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De campeón del mundo con Óscar Freire a trabajar de taxista

Álvaro González de Galdeano fue 13 años ciclista profesional en los que ganó etapas en la Vuelta, el Giro, hasta una contrarreloj por equipos en el Tour. Hoy, a los 51 años, se gana la vida de taxista en Vitoria.

“El tiempo siempre pasa para bien”, dice Álvaro González de Galdeano, que hace 29 años fue diploma olímpico en los JJOO de Barcelona 92: quinto clasificado en la contrarreloj por equipos. Y también estuvo en el primer Mundial de Verona que ganó Óscar Freire. Y fue el que esa noche le duchó en el hotel con champán (“hoy te duchas con champán”). Y también estuvo en miles de sitios más en las 13 temporadas en las que fue profesional. Sin embargo, hoy,  a los 51 años, Álvaro trabaja de taxista en Vitoria. “Llevo 7 años”. Y es feliz. “Recuerdo cuando era ciclista o director que me llevaban taxistas al aeropuerto. Me daban envidia. Me empezaba a fijar en ellos y me di cuenta que era un trabajo que estaba todo el día en la carretera, que era lo que yo había hecho siempre. Y mire donde estoy hoy. Es un trabajo que me permite organizarme. Y como la gente me conoce, porque tengo un antes del taxi. Reconozco que la publicidad, que me di como ciclista, me ayuda. Los grandes empresarios de ahora cuando yo corría eran chicos jóvenes”.

Fue usted ciclista profesional 13 temporadas.
Fue una suerte. Para mí, el ciclismo fue como una universidad. Es un deporte de sensaciones y si las sensaciones te fallan está la psicología. He ayudado a muchos líderes, entre ellos a mi hermano. Pero es que cuando dejé el ciclismo y me hice director deportivo del Orbea tuve a Peio Bilbao, Mikel Landa, Castroviejo o los hermanos Izaguirre…, chavales que empezaban y que los fiché yo con 13 años.

¿Y por qué no es ahora director?
El caso es que sirvo para ser director. De hecho, lo fui. He ganado carreras sin ser el más fuerte, y no descartaría volver porque aún puedo enseñar, demostrar que el potenciometro no lo es todo. He vivido más de lo que se escribe en los libros. Pero también es verdad que ahora tengo una vida cómoda.

¿Por que lo dejó realmente? 
Desapareció Euskaltel donde era director. ¿Qué hago?, me pregunté . Mi hijo iba a cumplir 1 año y la mayor tenía 7. Sentí que debía estar en casa. Tenía 43 años y empecé a darle vueltas a la cabeza. Buscaba un antes y un después sin renegar de nada. Y pensé en el taxi y pasé de dormir 160 días fuera de casa a dormir todas las noches. Al principio sí es verdad que fue un sacrificio porque amo el ciclismo. Pero también espero que mis hijos lo valorarán algún día.

El taxi es cómodo,  ¿pero realmente le llena? 
No me falta nada. Pero es verdad que si tuviese que volver a elegir tendría dudas.

¿Y no ha tenido la oportunidad en todos estos años?
El año pasado fui chófer de gente VIP en la Vuelta a España. Me llamaron de la organización. Compartí habitación con gente de mi época como Martínez Oliver. Y te das cuenta que te gusta ese mundo y entiendes lo que ves. Y, mira, mis hijos ya son mayores, ya empiezan a volar solos y quién sabe si alguna vez tendré la oportunidad de volver. Creo que me gustaría.

Fue usted un buen ciclista.
Sobre todo, creo que fui buena persona. Luego, hice mis resultados. Gané etapas en la Vuelta, en el Giro, una contrarreloj por equipos en el Tour, fui campeón de España en 2000… Puedo decir que fue una buena vida en la que supe aprovechar mis oportunidades.

Los gregarios no suelen tener muchas oportunidades. 
Pero yo disfruté de mi papel de gregario. De hecho, ahora sigo siendo un gregario de muchos clientes en el taxi.

¿Y es fácil ser gregario? 
Para mí, sí. Al menos, supe serlo. Los triunfos de los demás eran como míos. Así los interpretaba. Y alguna vez hacía uso de mis posibilidades. Recuerdo que en el primer Tour de Armstrong en 1999 en las tres contrarrelojs quedé entre los 10 primeros clasificados.

¿Pudo ser un líder? 
Es difícil. Siempre hay alguien mejor que tú. Cuando fiché por Euskadi iba con esa idea. Pero nunca volví a tener la oportunidad. Quizás porque había otros mejores. Había que aceptarlo. Aun así fui séptimo en una Vuelta a España. Por eso es lo que decía antes. He tenido la suerte de estar con gente y de ayudarles a tope. Es mi forma de ser.

Son buenos recuerdos. 
Viví años muy buenos. No puedo reprochar nada al ciclismo. Me fui encantado. Volvería encantado. El ciclismo me ayudó hasta a aprender idiomas. Pero el día después hay pocos que ahora puedan no trabajar o no cumplir un horario. La vida es así. Máxime si tienes hijos pequeños como fue mi caso: todo eso te obliga a más naturalmente.

¿Y ahora? 
Bueno, a mi edad, me queda por vivir menos de lo que he vivido. Pero siempre seré un tipo optimista porque lo negativo no ayuda. En ese sentido no he cambiado nada. Bueno, físicamente sí. Estaré 15 kilos por encima de mi época de ciclista. Antes era un saco de astillas y ahora lo soy de serrín.

Fue olímpico en Barcelona 92. 
Quinto clasificado en la contrarreloj por equipos. Aquí tengo el diploma. Puedo incluso decir que fue la mejor experiencia de mi vida. Gracias al Plan ADO viví 5 años en la residencia Blume de Madrid. Me di cuenta entonces de que era un afortunado y no lo olvidé nunca. Íbamos a entrenar a la sierra. Hacíamos muchas concentraciones en Mallorca y competiamos mucho en el extranjero donde corría con Armstrong, Zabel, Bobby Julich, Hincapie desde los 17 años en el campo amateur. Eso fue lo que me hizo ser ciclista. Era cola de león y cuando veníamos a España éramos cabeza de ratón. Me acuerdo que yo fui campeón de España en 1991 en Torrelavega.


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