Custo Dalmau, 'Marca Barcelona'

Custo Dalmau, protagonista del SPORT&STYLE

Custo Dalmau, protagonista del SPORT&STYLE / 080.

Carme Barceló

Carme Barceló

Custo Dalmau pasea la marca Barcelona por el mundo desde hace 20 años. Poco antes de probar suerte en Estados Unidos, en 1996 optó por añadir el nombre de la ciudad bajo el suyo “porque nos preguntaban si éramos franceses, italianos... No nos conocía nadie. Hubo un antes y un después tras los Juegos del 92. Pasamos de una realidad a otra”. Como Custo, también su equipo del alma deja huella en el mundo. “El gran activo del club es la marca Barcelona y el segundo, Messi. Cuando voy a la India o a Thailandia, países que no tienen ninguna cultura futbolística, te recitan de carrerilla la alineación del equipo. Es alucinante”. Para un número 1 de la moda como Custo Dalmau, “el Barça es un club glamuroso y sexy. El primer concepto, por su proyección más allá del fútbol y por su sofisticación. Y el segundo, porque atrae muchísmo”.

Hablamos con el diseñador en el recinto modernista de Sant Pau, donde ha presentado una colección espectacular, una versión extendida de ‘Light Years’ que “representa una oda a la individualidad que tiene el brillo como hilo conductor. Pretendo que no sea algo para llevar tan solo de noche”. Con decenas de colecciones a sus espaldas, no hay entrevista en la que no se le pregunte “por aquellas camisetas nuestras que llevó Julia Roberts. Fue una locura”. Esas mismas espaldas han soportado éxitos y momentos muy duros pero a su pasado como gimnasta le debe “la disciplina y el no rendirme a la primera de cambio”. Recuerda aquellos años 70 en los que “íbamos a competir a Lisboa en un 1430 el entrenador y los gimnastas. 24 horas de viaje y a competir. Era agotador. No teníamos un duro ni instalaciones. Una Semana Santa cavamos a pico y pala el foso para poder entrenar. Rellenamos el agujero con trozos de colchones viejos y allí entrenábamos”. El anecdotario da para escribir un libro. Ahí lo dejo. Custo puede hacer un tratado sobre la dureza y el sacrificio del deporte. “Nos movía la ilusión y lo mucho que nos gustaba la gimnasia -explica con cierta emoción- porque no sabíamos ni lo que era la técnica. Nuestro entrenamiento se basaba en prueba-error. Cuando vino un entrenador extranjero y nos dio cuatro pautas recuerdo que dijimos: ‘ostras, esto es facilísimo’”. Dos horas al día en el gimnasio, el kite surf y el esquí le mantienen en forma. Esté donde esté, no perdona esa rutina. Lleva el deporte en el ADN. Esa es también su otra marca personal.