veces no ganas porque te quedas cerrado o enganchado. No porque seas peor.

No lo había pensado.
Es verdad que luego debes tener las fuerzas listas para arrancar a 65 km por hora. Media pedalada en falso pierdes 10 kilómetros por hora. Pero ese instinto te lo da la experiencia. Los 200 km que preceden al sprint debes ir relajado. No puedes  pensar porque casi seguro que nada se va a desarrollar como lo pensaste. Debes llevar todo en la cabeza: desarrollo, curvas, viento, fuerzas  etc

¿Y después del ciclismo ha sido tan feliz? 
Me he preocupado por serlo. Cuando me retiré pude quedarme con la concesión de una cantera en San Vicente de la Barquera y así desarrollar lo que había estudiado, pero me di cuenta que, en el mundo del hormigón, no sería feliz. De hecho, no lo fui los dos años que estuve y lo dejé.

¿Y?
Recuerdo que a los pocos días salí a montar en bicicleta con mi amigo Santi  y me dijo, ‘te tengo que mandar un recorte del periódico para trabajar en la industria farmacéutica’. Y así, de la forma más casual, es como entré en Pfizer…

Desde entonces, han pasado 25 años.
He trabajado mucho. sí. Pero, sobre todo, he tenido la suerte de estar en una gran empresa como Pfizer en la que mi trabajo es informar a los médicos, tener claro que soy la imagen de la empresa ante el médico.

¿Es usted buen vendedor?
No me ha ido mal. Pero sobre todo he disfrutado. Si te gusta lo que haces es casi imposible que te vaya mal. He tenido que actualizarme cada día porque en oncologia los avances son continuos  y debes estar cerca de los médicos para que con los medicamentos que representas ellos puedan ayudar a sus pacientes. Pero, mire, después de 25 años, le puedo decir que esos médicos son grandes amigos para mí. Y agradezco que no haya un solo día que me cueste ir a trabajar. Tengo 60 años y sé por experiencia de otros  que esto no es fácil.

Le he visto muy bien.
Bueno, el covid me dejó secuelas. Sobre todo, debilidad muscular y trastorno del sueño. Pero poco a poco voy saliendo. He vuelto a montar en bicicleta.  De hecho, ayer cuando me llamó estaba montando en bici en las montañas. Tengo motivación.

 

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Alfredo Varona