Real Madrid - Getafe (20:30 h)

Referéndum en el Bernabéu

Real Madrid y Getafe jugarán un triste derbi madrileño que pone punto final a una temporada que enjuiciará la afición

Carlo Ancelotti dirigirá, salvo sorpresón, su último partido y lo hará desde la grada

Carlo Ancelotti dirigirá, salvo sorpresón, su último partido y lo hará desde la grada / sport

Alejandro Alcázar

El Santiago Bernabéu despide la temporada en una tarde que puede estar marcada por los pañuelos blancos: pañuelos para llorar la despedida de medio equipo, pero en especial de Carlo Ancelotti; pañuelos para protestar al palco su forma de gestionar un proyecto que este año no ha ganado nada, pero que futbolísticamente ha dado el espectáculo al que nunca se acercó el que lideró Mourinho, que duró cuatro tortuosos años para ganar una Liga y una Copa. Y pañuelos para el que se atreva a jugar mal. Un derbi madrileño lánguido y triste para los locales y satisfactorio para un Getafe que ha hecho sus deberes a tiempo. La afición blanca podría someter a referéndum la despedida de una campaña que empezó ilusionante y acabo con depresión general. Una afición poco dada a expresarse salvo que no le guste lo que ve en el campo y para suerte de Florentino, el Madrid ha ofrecido buenos espectáculos pese a que de vez en cuando haya particularizado su ira en determinados futbolistas, con prioridad para Casillas.

Última experiencia

Ancelotti, Chicharito, Keylor Navas, Illarramendi, Lucas Silva, Jesé, Khedira, Pacheco... nombres propios que muy posiblemente no estarán la temporada que viene en el Madrid, y aunque algunos de ellos no jugarán ni estén en el banquillo, si vivirán una tarde con un nudo en la garganta. Un día triste para este grupo de profesionales que en muchos casos no han tenido ni la oportunidad de demostrar su valía, porque siendo parte del fracaso de no ganar ningún título en equipo su mayor dolor es no haber podido demostrar que son válidos para jugar en el Madrid. La gran paradoja es que se quedan los que más han jugado, alguno por vender camisetas, y que fueron sobre los que se cimentó el fracaso. Pero para eso está Ancelotti, para que pague él por todos los pecados de esos jugadores que no dieron la talla cuando se les necesitó    

Un derbi menor cuyo único aliciente es inclinarse ante el ego y arrogancia de Cristiano para que siga sumando galardones individuales, Pichichi y Bota de Oro, para envidia de Bale, que no ve el momento de arrebatarle la gloria y que manda a su agente para que diga “gilipolleces” como dijo Toshack del tal Jonathan Barnett. Un cierre sin alicientes deportivos -en eso se equivocó Ancelotti, que dijo que la Liga se decidiría en el último partido-, pero sí sociales, ante el inminente cese de un técnico que impuso la paz social y conquistó el título más ansiado por el madridismo, la décima Copa de Europa. 

El italiano se despedirá como entrenador blanco, salvo sorpresón, desde la grada al estar sancionado injustamente después de demostrar ser un caballero con el entorno, la prensa, el club, y los árbitros que le pagaron con una denuncia injusta de un colegiado que el madridismo no quiere ni ver, Clos Gómez. “Aún no lo entiendo”, sigue diciendo Carletto. Ni nadie. 

Pero el referéndum no solo alcanzará a Ancelotti, también a Bale, que ha hecho una temporada penosa y que destroza los balances económicos de Florentino. Y a Cristiano, pese a su acostumbrado saco de goles, y a todo aquel que hoy se salga de la foto final de una campaña que empezó siendo un sueño y que va a acabar siendo una auténtica pesadilla.