¿Creo que ningún estudiante de química se atrevería a cuestionar a un premio nobel de la modalidad verdad? Pues en esto del deporte parece que todo vale y que todo está permitido.
El ciclismo ha adquirido en los últimos tiempos una posición muy diferente a la que venía expresando durante décadas.
Ahora la lluvia de críticas hacia los profesionales es una constante que actúa de igual forma que lo hace en otros deportes como el futbol o el baloncesto. Cada vez vemos expresar menos admiración a ciclistas y a equipos.
Movistar, Contador, Roglic, Alaphilippe todos reciben sus toques de atención y es que, aunque todo el mundo y por consiguiente todos los aficionados son libres de expresar su opinión, a menudo estas opiniones no vienen manifestadas ni con respeto ni con educación.
Un respeto que merecería, y no siempre tiene, un 4 veces ganador del Tour de Francia. Un ciclista como Chris Froome que este 2021 está afrontando su temporada más complicada y no solo en la faceta estrictamente deportiva.
Su fichaje por el equipo Israel Start Up Nation ha sido duramente criticado y para muchos detrás de él solo existe un interés económico y comercial.
Obviando que si esto fuera así, sería totalmente legítimo, creo que no estaría de más atribuir algo de mérito a un tipo hace justo dos años se destrozaba literalmente la pierna a pocas semanas de afrontar su asalto al quinto Tour de Francia.
Con 36 primaveras y la cartera llena Froome ha elegido el camino complicado, el que tiene pendiente y ese que no recomendarías ni a tu peor rival. Otros, en su lugar, habrían colgado la bicicleta en lo más alto para ser recordados de una forma todavía más épica.
Froome eligió pelear, luchar, entregarse en cuerpo y alma para volver a la competición. Sabiendo en todo momento que a un tipo como él nadie le iba a aplaudir para llegar el treinta y cinco a meta.
Pocos aficionados tienen memoria. Pocos se acuerdan ya de las grandes etapas que nos regaló en algunas de las cumbres más míticas del ciclismo. Muy pocos son conscientes de lo que fue y sigue siendo Froome para el ciclismo a nivel global. Un emblema y todo un icono que no tiene que demostrar nada a nadie.
Que Froome se quedé cuando el pelotón todavía tiene más de 30 unidades no es noticia, así que tampoco hace falta ni que la televisión ni los periodistas se recreen en “la caída del mito”. La condición física de Froome es la que es y probablemente y tal y como él mismo ha afirmado en más de una ocasión su dura lesión le sigue mermando a nivel de rendimiento. A los que duden de ello les invito a ver la pierna del británico en el Tweet del propio Froome 10 meses después de su accidente.
En febrero del año pasado y en el UAE llegó su regreso a la competición. En octubre y en la Vuelta a España, su regreso a una vuelta de tres semanas. Hace unos días su regreso al fatídico Criterium de Dauphiné y si nada lo impide en unas semanas llegará su regreso al Tour de Francia.
Todo tiene su curso. Todo tiene su momento y es que estar de partida en la ronda gala ya será de por si el gran triunfo personal de Chris Froome.
Probablemente no ganará el Tour, seguramente estará lejos de los mejores y casi con total seguridad será analizado con lupa en las primeras etapas de montaña.
Nadie sabe lo que le deparará el Tour de Francia a Chris pero de lo que si estoy convencido es de que “Froomey” pondrá toda la carne en el asador para demostrar al mundo que no esta tan enterrado como algunos precisaban.
Por si acaso, prepárense, acomódense, tomen un refresco y algo de comida que Froome ya está listo para otro caluroso baile en pleno mes de julio.
Working hard 💪😁 #cycling @TeamINEOS @Pinarello_com @wahoofitness @SidiSport @CastelliCycling pic.twitter.com/plJwWHJdZU
— Chris Froome (@chrisfroome) July 24, 2019
