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Carlos Sastre, ganador del Tour 2008: “En el podio con mi hijo llevaba 6 guardaespaldas”

Podría vivir de las rentas como ganador del Tour 2008. Pero Carlos Sastre se niega a meter su experiencia en un cajón. Tiene un negocio de bicicletas y biomecánica en un polígono de Ávila al que dedica hasta las 24 horas del día. Y tan feliz.  

Podría vivir de las rentas (acepta). Pero no se sentiría a gusto. “No quiero que mi experiencia se quede metida en un cajón”, explica Carlos Sastre (1975), que es todo un ganador del Tour de Francia. Hoy, tiene un negocio de bicicletas y biomecánica en el polígono industrial de Las Hervencias en Ávila, donde hay días que trabaja 24 horas. “Y, si hubiera 36 horas, serían 36. Pero soy feliz. Me gusta lo que hago”, justifica.

¿En qué se parece su vida a la del ganador del Tour Francia 2008?
En la satisfacción, en que me gusta lo que hago, en que hay muchos días que llego reventado a casa, pero feliz. No cambio esa satisfacción por nada.

Lo entiendo.
Bueno, vamos a ver, ahora trabajo para los demás. Hay momentos de agobio. Conseguir un cliente es muy difícil y perderlo no cuesta nada. Pero es que yo entiendo la vida como un esfuerzo. Y, si te gusta en lo que te esfuerzas, eres un privilegiado y yo soy un privilegiado.

Trabajar cara al público es difícil.
Claro que sí. A veces hay gente que no te escucha. Pero esas son ahora mis etapas de montaña, las que me ayudan a mantenerme vivo, las que me recuerdan que la vida es esfuerzo y que yo prefiero estar en la batalla. Podría hacerlo pero yo no valdría para dirigir una empresa desde un despacho. No puedo dejar mi experiencia en un cajón.

¿Podría usted vivir de las rentas?   
Sí, sí podría, pero ¿se imagina a mi edad?

Bueno.
No, yo no.  Yo necesito la satisfacción como la necesitaba cuando era ciclista. Por eso el día, que la perdí, dejé la bicicleta y ahora he elegido esta vida en la que hay muchas etapas en llano y en la que, para lo bueno y para lo malo, tenemos un socio que es Hacienda que te pega sus pueblos palos. Pero tenemos que aprender a vivir con él.

¿De ciclista se imaginaba esto?
Sí, sí, porque Hacienda ya se llevaba una buena parte de lo que ganaba.

¿Cuántos años lleva cotizados?
Muchos, desde los 21.

Tiene ahora 46 años, cómo pasa el tiempo.
Pero lo importante es que pase y que uno pueda seguir sintiéndose creativo. Sé que estoy insistiendo mucho en eso pero es que me costaría mucho imaginarme la vida sin hacer lo que me gusta, sin  ver la felicidad de mis clientes, digamos que ése es ahora mi Tour de Francia.

Sin parecer el mejor, fue usted el mejor.
No hay que parecer el mejor, sino ser el mejor. Hay gente que lo parecía y nunca lo fue, y yo lo logré porque nunca desconfié de mí. Sabía que tendría oportunidades y el día que la tuve como en el Tour del 2008 supe aprovecharla. Me pusieron una varita mágica y no me dio miedo.

Recuerdo cuando ganó en Alpe d’huez.
Bueno, en general, las grandes vueltas me dieron lo que buscaba. Hubo otros años igual de bonitos. Pero es verdad que no lucieron tanto como el 2008 en el que gané el Tour. ¿Quién me lo iba a decir? Sí, yo mismo, estaba convencido de que esa oportunidad podría llegar.

¿Y qué queda del ciclista?
Esa etapa que viví me ayuda ahora cada día.

¿Y en qué se parece usted al de antes?
En lo sustancial. Sigo siendo el mismo que en los entrenamientos era el tío más feliz del mundo. Sigo siendo el que ahora prefiere trabajar aquí, en una tienda en un polígono industrial de Ávila, en vez de estar en el centro de Londres firmando autógrafos que, como ex ganador del Tour podría hacerlo.Yo en esos sitios me siento un poco como un mono en el circo. Me gusta la libertad.

¿Se sentía prisionero en el podio?
Le puedo contar que cuando gané el Tour yo estaba con mi hijo y tenía seis guardaespaldas a mi lado. La gente veía al que había ganado pero no sabía cómo era el que había ganado. Es más, aún conservo la camisa con la que celebré el Tour en Ávila y de tanto que me tiró la gente tiene todos los botones arrancados. En esos momentos eres como una marioneta. Puedes vivir así unos años, pero no toda la vida.

No es fácil ser un personaje público.
No, claro que no, pero es parte del trabajo del ciclista. Yo recuerdo que fui uno de los primeros en abrir una cuenta de Twitter y en su momento lo hice. Pero ahora veo que no soy de estar contando mi vida a nadie. No es que sea de hierro, pero intento proteger mi intimidad y con la mascarilla es más fácil (risas).

Siempre he pensado que fue la popularidad lo que destrozó a Chaba Jiménez. 
No. En su caso no. No fue la popularidad lo que le llevó a no estar hoy con nosotros. Pero siempre nos quedarán sus recuerdos. Nos dejó esa herencia. Era genio y figura. Era el hermano de mi mujer y yo siempre se lo pongo de ejemplo a mis hijos para lo bueno y para lo malo. Tuve mucha relación con él. No quiero ni puedo olvidarle.  Era un tío alegre. Nos hacía más alegres a los demás.

¿Fue usted mejor que el Chaba? 
No soy quién. Pero era diferente. Llegué hasta donde llegué. No sé quién tendría mejor motor. Pero Chaba era único. Tuvo unos años en los que era imparable y si él lo apostaba lo conseguía seguro. Sabía siempre lo que quería. Nos hizo felices muchas veces.

 


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