LA HISTORIA

Quique: guardameta por necesidad

Formado como mediocentro, pasó a ocupar el marco por necesidades de su equipo, el Castellón, y allí se destapó como un gran portero. Jugó en el Barça entre 1943 y 1950

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Quique Martín defendió el marco del FC Barcelona en tiempos heróicos: desde 1943 a 1950. Destacó por su valentía bajo los palos. / sport

David Salinas

Enrique Martín Navarro, Quique, fue un portero que defendió la camiseta del FC Barcelona durante siete temporadas. Nacido en Valladolid el 3 de junio de 1924, vive en Valencia y tiene 90 años. Su historia merecía ser contada.

Pese a venir al mundo en Valladolid, se crió entre Castellón y Valencia. Su padre era Guardia Civil y desapareció en una revuelta en Sevilla y ya nunca más supo de él. La madre, catalana, tenía familia en Castellón y Quique fue a vivir con ella y su abuela. En los veranos, sin embargo, la Benemérita se lo llevaba a Valladolid para que pasara unas semanas con su familia paterna.

Quique empezó a jugar en el equipo de la escuela, donde estaba internado, los Salesianos de Valencia. Después pasó al conjunto del Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU), en Castellón. En aquellos tiempos también era un gran especialista en natación y baloncesto. Jugaba de mediocentro y se hacía ver por su complexión física. Era un atleta. El Villarreal se fijó en este chico de 15 años y no dudó en incorporarlo a sus filas después de la guerra.

El nombre de Quique empezaba a ser popular y el Castellón lo fichó la temporada 1941-42, con 17 años, para su equipo amateur. La temporada 1942-43, jugando todavía con el amateur blanquinegro, fue reclamado para jugar en el primer equipo para actuar de... ¡¡portero!! Los dos titulares, Pérez y Nebot, estaban lesionados y el entrenador, Emilio Vidal, lo tuvo que reclutar de urgencia. Era fuerte, alto, ágil... Debutó con derrota en San Mamés el 17 de enero de 1943 con 18 años. El equipo castellonense perdió 4-0. A Quique, pese a los cuatro goles encajados, le gustó la experiencia y ya no se movió de la portería.

En julio de 1943 vino a Barcelona para fichar por el Espanyol. Llegó acompañado por su tío, Manuel Navarro, que fue presidente del Castellón. No alcanzó ningún acuerdo con el cuadro blanquiazul. Quique solo quería estampar su rúbrica por cinco años para quedar libre después y el Espanyol no quería perder los derechos pasado ese tiempo. El Barça, atento a la operación, sí aceptó las condiciones del meta y, encima, le ofreció más dinero para que fichara.

Con el equipo barcelonista debutó en Les Corts contra el Athletic (3-3) el 26 de septiembre de 1943 con Nogués en el banquillo. En Barcelona permaneció siete temporadas (hasta la 1949-50) y ganó la Liga 1944-45 y la Copa de Oro Argentina (1945-46) con Samitier. También ganó la Liga 1947-48 y 1948-49, con Enrique Fernández.

Las lesiones lo castigaron y las tres últimas temporadas no jugó ningún partido de Liga ni de Copa. Muchas percances (en los huesos, caderas, rodillas, clavícula, menisco...) y una competencia feroz marcaron su etapa en Les Corts. Velasco le cerró el paso primero y, después, Ramallets. No tenía sitio. Tuvo que marcharse, pero nunca tuvo una mala palabra para el Barça, el club donde había madurado y adquirido una gran experiencia porque, pese a no jugar muchos partidos oficiales, sí intervino en amistosos y también se alineó asiduamente en el equipo reserva. El club, por otra parte, se portó bien con él y, pasados los cinco años, lo renovó por otros dos.

En Barcelona conoció a su esposa, Montse, abonada en la primera fila de Les Corts. Se casaron el 25 de junio de 1947 en la Iglesia San Justo y Pastor, donde también habían contraído matrimonio los padres de la novia. Tuvieron dos hijos, Gloria y Enrique.

Después se fue al Valencia y firmó por dos temporadas, a razón de 25.000 duros cada una de ellas. Cogió el relevo de Eizaguirre. Defendió la portería de Mestalla desde la temporada 1950-51 a la 1956-57. En este período ganó una Copa, la de la temporada 1953-54, al Barça (3-0) en Chamartín. Quique, para celebrar el título, tuvo la ocurrencia de sentarse en el larguero. Le preguntó a su entrenador, Jacinto Quincoces, antes del partido: "¿Si ganamos, me dejará usted hacer lo que quiera?". Y subió al travesaño para ver la fiesta valencianista desde las alturas. Montse recuerda que bajó al campo para abrazar a su marido y ya se lo encontró allí arriba. "No vi ni cómo había subido", dice.

Colgó los guantes en el Levante, donde jugó una temporada (1957-58). Después fue entrenador del Alcoyano (1958-59, donde volvió a jugar dos partidos de portero -contra el Castellón y el Carcagente- por lesión del titular y el suplente). También pasó por los banquillos del Saguntino (1959-60), Onda (1960-61), Dénia (1961-62), Torrente (1962-63) -entonces lo llamó el Levante en diciembre de 1962 y consiguió el ascenso-. Siguió en el Levante el curso 1963-64. Después se fue al Oviedo (1964-65) pero lo destituyeron en enero de 1965 y volvió al Levante para salvarlo del descenso, aunque no pudo evitarlo en la promoción. Constancia (1965-67) y Lleida (1967-68, lo cesaron en diciembre de 1967) fueron sus dos últimos equipos. Poco después estuvo a punto de firmar por el Badalona, pero estaba ya harto de ir de un sitio a otro y decidió salir del fútbol. Tenía 44 años.

Entonces entró como jefe de compras en la empresa 'Mariner', de muebles y lámparas, donde se jubiló después de 25 años. La empresa, de todas formas, le permitió seguir con su pasión, el fútbol, por lo que pudo seguir en el mundo de los banquillos locales: Paiporta (1968-69), Alzira (1969-70), Pedreguer (1971-73), Manises (otras dos temporadas, a finales de los setenta) y La Eliana (1981-82, en Primera Regional).

Quique tiene cuatro nietos y cuatro bisnietos y su hijo Enrique está documentando su trayectoria con todo lujo de detalles. Posiblemente, algún día vea la luz.