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Destacar antes de los 25. Las exigencias del nuevo ciclismo

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Hemos puesto 25, pero bien podrían ser 23 o 24, los años con los que tristemente se empieza a marcar el límite en determinados ámbitos del profesionalismo.

Y si, decimos lo de tristemente, porque realmente parece surrealista que se empiece a sentenciar la carrera deportiva de un ciclista antes de que estos lleguen al cuarto de siglo.

Lo que sucede en el ciclismo actual no es más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Prisas y más prisas para llegar cuanto antes.

Lo que importa es el destino y el trayecto acostumbra a ser irrelevante.

Tadej Pogacar se ha convertido en el ciclista más joven de la historia en ganar dos Tours de Francia, pero es que Pogacar es solo un exponente, el más importante, de una camada de jóvenes talentos.

Sus rivales más directos, al menos en un futuro inmediato, llegan justo a los 25. Egan Bernal y el sorprendente Jonas Vingegaard tienen 25, pero es que Tom Pidcock apenas tiene 22 y Remco Evenepoel es ya el primer ciclista del nuevo milenio que mira de tú a tú a los grandes capos del pelotón.

Remco evenepoel
Remco Evenepoel, el niño maravilla nacido el año 2000

Estos quizá sean los nombres más destacados en cuanto a posibilidades reales de dominar las grandes vueltas en los próximos años.

Gente como Carapaz (28), Mas (27) , O’Connor (26) son casi veteranos y todavía lejos de llegar a su plenitud física más de uno ya ha enterrado sus opciones como grandes vueltomanos.

Por no hablar de la generación de 1990 que con 32 primaveras ya parece que sus mejores años quedaron atrás.

Gente como Pinot, Bardet, Quintana, Sagan, Kwiatkowski o Matthews nacieron ese año y pocos los ven capaces de volver a conseguir algo grande.

Roglic nació un año antes, en 1989 y suerte tiene de que llegó al ciclismo tarde, después de su trayectoria como saltador de esquí. De no ser así, ya sería visto como un ilustre veterano.

Cierto es que evidentemente encontramos excepciones. Valverde y Cavendish son un buen ejemplo. Pero para nada es la tónica habitual.

Lo que sucede es un hecho bastante curioso y es que nos encontramos ante una época en la que sobresalen los extremos.

Encontramos a ciclistas tremendamente precoces y al mismo tiempo a veteranos como Valverde, Sevilla, Mancebo o Rebellin que baten auténticos récords de longevidad.

Este último sigue siendo ciclista profesional con 50 años. Rebellin pasó a profesionales en 1992 cuando ni Pogacar, ni Pidcock, ni Van Aert, ni Van der Poel, ni Bernal, ni Evenepoel habían nacido.

Que niños de 18 años lleguen al World Tour no es malo. Si llegan es porque los equipos creen y tienen pruebas fisiológicas que avalan la viabilidad de los contratos deportivos.

El problema no lo tienen, ni Pogacar, ni Evenepoel, ni Bernal. El problema lo tienen los ciclistas que con 22,23, 24 o 25 años siguen peleando en amateurs por dar el salto al profesionalismo.

Thomas pidcock van aert van der poel
Las nuevas generaciones vienen pisando fuerte

Su problema llega cuando a ojos deportivos a los 24 años ya son “viejos” para pasar a profesionales.

Miguel Indurain no ganó su primer Tour de Francia hasta pasados los 26 años y no será precisamente que posteriormente no tuviera tiempo de marcar una gran época.

En España tenemos los casos más destacados de Juan Ayuso y Carlos Rodríguez quienes incluso antes de cumplir la mayoría de edad ya estaban ultimando sus contratos de larga duración con UAE e Ineos respectivamente.

Ellos, al menos a corto plazo, no tendrán ningún problema y es que su talento está fuera de cualquier duda.

Tampoco lo tendrán adolescentes como Cian Uijtdebroeks o Romain Gregoire, dos de los ciclistas más prometedores el año pasado en categoría junior. Ambos han dado el salto al profesionalismo esta temporada.

Pero el verdadero tema, y el kit de la cuestión llega a la hora de analizar por qué sucede todo esto.

La especie humana no ha sufrido ninguna mutación, lo que sucede, insistimos en que todo esto no es más que un reflejo de la sociedad, es que con 15, 16 y 17 años ya vivimos y entrenamos como adultos.

A los 14 o 15 años extraño es el niño que no está en posesión un Smartphone y en categorías inferiores y de formación, raro es el niño que no entrena a raja tabla con un potenciómetro.

Estos niños, que sueñan con ser el nuevo Evenepoel o el nuevo Ayuso, se machacan diariamente, olvidándose por completo de disfrutar del camino. A ellos, y desgraciadamente a muchos padres, solo les importa el destino.

Es normal que la categoría elite esté tan mermada de ciclistas. Todos han empezado, tan fuertes, tan obsesionados y con tantas ganas, que cuando el camino al profesionalismo se complica la mayoría quemados hasta la médula optan por colgar la bicicleta.

Que Pogacar haya batido el récord de precocidad con sus dos triunfos en el Tour de Francia no parece malo. Lo que sí parece cuestionable es que los cadetes estén entrenando con cargas de junior y los juniors con intensidades de profesionales.

Como aficionados solo vemos los que llegan a lo más alto, obviando por completo que de Pogacars y Ayusos no salen tantos como nos gustaría

 


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