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Tardes de sorpresa y elegancia

4ª jornada en Pekín. Día peculiar, concentrado, sin sesión matinal. Alivio y bálsamo necesario para los profanos que hipotecamos nuestra salud en seguir en directo, desde la lejanía europea, a plenas facultades físicas y mentales, el acontecimiento atlético del año. Jornada, además, sin participación española.

La primera final en disputarse hoy, de las cinco programadas, el disco femenino. Parecía asomarse la intriga y la emoción desde el primer lanzamiento de la cubana Denia Caballero, líder del año tras sus 70.65m de Bilbao en junio. Sus fantásticos 69.28m la permitían liderar el concurso, aplacando las ansias triunfantes de sus competidoras. Nadine Müller ya superaba los 65 metros a la primera, y a la postre, suficiente para el bronce. Siete centímetros de diferencia fueron suficientes para impedir esa segunda medalla cubana, en la figura de Yaime Pérez. No pudo revalidar su título la croata Sandra Perkovic. Tres nulos, dos lanzamientos muy parejos, y un 67.39m en el último que le daría la plata. Decepción en la croata, pero en el fondo, nueva presea para añadir a un palmarés bárbaro, de una genial competidora (sancionada por dopaje en 2011). Sensacional triunfo de Caballero, que reafirma su posición ante el reinado mundial, que ostenta desde hoy por méritos propios. En las tres ‘semis’ del 400m, tres nombres encabezando. Shaunae Miller, fuerza descomunal la caribeña; Christine Ohuruogu, que lucha por acercarse al momento que le permitió ser campeona mundial en Moscú; y, por encima, elegancia infinita de la gran Allyson Felix. 49.89, marca de la temporada. Bellísima zancada para una atleta de otra galaxia. No lo tendrá fácil, tendrá que emplearse a fondo… pero es la gran favorita. Resulta una satisfacción constante verla correr.

En las series del 200m, en camino de reeditar un nuevo enfrentamiento directo entre Bolt y Gatlin, el mayor descalabro fue el de Isiah Young, hundido en su serie. Batacazo para el compañero de entrenamientos de Justin. Fantástica prestación del turco (nacido azerbayano) Ramil Guliyev, y del griego Tsákonas, ganadores ambos en sus series. Sin problemas para los “pesos pesados”. Buena sensación de Gatlin, con holgura casi descarada, y excesiva laxitud final de Bolt (mirando a los lados ya a falta de casi 70 metros), que a punto estuvo de darle un susto al estadio. Sin embargo, se antoja beneficiosa para el espectáculo la mejora del jamaicano a medida que va compitiendo con asiduidad, nota dominante en su trayectoria, por otra parte. Veremos unas preciosas semifinales mañana.

En la final del 400mv, ya contábamos con, especialmente, tres ausencias destacables: Bershawn Jackson, Jehue Gordon y Johnny Dutch. Ante la tesitura, la dupla estadounidense formada por Kerron Clement y Michael Tinsley se confabulaba para el asalto al título. Plata olímpica y Mundial, el veterano Tinsley aparecía casi con angustia. El premio, para el jovenzuelo descarado de Kenia. Primer oro para el país africano en un Campeonato del Mundo en una prueba de velocidad o vallas (100m, 200m, 400m, 100-110mv ó 400mv). Reinado mundial para Nicholas Bett, que ya dio magnífica sensación en series. El ruso Denis Kudryavtsev y el bahameño Jeffery Gibson, plata y bronce, ambos impresionantes. 4º y 8º Clement y Tinsley, que tropezó seriamente con varias vallas, para completar el descalabro norteamericano en la prueba.

Y en la longitud, cuádruple corona para el británico Greg Rutherford, que ya es Campeón Olímpico, Mundial, de Europa y de los Juegos de la Commonwealth. Un año para enmarcar, y un concurso resuelto con aparente solvencia (8.41m). Apasionante la lucha por los otros dos puestos del podio, con una efervescencia china jamás vista. El bisoño Jianan Wang (18 añitos), el campeón asiático Gao Xinglong y el subcampeón mundial indoor Li Jinzhe, se llevaron el 3º, 4º y 5º puestos, respectivamente, en una gran lucha. La plata para el australiano Fabrice Lapierre, campeón mundial bajo techo en Doha ’10. Nadie contaba con él. Mayúscula decepción en la figura del líder del año, Jeff Henderson, incapaz siquiera de sobrepasar los ocho metros. No consiguió ni situarse en la mejora. Poco puede decirse de Mike Hartfield, con tres nulos. Nuevo concurso resuelto con sorpresa, no ya en este caso por el campeón, sino por la ausencia en la lucha de uno de los favoritos (si no el máximo).

Las dos últimas carreras del día (y finales) suponían una delicia tanto para el iniciado como para el aficionado medio. Un canto a la sublime belleza del atletismo. En la primera, y hablando de belleza, la fantástica Genzebe Dibaba hacía buenos los pronósticos. Con un último ochocientos en, aproximadamente, 1:57 (medición manual), la etíope dejaba sin opciones a Sifan Hassan, que inició un conato de ataque a falta de 200m que no fructificó, siquiera, para acabar venciendo a Faith Kipyegon, que finalmente se alzaba con la plata, tras seguir el rastro de Dibaba durante el último 500m, hundirse parcialmente en la última media vuelta, y recuperar el terreno perdido en los últimos cincuenta metros. Cuarta fue la jovencísima etíope Seyaum, y sexta la sueca Aregawi, de incierto desempeño al aire libre, superada en última instancia por la gran Laura Muir, quinta. Mención para Jenny Simpson, penúltima… corriendo sin la zapatilla izquierda. Ya campeona en 1.500m, comienza el asalto de Dibaba al inédito doblete ‘1.500m-5.000m’, con los Juegos Olímpicos en el horizonte. El jueves, las series.

Para finalizar una brillante jornada, duelo heterogéneo en la doble vuelta a la pista. En estas, el líder del año Tuka adolecía de arrestos tácticos en una carrera de esta entidad, mal posicionado, demostrando una carencia latente de pericia ante la tensión que requería el momento. En una final lenta (paso en 54.17 por el 400m) Rudisha, en ausencia de Aman y especialmente Amos, quiso comandar en todo momento. Su aceleración a partir del 500m, de antología. Sólo un magnífico Adam Kszczot, plata, y un último arreón de Amel Tuka, que arrebataba el bronce a Ferguson Rotich en los últimos metros, fueron capaces de acercarse ligeramente al rebufo del campeón keniano. Fantástico resultado para el polaco, que pasó apuros al paso por el 600m al querer hacerle el interior a Rudisha, y éxito descomunal, en un año presentado a través de una progresión realmente épica, del bosnio Tuka.

24.3 en los últimos doscientos metros para Rudisha. Inalcanzable. Monumental. Como en sus mejores momentos conocidos. Tras un período de reflexión, lesiones y discontinuidades en su rendimiento, la rutilante silueta de un Masai sublime, como recién aterrizado de algún etéreo emplazamiento remoto, de alguna galaxia lejana, vuelve a ganarse, por segunda vez, y tras su ausencia en Moscú por lesión, la vitola del mejor ochocentista del mundo. Que el mundo siga contemplando una de las más bellas zancadas de la historia, por el bien del atletismo. Gran tarde en Pekín.

Foto: Diario SPORT ·AFP

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