Cinco etapas donde ganar el Giro y una donde perderlo

Publicado por
Borja Barbesà
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Se dice en relación al Tour, pero también aplica para el Giro y la Vuelta: se gana cada día y se pierde en uno solo. Esta máxima nos viene a enseñar que para ganar una ronda de tres semanas es preciso salir airoso de todas y cada una de las etapas, por fáciles que parezcan sobre el perfil. Uno puede exhibirse en una jornada de alta montaña pero de nada le servirá, en términos de clasificación general, si no muestra un mínimo de regularidad y libra percances de todo tipo.

Una vez que esta apreciación la tenemos clara, podemos aventurarnos a señalar jornadas en las que los favoritos pueden poner el Giro a su favor, así como también detectar parciales en los que seguramente hay mucho más a perder que a ganar. Dentro del menú propuesto para la presente edición corsa rosa, hemos elegido cinco etapas claves y una que quizás no lo parece tanto pero que puede ocasionar un gran disgusto al favorito que no tenga el día.

Ya anticipamos que no incluimos ninguna contrarreloj, la escasa longitud de ambas las relegan a un plano casi anecdótico.

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Etapa 9: Isernia – Blockhaus
Domingo 15 de mayo



La primera gran jornada de este Giro es un periplo durísimo por los Apeninos, esta vez aprovechados al máximo. Ya se habrá disputado la etapa del Etna, ya pasó el día para quien quería tanteo cuesta arriba. El Blockhaus, con sus últimos 10km al 9’4% de media, es el final en alto más duro de la carrera, así que quien venga a ganar no puede esconderse.

Será una jornada que deparará diferencias notables debido también a lo cargada que viene toda la etapa. El Passo Lanciano pondrá las piernas tiesas a todo el mundo y esos primeros 40km duros añaden dificultad e interés extra al parcial. De este día ya saldremos con un buen puñado de nombres prácticamente descartados para el triunfo final.

Etapa 16: Salò – Aprica
Martes 24 de mayo



Según muchos, la jornada reina. No lo discutiremos. La longitud y el desnivel acumulado así lo indican. También algún nombre de resonancias legendarias. El Mortirolo, claro está, aunque esta vez por su vertiente ‘fácil’, 12.6 km al 7.6%. Y también el Valico di Santa Cristina, escenario de la pájara de Indurain en el Giro de 1994, el de Berzin y el joven Pantani.

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Es bastante probable que quien suba mejor este puerto sea el gran favorito para terminar de rosa en Verona. Goletto di Cadino quizás no tiene tanto nombre, pero es de esas ascensiones cien por cien alpinas. Duro pero largo, que diría Perico Delgado. Apunten la fecha, 24 de mayo, y cójanse la tarde libre.

Etapa 17: Ponte di Legno – Lavarone
Miércoles 25 de mayo



Al día siguiente de la etapa reina, nada de descanso relativo. Más madera. Y tras haber sometido el cuerpo al límite, puede haber sorpresas. Salida en cuesta, ideal para intentar configurar una escapada numerosa, un tramo intermedio algo más cómodo y un encadenado de dos puertos duros para rematar.

El Passo del Vetriolo es ideal para que un equipo imponga ritmo y diezme el pelotón y las fuerzas. Monterovere da para romper cualquier presunto equilibrio de fuerzas, 8 kilómetros que oscilan sin descanso entre el 9 y el 11%. Una vez coronado, para llegar a meta quedarán todavía otros 8 kilómetros de toboganes. A más de uno se le harán interminables. Para nada descartaría que llegue a ser una etapa más decisiva que la anterior.

Etapa 19: Marano Lagunare – Santuario di Castelmonte
Viernes 27 de mayo



El Giro hace una incursión eslovena que resulta de todo menos anecdótica. Servirá para descubrir Kolovrat, seguramente en el podio de las ascensiones más duras de esta edición. Los números oficiales hablan de 10’3 km al 9’2% de media, algo maquillados por un km central de falso llano.

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Un puerto precioso que situado ahí, a unos cincuenta kilómetros de meta y con un largo descenso, convierte esta etapa en la más proclive para ataques de lejos. El llano antes de la subida final no debería ser un problema si se cuenta con compañeros por delante: el ABC del ciclismo ofensivo. Quien tema que los últimos kilómetros de la Marmolada del día siguiente no sean suficientes para dar el vuelco deseado, aquí tiene su oportunidad de oro.

Etapa 20: Belluno – Marmolada
Sábado 28 de mayo



Me inclino a pensar que a estas alturas la general ya estará bastante decantada hacia un corredor, si bien hará falta confirmar que la maglia rosa tiene la victoria al alcance de la mano. Y nada menos que esta confirmación se tiene que dar en la jornada dolomítica de esta edición. Quizás por lo mejorable de los encadenados de puertos, no es el tappone de otras ediciones, pero está a galaxias de ser un día fácil.

Como insinuaba en el texto de la anterior etapa, un desarrollo previsible limitaría los ataques relevantes a los últimos 5 kilómetros de la Marmolada. Pero el aspirante que no tenga nada que perder puede tratar de hacer saltar la carrera por los aires en San Pellegrino. En clave ciclismo moderno puede parecer un suicidio, con todo lo que queda por delante, pero tal vez encuentre aliados.

La etapa donde perder el Giro…

Etapa 14: Santena – Torino
Sábado 21 de mayo



Como hemos dicho, una gran vuelta se puede perder en cualquier esquina, en cualquier isleta, montonera, gastroenteritis súbita o ataque rival sorpresivo en un día a priori de perfil bajo. Bajo esta premisa todas las etapas cabrían en este apartado. Pero hemos elegido la de Torino por poseer una enorme dureza pero algo camuflada. No hay grandes puertos pero la jornada es una tortura de subidas y bajadas empinadas, curva tras curva. Además, el corto quilometraje aquí puede empujar a que se vaya a mil por hora desde el inicio y no haya espacio para el control y el sosiego.

La dureza de la subida a Superga ya la conocemos de la Milano – Torino, y sabemos que da para hacer mucho daño. Pero la mayor trampa es el llamado Colle dalla Maddalena que también se pasa en dos ocasiones y cuenta con un kilómetro y medio inicial que ronda el 14% y máximas del 20%. Quien pierda rueda ahí, o en cualquier otro punto de esta etapa, puede llegar a meta con las opciones de clasificación general prácticamente agotadas. Y si llueve, algo bastante habitual en la zona, multipliquen por dos o por tres el factor de riesgo.

 

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Borja Barbesà