El carísimo carrilero galés continúa sin convencer

El rendimiento de Bale, bajo sospecha

Año y medio después de su llegada, en el Real Madrid siguen esperando al jugador del Tottenham que brilló en la Premier 

Bale sigue sin justificar los 101 millones de euros que costó sacarle del Tottenham

Bale sigue sin justificar los 101 millones de euros que costó sacarle del Tottenham / sport

Alejandro Alcázar

La afición del Real Madrid sigue esperando al mejor Gareth Bale, a ese futbolista por el que pagaron 101 millones de euros por destacar en la Premier con el Tottenham pero que en el Madrid  aporta poco fútbol y sólo aparece para marcar algunos goles y demostrar su espectacular velocidad. El galés volvió a ser el jugador más flojo de su equipo en Basilea, indolente sin balón y poco implicado en el juego colectivo del equipo. Da lo mismo que se mueva por la derecha, el centro o por la izquierda. Siempre espera el balón al pie o a lo sumo a los espacios para explotar su rapidez, pero rara vez se ofrece para apoyar la salida del balón de algún compañero, salvo cuando se pega a su banda para hacer jugada. Bale no arranca y sigue desenganchado, hace la guerra por su cuenta lejos de la armonía de bloque que muestra este Real Madrid que ha igualado su record de 15 victorias consecutivas y no precisamente gracias a su aportación.

Se va a cumplir año y medio desde que llegó al Madrid y aún no ha mostrado su verdadero nivel. El sistema de juego y las lesiones no le han ayudado. Ante el Basilea lució más cuando su equipo cambió del 4-3-3 al 4-4-2, en el que se le vio más participativo y aprovechando mejor los espacios sin Benzema por delante y con un rival que adelantó líneas y tocado por el cansancio. Con tres delanteros, el galés no encuentra su sitio, y pese a que la pegada del equipo sube enteros el juego se resiente con la pérdida de posesión y menos juego combinativo. Tampoco le favorecen las lesiones, que limitan su continuidad y le convierten en un jugador de cristal. Su última ausencia le tuvo en la enfermería cinco partidos y coincidió con el momento más brillante del equipo con la explosión de Isco.

Sus compañeros saben de su explosividad, pero ya dudan de él. Su excesivo individualismo solo da esperanzas a Cristiano Ronaldo para acompañarle en la jugada, el resto suele renunciar seguros de que acabará jugándosela él o, a lo sumo, buscando un centro hacia el portugués. El galés es un gran jugador, determinante en lo individual pero aporta muy poco en lo colectivo, especialmente en aspectos defensivos en los que se muestra excesivamente indolente. Se limita a cubrir su posición, pero salvo al borde del área rival es raro verle apretar a un contrario para robarle el balón y mucho menos seguir su marca. Una indolencia impropia para un equipo en el que la cultura del esfuerzo es una obligación como ha entendido a la perfección su compañero Isco, que ha tenido que reconvertirse para tener minutos, algo que con el galés parece imposible que pueda ocurrir por ser el fichaje más caro que ha hecho el club blanco en su historia. Una inversión que le convierte en titular por decreto.