El peso. El posible problema de Chris Froome

Publicado por
Aleix Serra
Publicidad

Una de las grandes incógnitas para este inicio de temporada era la de conocer el estado físico de Chris Froome.

Bien entrada la competición y tras disputar todo el UAE Tour y las primeras etapas de la Volta a Catalunya parece que podemos empezar a deshojar la margarita.

Chris Froome sigue muy lejos de su mejor versión. Esta frase, por muy lapidaria que les resulte a algunos, es una realidad. Una realidad tan clara como que debe ser contextualizada.

Publicidad

El 12 de junio de 2019 será recordado siempre por el ciclista británico. Esa maldita fecha y esa maldita racha de viento lateral que reconociendo la contrarreloj de Dauphine echó al traste su camino hacia el quinto Tour de Francia.

Fractura de fémur, costillas y codo. El parte médico era desgarrador. Los médicos ya advirtieron rápidamente de la situación. Operación de más de 4 horas y por delante un largo y duro proceso de recuperación de por lo menos 6 meses.

Con 34 años, una carrera profesional más que espectacular y un panorama de estas características más de uno se hubiera bajado del carro. Lo fácil era retirarse. Optar por colgar la bicicleta y dejarlo en lo más alto.

Publicidad
Chris Froome. Vivisblemente más pesado en la presente Volta a Catalunya

Froome optó por la segunda opción. Una opción, que curiosamente y de forma un tanto irrespetuosa, algunos aprovechan ahora para criticar.

El ciclista nacido en Kenia estaba dispuesto a trabajar todo lo que fuera necesario para volver. Para volver a montar en bicicleta a nivel profesional y por qué no intentar llegar nuevamente al mismo nivel. Los médicos fueron muy claros “Su recuperación dependerá de su deseo de luchar”.

Año y medio después, con cambio de equipo incluido, la situación personal y deportiva del cuatro veces ganador del Tour de Francia es totalmente distinta.

Froome ha cumplido con el objetivo personal. Volver a sentirse ciclista y tal y como lo refleja su eterna sonrisa, volver a disfrutar del ciclismo.

Publicidad

Cierto es que lejos quedan los tiempos de aquel espigado corredor que molinillo en mano fulminaba a todos sus rivales cuando la carretera picaba para arriba. Pero lo que no se ha ido con la lesión es el entusiasmo, la profesionalidad y la enorme educación del campeón.

Un servidor, os puede asegurar que pocas veces ha visto a un ciclista tan agradecido, simpático y respetuoso con el aficionado como Chris Froome.

Un señor de los pies a la cabeza, que, en la presente Volta a Catalunya sigue sonriendo a todo aquel que respetando las medidas sanitarias se acerca a darle ánimos, a saludarle o incluso a increparle.

Porque sí. Porque de estos últimos hay bastantes. Gente que como comentaba al inicio de la publicación, se siente capacitada para cuestionar las decisiones de todo un campeón de Giro, Tour y Vuelta.

“Que si se tendría que haber retirado…. Que si solo ha fichado con Israel por el dinero…. Que si nunca volverá a ser el de antes…”

Al margen de que todas las opiniones deben ser respetadas, se echa en falta algo de admiración por un tipo que ha dado y sigue dando tanto al mundo del ciclismo. ¿Por qué no valoramos que Froome sigue compitiendo, que es un enamorado más de nuestro deporte?

Chris Froome comentando la contarreloj con parte del equipo

Desconozco si Froome será capaz de mejorar su nivel. De acercarse al ciclista que fue, pero lo que sí tengo muy claro es que por lo menos está en el camino correcto.

Roma no se hizo en dos días y un tipo que nació en Kenia y que tuvo que pasar unos primeros años de profesional muy complicados, también lo tiene claro.

Froome ha sido siempre uno de los ciclistas más talentosos. Un motor tremendo y unas condiciones fisiológicas excelentes para la práctica de este deporte, pero también ha sido, y sigue siendo un trabajador incansable. Un obseso del trabajo, del descanso, de la nutrición, del material y de cualquier detalle que le permita arañar segundos al cronómetro.

Tras un parón tan largo y una lesión tan delicada es normal que no solo este lejos de su mejor estado de forma, sino también de su peso ideal.

Froome que en su mejor versión, probablemente la mostrada en la etapa de La Pierre de Saint Martin de 2015, pesaba 67 kilos para su 1,86m de altura, está visiblemente más pesado.

Un peso que sumado a las limitaciones todavía presentes de la lesión, le dificultan poder rendir a un nivel más alto.

Además, hay que tener en cuenta, tal y como el propio Alberto Contador reconoció en más de una ocasión, que el metabolismo cambia con la edad. Y que los sacrificios por mantener esa extrema finura son cada vez más altos.

“Sigue siendo un trabador incansable. Un obseso del trabajo, del descanso, de la nutrición, del material y de cualquier detalle que le permita arañar segundos al cronometro”

Froome no es el Froome de 2015, basta con ver la fotografía adjunta que le saqué calentando para la contrareloj de la Volta a Catalunya, pero el ciclista del Israel Start Up Nation tiene muy claro que para el Tour de Francia todavía quedan meses y que está en tiempo de pulir muchos detalles. Entre ellos el peso.

Froome sabe lo que hace, sus preparadores también. Siempre se ha caracterizado por seleccionar sus grandes objetivos, y a diferencia de Pogacar, Roglic o Bernal difícilmente lucía todo su máximo potencial en las carreras previas al Tour de Francia.

Froome está presente y aunque parece más un deseo que una realidad, emocionarse con un gran Tour de Francia todavía es posible. Tiempo al tiempo y a valorar cualquier acción o intento de este valiente deportista. Un señor de los pies a la cabeza.

Publicidad
Comparte
Publicado por
Aleix Serra