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De fontanero a ganar una etapa en el Tour de Francia

Joxé Nazabal fue un ciclista del histórico Kas, que compitió frente a Eddy Merckx y que llegó a ganar una etapa en el Tour y a ser podio en la Vuelta a España.  

Hoy, tiene 70 años y le encanta la vida de campo con sus huertos, con sus perros, con sus paseos por los valles de Goyerri (Guipúzcoa). Ayer, Joxé Nazabal fue uno de los estandartes del Kas. Un ciclista que llegó a ganar una etapa en el Tour de Francia y que fue tercero en una Vuelta a España. Hay que irse lejos, 45 años atrás, para localizarle. Pero ése es el valor de los recuerdos. Nos permiten recuperar recuerdos que parecían perdidos y que nos demuestran que en el pasado también ocurrieron grandes cosas. “Pero entonces el ciclismo era como trabajar en una empresa”, explica Nazabal.

Fueron tiempos en blanco y negro. 
Bueno, yo no tenía ni televisión. Pero así fue. No se puede comparar. Ahora, las cosas se hacen de otra forma: yo entrenaba a mi manera, lo que me parecía cada día, según el cansancio. Nadie me decía ‘mira haz esto, haz lo otro’. No tenía especialistas en nada. No teníamos ni médico ni siquiera plan de entrenamiento.

Nada.
Por raro que le parezca, así era en mi época.

Y eso que usted llegó a correr con Eddy Merckx y Luis Ocaña.
Así fue, pero ellos estaban a otro nivel, no se puede ni comparar.

¿Que le hizo ciclista entonces? 
Desde niño me gustaba y luego entendí que podía ser una salida para mí. Yo vivía  en el caserío familiar en Zaldivia. Trabajaba con mi difunto padre y el quería que me quedase a trabajar con él toda la vida en sus labores. Pero yo no quería y a los 17 años busqué una salida y empecé a trabajar de fontanero y, nada más terminar de trabajar, salía a entrenar.

Muy duro. 
Así estuve año y medio.

¿Y después? 
Empecé a ganar carreras en aficionados y me gustaba y vi que el ciclismo podía ser un oficio para mí. Y así fue cuando llegó el momento de pasar a profesionales y entonces  ya cambia todo porque firmas un contrato y ya tienes un sueldo. Recuerdo que hice el servicio militar entre Cáceres, Madrid y Basauri y nada más terminar fui directo a correr a la Vuelta a Andalucía.

Y llegó a ganar una etapa en el Tour de Francia. 
Fue en Vitoria, en casa del Kas, nuestro patrocinador. Me metí en la escapada nada más cruzar la frontera y subiendo Ezkurra se quedaron el belga y el italiano que iban conmigo. Me quedé solo en Lekumberri, se pensaron que con el viento iba a perder  la ventaja pero no fue así. Todavía me acuerdo de aquel día y eso que han pasado más de 45 años. Se enteró todo el mundo. Iba por todos sitios y todos me lo recordaban, ‘vaya victoria en el Tour’.

¿Y le cambió la vida? 
En absoluto. Sólo por una etapa en el Tour en aquella época no te cambiaba la vida. Al día siguiente había que volver a dar pedales y tú no pensabas en otra cosa que no fuese la felicidad de haber ganado en la carrera que más admirabas desde niño cuando escuchabas hablar del Tour por la radio o lo leías en los periódicos.

Era otra época como usted dice.
Ganaba para vivir. Pero sabías que rico con esto no te ibas a hacer. Que ricos eran cuatro o cinco pero que tú no lo ibas a ser y no pasaba nada. Te amoldabas a la vida que tenías y con dar la entrada para comprar tu piso ya te parecía suficiente. Mi época era así. El ciclismo era como trabajar en una empresa.

Usted corrió en el Kas, que era como una selección nacional.
Si con Perurena, con Lasa, con López Carril, con Linares, con tanta gente,  qué recuerdos.

Fue usted un buen ciclista.
Bueno, es verdad que luego gané una etapa en la Vuelta a España y que fui tercero un año y que hice mis cosas. Gané en los Valles Mineros, gané la Vuelta a Aragón…., que  también era difícil. Incluso estuve cerca de ganar una etapa en el Giro a Italia,  recuerdo.

Dejó el ciclismo a los 32 años.
Sí, entendí que ya era suficiente.

¿Y cómo fue su vida después?
Luego, trabaje doce años en un bar, en un asador que monté en el pueblo para 40 comensales. Pero aquello era muy duro y lo dejé y entonces tuve la opción de entrar de mecánico en el Euskaltel en la época de Zubeldia, Laiseka, Mayo…, y no me lo pensé. Estuve 17 años. Era mi mundo: el mundo que más me gustaba.

¿Y cómo fue? 
Por mi propio iniciativa. Un día se me ocurrió decirle a Miguel Madariaga, que era el jefe en Euskaltel y que había sido director mío en aficionados si había algo para mí.  Me ofreció trabajar de masajista o de mecánico y le dije ‘mecánico, yo mecánico’.

¿Y sabía de esto? 
No mucho, pero se podía aprender y lo aprendí como había aprendido a ser fontanero o ciclista. Al final, la vida es aprender. Y ahí estuve con los chavales. Y fueron años muy bonitos en los que el Euskaltel con Gorospe de director hizo cosas muy bonitas en el Tour de Francia ganando etapas y peleando por buenos puestos en la general.

¿,Y en qué se parecía esa época a la suya?
En nada, ya se lo he dicho.

¿Y qué pensaba? 
Alguna vez pensé que si hubiese vivido esta época igual podía haber llegado más lejos.

En su época se decía que el gran Fuente,  José Manuel Fuente,  fumaba antes de las carreras.
Sí, eso se decía, pero yo nunca le vi.

¿Qué le faltó a usted? 
Nunca se sabe. Yo entrenaba a mi aire. Hacía el tiempo que me parecía: tres, cuatro, cinco horas. Hacía lo que escuchabas. Preguntabas y lo que te decían. Pero ya se sabe que la gente no suele decir casi nunca la verdad de lo que hace.

 


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