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Armstrong y Ullrich ya no nos perdonan la vida

Lance ya tiene 51 años y Jan 48. Se han liberado de todas esas ataduras en las que vivían prisioneros y da gusto verles en esta fotografía en Mallorca como dos hombres de carne y hueso sin ningún maillot amarillo de por medio. Pura vida. 

 

Esta última fotografía de familia los dos juntos en Mallorca nos pone el corazón a prueba a los que vivimos aquella época.

Cuando Armstrong y Ullrich eran los mejores y casi los únicos en el Tour.

Nos recuerda que los ídolos casi nunca lo son para toda la vida, que las canas son una amenaza para todos y que al final queda lo más importante: los hombres de carne y hueso.

Y ahí está Lance Armstrong, que ya tiene 51 años.

Y Jan Ullrich, que cumplirá 49 en diciembre.

Y la vida, que les ha pegado unos palos tremendos y que les liberó de esa vanidad en la que vivían envueltos.

De aquellos tiempos en los que no regalaban una sonrisa a nadie.

De esa vida que, al final, resultó ser de ciencia ficción.

Y hoy, a pesar de la edad que tienen, de vacaciones en Mallorca, parecen hasta más jóvenes, sonrientes y liberados de todas esas ataduras.

Y ya no pasa nada porque cenen una pizza o Ullrich desayune pan de molde con nocilla.

Es más, da gusto ver a Ullrich con ese aspecto tan juvenil, con ese pelo de adolescente al lado de ese hombre (Lance Armstrong) que entonces era su enemigo y que hoy parece su hermano.

Ojalá esta sea la definitiva para Jan Ullrich al que un periodista tuvo la sensibilidad de preguntar hace poco:

-¿A qué se dedica usted ahora?

-Estoy peleando por mi vida -contestó Jan-. ¿Y usted?

Yo no sé por qué peleará Armstrong ahora. Pero sé que ha peleado por ayudar a Ullrich del callejón sin salida en el que se había metido y esta foto entre los dos (un año después) nos sabe a gloria.

Nos sabe a gloria ver a dos hombres que ya no nos perdonan la vida, que reconocieron sus errores y que pagaron por ellos y que para ganar se olvidaron de vivir.

Es verdad que casi siempre ganaba Armstrong que no sólo parecía invencible. También fue invencible.

Quizá por eso siempre fuimos de Ullrich- Sobre todo en el Tour de 2003 en el que, por fin, pudo pasar de todo.

Pero hoy ya no somos de nadie.

Sólo de una fotografía.

La fotografía del día después. 

Una fotografía fuera de temporada en Mallorca que es como el abrazo de un ser querido.

A mí me ha gustado, me ha alegrado el día.

Esa fotografía nos habla de algo más importante que la victoria en los Campos Elíseos o la propaganda en las redes sociales.

Nos habla de algo que no tiene precio: la humanidad, la salud.

Y eso es lo único que pretendía defender en este artículo.

 


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