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Talón de Aquiles

Es conocida la popular historia de Aquiles y de su débil talón, del cual sujetaría Tetis con fuerza al futuro héroe para sumergirlo en el río Estigia con la idea de hacer al bebé inmortal. Como casi siempre (salvo en Disney y en las películas de sobremesa de Domingo) el final del cuento no es feliz porque, durante la guerra de Troya, el príncipe de esta ciudad y de nombre Paris (que al parecer gozaba de una puntería y agudeza visual sin igual) atinó con una flecha en el punto débil del mitológico “superhéroe”.

Imagino que sería conocedor de la cagada que había cometido Tetis años atrás al hacer bucear al pobre bebé; al parecer Aquiles (según cuenta una de las versiones, porque hay más) quedó inmortalizado a excepción del talón, que es por donde fue sujetado en la inmersión. Y yo me pregunto, ¿por qué no metió la mano para sumergirlo entero? O quizá lo hizo pero la parte de los dedos quedó seca… también se lo podría haber cambiado de mano digo yo. Y alguien también se habrá preguntado, “¿Y de un flechazo en el talón se muere uno?”. Buena pregunta querido amigo imaginario, y te diré que si a un corredor le metes un flechazo en el talón, morirá sin remisión, pero de pena encerrado en casa por no poder entrenar. En principio no se sabe si Aquiles era runner, pero lo que sí sabemos es que Paris era un cabrón y se encargó de envenenar la flecha, dando solución al guión ciertamente forzado de esta historia mitológica.

Lo del envenenamiento de Aquiles me sirve de pie para recordaros que nunca debéis usar botellas o bidones de líquido ajenos durante las carreras. No sería la primera vez que a algún maratoniano se le escapa su bidón oficial o lo confunde (y hablo de Mundiales y Juegos Olímpicos) y acaba sufriendo el síndrome del esfínter-grifo… vamos que se va de varetas y la carrera se le escapa por las cañerías.

Llamadme desconfiado pero, hay un ejemplo muy concreto que merece la pena hacer referencia; si me permitís irme a ese juego tan divertido que es el fútbol, hubo un partido bastante peculiar en el Mundial de Italia 90; Brasil y Argentina se enfrentaron en octavos (valiente reparto) quedando los primeros fuera por obra de D10S. Mas no fue solo obra del Pelusa porque por lo visto hacía un calor bastante notable y, en cuanto había oportunidad de hidratarse los jugadores aprovechaban para tragar cualquier líquido que pillase a mano. Sabedores de esta circunstancia los argentinos, que son un pueblo creativo a la par que vivo, colaron un Rohypnol (un somnífero) en un bidón dedicado especialmente a los brasileiros. Así, cuando había una falta con requerimiento de atención en la cancha, los fisios y los mismos jugadores ofrecían el bidón a sus rivales como buenos compañeros. Diego decía “tomá, tomá!” y Branco (el lateral izquierdo brasileño) se la tomó toda. Después el pobre se caía patas arriba cuando trataba de lanzar una falta. Branco debía ser sin duda un hombre de fe porque, no es que creyera solamente en la bondad del ser humano sino que además, ¡creía en los argentinos! ¡¡Y en los argentinos que juegan al fútbol!! Así que recordad, en las carreras siempre agua precintada o vuestro propio bidón, que nunca se sabe si nuestro organismo va a soportar los mejunjes de otro o si incluso ese otro va a querer jodernos la vida porque le robamos la novia.

Bromas aparte y con todo mi cariño al pueblo argentino (los amo) debemos retomar la historia de Aquiles. Al final aquella historia (la de Aquiles claro, no la de Italia 90) acuñó una expresión para describir la debilidad, por lo que cualquiera que sea tu punto débil podrá ser descrito como tu talón de Aquiles. Todos tenemos uno y aunque nos cueste admitirlo está ahí, esperando el momento adecuado para manifestarse, y como corredor lo más sensato es identificarlo y reconocerlo lo antes posible, con coherencia, calma e incluso con humildad. Humildad cuando entramos en el ámbito de los límites, porque en ocasiones no los vemos, o no queremos verlos, o incluso presumimos de no verlos; eso nos llevará a hacernos daño con total seguridad.

¿Cuál es tu talón de Aquiles? Identifica los problemas u obstáculos que se interponen entre tú y tus objetivos, y ellos te darán la pista a seguir para localizar la fuente. Cuando la encuentres no te atores, trabaja esa flaqueza hasta equipararla con tus virtudes y crecerás exponencialmente. Quizá un ejemplo personal sirva para entenderlo mejor; cuando entrenaba de forma “seria y ordenada” (algunos se reirán con esto) tenía muchísimos problemas de sobrecarga en los sóleos, y por consiguiente conatos de tendinitis en los tendones de Aquiles. Eso me ralentizaba las recuperaciones y me impedía una mayor acumulación de kilómetros, parecía que mi musculatura estaba descompensada o que directamente estaba mal hecho. Era bastante frustrante, pero me centré en ese punto, fortalecí mucho los sóleos y los estiré con tesón y corrección. Eso mejoró la situación pero fue un podólogo quien me ayudó definitivamente con unas plantillas y, lo más importante, me dijo que no cambiase el drop de forma repentina. Por lo visto hacer los entrenos estandar con un drop bastante generoso (los 12 o 14mm de antaño) y un par de días a la semana meterme en la pista con los clavos rasos estaba matando mis frágiles canillas.

Se habla mucho de “non stop”, “siempre adelante”, “where is the limit”, “impossible is nothing”, etc, etc. Parece que la solución a todo está en echarte a correr y no parar hasta que te reviente algo. Sin embargo y en contraste a la tozudez y obcecación que se extrae hoy en día del mundo comercial, todo pasa por la capacidad de escucha a uno mismo, por comprendernos y querernos. Cruza el río saltando de piedra en piedra, no tratando de correr por un lecho de piedras desconocido.


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