Presión al límite entre el bicampeón y el aspirante

Real Madrid y PSG se miden en el Santiago Bernabéu

Real Madrid y PSG se miden en el Santiago Bernabéu / MARC CREUS

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

El Real Madrid se quedará sin objetivos si cae eliminado en la Liga de Campeones, mientras que si eso le ocurre al PSG, sumaría otro fracaso en la máxima competición continental. Ambos rivales se miden mañana miércoles en el Santiago Bernabéu, en el partido de ida de la eliminatoria de octavos de final.

El Real Madrid lleva dos meses esperando este partido. El PSG, toda la vida. Los blancos, porque su temporada depende de pasar a la siguiente ronda. Sin Liga y sin Copa se queda sin objetivos. Los parisinos, porque la apuesta de sus benefactores es ganar la Champions para situar al club a la altura de los mejores. Y para ello se gastan lo que no figura en los escritos. Es el aspirante que imita al bicampeón, que ha reunido tal ramillete de estrellas que puede competir sin complejos con el gigante blanco. 

La necesidad aprieta el cinturón de los dos. Tienen que pasar de ronda o sus castillos de naipes se derrumbarán con estrépito. La presión es límite para ambos. Para el Madrid, porque detrás de esta eliminatoria no queda nada. El desierto. Para el PSG, porque otro fracaso sería insoportable tras tirar la casa por la ventana con los fichajes de Neymar y Mbappé. Demasiados millones como para quedarse fuera a las primeras de cambio. Un despilfarro que no justificaría ni la grandeza de su verdugo  

No va más

Para blancos y ‘blues’ es el partido. La hora cero. Se comparan, se miran, se retan, pero los dos están atenazados por el miedo a perder. Porque ambos son capaces de degollar las ilusiones del otro por el talento que rezuman sus vestuarios. Acaso la frescura del nuevo PSG brilla más tras conformar su letal tridente que se divierten a lo grande en su Liga. Contrasta con la depresión del otro tridente, de una BBC ajada, cuestionada día sí, día también, pero no exenta de talento. Un pulso en toda regla en el que pueden entrar infinidad de factores a favor y en contra, de suposiciones que no se desvelarán hasta que el italiano Rocchi pite el inicio de la eliminatoria.  

Zidane, en su acostumbrado mutismo, volvió a blindar sus pistas sobre el once que sacará. El madridismo coincide en que lo conveniente es volver al plan que les dio la duodécima, incluso la undécima. Un dibujo equilibrado. Un 4-4-2 que el francés borra con su discurso, en un síntoma de que su apuesta es de hombres y no de tácticas. Nunca escondió su preferencia por la BBC, por los mejores según su juicio. Así que, y salvo que traiciones a sus ideales, jugará con el tridente y más jugando en el Santiago Bernabéu. Tiene la baja de Carvajal, pero con Nacho tiene la garantía de un buen relevo. Los demás, los de siempre. Su equipo de gala.

Una Emery tampoco duda con su tridente. Es una apuesta segura. Por detrás si tiene alguna complicación tras dejar a Thiago Motta en París. No está listo tras una larga lesión. Lo Celso y Lass Diarrá se disputan su puesto. Todo apunta que apostará por la experiencia del ex madridista. Y en defensa, los habituales.