Garbiñe pasea su trofeo por París

Son las diez y media de la mañana. Con puntualidad británica baja de un coche de la organización Garbiñe Muguruza, glamourosa, la nueva campeona de Roland Garros. Sonriendo, como ha estado haciendo durante las dos semanas de competición que la han conducido al mayor éxito de su carrera deportiva... hasta la fecha.

Ha cambiado el chándal y las zapatillas por un vestido blanco y negro, corto, y unas sandalias rojas de su diseñadora favorita, Stella McCartney. Pero no se la ve como pez fuera del agua. Al contrario. Garbiñe disfruta cada segundo... y no se separa de la Copa Suzanne Lenglen, la otra protagonista de la sesión fotográfica organizada por Roland Garros. 

La Copa se queda en París. A ella le darán una réplica. Y, como otros campeones han hecho en el pasado, Muguruza se ríe de su tamaño. "Es como un mini llavero", bromeaba el sábado.

En 2009, cuando Roger Federer logró, por fin, levantar la Copa de los Mosqueteros no quería soltarla. Es más, confesó que había dormido con ella... y que había pedido que le hicieran, pagando él, una idéntica para poder llevársela a Suiza. La réplica no era suficiente. 

Garbiñe estaba estupenda. Ningún signo de la falta de sueño o de la tensión vivida en la jornada anterior. Y es que, cuando hay algo que celebrar, todo se hace más fácil.

Con su familia, sus padres, José Antonio y Scarlett Blanco, y sus hermanos, Asier e Igor, además de con todo su equipo estuvo celebrando la victoria en el 'Café de l'Homme', un popular restaurante de Trocadero en el que también ha celebrado unos cuantos de sus nueve títulos Rafa Nadal. Se fue a dormir a las tres de la mañana... pero inmensamente feliz.

Ahora se tomará un par de días de descanso. No más. Porque a la siguiente semana la campeona de Roland Garros tiene una cita en Calvià, en el nuevo torneo del circuito WTA, el Mallorca Open, el primer torneo español que se disputa en hierba.