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Soy la piedra en tu camino.

Soy el mosquito que visita tu oreja la noche antes de esa competición tan importante, para quitarte sangre y sueño. Soy la raíz que corta tu zancada para hacerte caer al suelo cual mueble lleno de libros. También soy el virus que apostado en los rincones espera paciente a que pasen tus picos de forma para asaltarlos como un bandido. Vengo en forma de lluvia cuando te pones zapatillas deslizantes, o de barro cuando decides no ponerte clavos. Fui la fuente seca en medio del campo aquel día que casi mueres de sed. Soy tus ampollas, tus pezones sangrando, tus contracturas… soy la lima que quiere comerse tus cartílagos.

¿Recuerdas el día que perdiste el chip? Fui yo. ¿Y a aquel fisio que te dejó peor de lo que estabas? También era yo. Y seguro que nunca olvidarás aquella hermosa persona que te atravesó el corazón y que odiaba que corrieras… sí, yo.

Me gustan los maratones y su kilómetro 35, porque soy el muro, un ancla invisible que se cuelga como macabra medalla de tu cuello. Mi plato favorito es la derrota, o las lágrimas del dolor; amo tu frustración y me alimento de tus miedos. Vivo en la oscuridad.

No tengo nombre pero ya sabes quién soy. Me conoces bien porque vivimos juntos, porque nunca me separo de ti ni lo haré; vivo en ti.

Yo siempre gano, no hay otra forma. Por eso vengo hoy aquí, ¡a gritarte y a exigirte que me entregues mi victoria! Porque no entiendo que no te rindas, no tolero que desafíes mi triunfo.

Quiero saber de dónde viene tu fuerza, de qué fuente bebe tu voluntad, porqué no te derriban mis guerreros. Quiero comprender porqué te mantienes en pie, qué le da sentido a continuar erguido. ¿Por qué sigues haciéndome perder?

Tú eres la palmera que se dobla pero aguanta mi huracán, hierba que germina entre granos de sal; eres la gigantesca flor del cactus más hostil, o las humedades de un viejo sótano. Eres mi detestada frustración.

Yo nunca suplico. Te suplico… te suplico que te rindas, que te hagas mártir de esta causa tuya inconcebible, que le des sentido a mi existencia. Te ruego que me pises con todas tus fuerzas.

Atentamente, la piedra en tu camino.


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