Por todos los caminos se puede llegar a Roma. Nos lo recuerda la historia de Chris Horner, aquel ciclista que ganó la Vuelta a España 2013 a una edad y con una alimentación en las antípodas de lo que se lleva en el ciclismo moderno.
¿Está todo escrito en el ciclismo?
No. Hoy os voy a recordar que no.
De ninguna manera.
Es más, si supiera la manera de localizarle, le pediría que os lo contase él que siempre se ha mostrado como un tipo con gran sentido del humor.
Él es Chris Horner, que hoy tiene 51 años y, según he leído, vive en Bend, en el estado de Oregón (EEUU), donde su pasado marca la diferencia.
Horner llegó a ganar una Vuelta a España… ¡con 41 años!: la Vuelta de 2013 ¿os acordáis?
Sí: aquel ciclista calvo cuya cabeza parecía una bola de billar.
Pero lo más sobresaliente del caso no fue su edad en aquel mes de septiembre de 2013, sino su manera de alimentarse.
En ese apartado rompió todos los prototipos habidos y por haber.
En un deporte como el ciclismo, que se ha acostumbrado a medirlo todo al milímetro, Horner no renunciaba a cenar hamburguesas en el McDonald`s y ni siquiera a beber Coca Cola durante las etapas.
En su momento un tipo así se hizo muy popular.
Rellenó muchas páginas de periódico.
Su historia era como si bajas a la calle y te encuentras a un dinosaurio vivo al abrir el portal.
Nos contaron que en una etapa del Tour en Saint Etienne, antes de que sus compañeros bajasen a cenar al hotel, Horner se escapó a un McDonalds vestido con otra camiseta que no le identificase como corredor del Lampre, que era su equipo en aquellos tiempos.
Tampoco le importaba reconocer que regaba las patatas de ketchup.
Lo reconocía con una sonrisa.
También reconocía que los médicos le habían dado por imposible.
Hoy no pretendo poner de ejemplo a Chris Horner (que nadie se confunda).
Sólo recordar que, al final, por todos los caminos se puede llegar a Roma.
Horner fue un ciclista duradero que aguantó 20 años de profesional (1996-2016).
Antes de ganar la Vuelta a España en 2013, llegó a ser 9º en un Tour (2010) con 38 años y 13º en 2012 con 40 años.
Nos convenció totalmente que la edad no es un obstáculo insalvable.
Es difícil olvidar como aguantó en la Vuelta a España, que ganó, aquellos tres segundos de ventaja en El Anglirú sobre Nibali, que parecía que se lo iba a comer.
Por eso su historia nos recuerda un tipo con mayúsculas, un ciclista diferente cuya principal herramienta de trabajo era la de ser feliz.
Y lo fue a su manera.
Y no importaba que se bebiese dos litros de Coca Cola diarios porque su currículum no se arrepiente de nada.
Y, en caso de duda, no hay más que recordarle en su época en la élite casi siempre acompañado por una sonrisa, de esas sonrisas que hacen la vida más fácil.
