El ambiente idílico de diciembre, un vago recuerdo

El vestuario del Real Madrid, roto

Cuando los resultados son malos y se olvidan de jugar al fútbol, las diferencias se agudizan y aparecen las rencillas

Cristiano Ronaldo es el principal foco de conflicto entre los jugadores madridistas

Cristiano Ronaldo es el principal foco de conflicto entre los jugadores madridistas / sport

Alejandro Alcázar

Cuando los resultados no acompañan las miradas se repiten, las suspicacias se multiplican, las diferencias se agudizan y aparecen las rencillas. En el Real Madrid, hasta diciembre, e incluso después, se escuchaban cosas como “somos una familia” y calificaban a Ancelotti como “el padre” del vestuario. Aquel idílico panorama es ya un bonito recuerdo del pasado para el Madrid tras perder en de tres meses los mismos partidos que en toda la temporada pasada. Dilapidar las diferencias construidas en la Liga, estar a cuatro puntos del líder, y pasar a cuartos de final de la Champions de chiripa tras perder 3-4 ante un rival vulgar como el Schalke, ha hecho mucho daño. El ‘pacificador’ Ancelotti está en el centro de la diana de la directiva, que echa gasolina al fuego filtrando malestares y señalando culpables cada vez que el equipo defrauda, y al fondo los jugadores se enzarzan en discusiones, reproches, enfrentamientos y gestos que han roto la armonía del vestuario con Cristiano Ronaldo como principal foco de los conflictos de un equipo al que le está costando reencontrarse a sí mismo.

Hasta diciembre la mayor brecha de vestuario del Real Madrid era que Casillas y Arbeloa no se relacionaban producto de la herencia dejada por Mourinho. Ahora las cosas han cambiado con Cristiano Ronaldo como principal foco de los problemas. El carácter del portugués ha empeorado por culpa del bajo rendimiento general del equipo. Los gestos de Cristiano en el campo hacia sus compañeros, reproches de todo tipo ya sea a Bale, Marcelo o al equipo en general por los errores colectivos ha puesto a la defensiva a sus compañeros. Casillas le obligó a saludar al público un día, ante el Levante, y al siguiente se fue enfadado por el ridículo ante el Schalke. Una actitud que obró el milagro, que Arbeloa se alineara con Iker para reprochar al portugués su huida. El canterano tampoco se calla, nunca lo ha hecho por su firme carácter y porque es uno de los que mejor conoce los valores del Madrid. El portugués le riñó por fallar en un gol y éste le contestó que el fallo del equipo es que él no defienda. Un argumento que tiene quemado a todo el equipo, pero al que más a Bale, con que se ha dejado de hablar por ser el centro de las iras del portugués cuando no le pasa el balón para que empuje el gol y él se lleve la gloria. 

El galés Gareth Bale es señalado por no defender, pero el portugués trota para sin preocuparse de ayudar al equipo. Pero el que de verdad le ha puesto en su sitio ha sido Ramos, el capitán de hecho ante la débil posición de Casillas, que le ha criticado por negarse a hacer declaraciones. “Los aficionados merecen que los jugadores den la cara”, dijo tras dejarle en evidencia por el comentario que Cristiano hizo a Benzema de que se ‘cagaron’ ante el Barça. “Eso no es verdad”, le contestó el sevillano a través de los medios, cansado de esa actitud destructiva de don perfecto.

Pero, además, Cristiano le lanzó al público del Bernabéu un ‘fodase’ por cuatro pitos justificados contra el deplorable fútbol del equipo. Le salva que es un depredador del área y el Madrid vive de sus goles, si su acierto fuera el de Bale otro gallo le cantaría. Además de estas brechas, Ancelotti provoca las suyas. Hablar de ‘innegociables’ en un claro desprecio hacia los suplentes con los que no cuenta, y con los que ni habla. Su relación con los que no juegan es inexistente como con Coentrao, con el que ni se habla. Si a todo se suman fiestas, viajes intempestivos, cenas de madrugada y que cada cual ha decidido tomar su camino ante la postura de un club que no se cansa de filtrar informaciones perniciosas, nos encontramos con un vestuario que ha perdido ese buen rollo del que presumían hasta hace dos días.