El capitán madridista se acordó de Guardiola

Iker Casillas pasa factura a Pep Guardiola

A Casillas no le hizo ninguna gracia que el catalán definiese hace meses a los jugadores del Madrid como atletas

Iker tenía grabado que Pep les llamó "atletas" y no futbolistas

Iker tenía grabado que Pep les llamó "atletas" y no futbolistas / sport

Francesc J. Gimeno

El capitán madridista, Iker Casillas, tenía una espina clavada en su orgullo desde hace mucho tiempo. Al portero madrileño le sentó fatal que Pep Guardiola, técnico del Bayern de Múnich, definiese públicamente a los jugadores madridista como atletas. Y a la primera oportunidad que se le ha presentado, nada más levantar el trofeo del Mundial de Clubs tras derrotar en la final a San Lorenzo, Casillas se ha acordado de Guardiola y le ha lanzado un dardo envenenado.

Al verse en lo alto del podio de la excelencia futbolística, después de muchos años de decepciones por culpa de los continuos éxitos del Barça, Casillas sacó a relucir toda su frustración y, de paso, le pasó factura a Guardiola. Poco después de levantar la copa escribió en su cuenta personal de Facebook “último título de un gran año para un grupo de atletas que está haciendo historia”.

Para Casillas supuso un menosprecio inaceptable. Se lo tenía guardado desde que escuchó al entrenador catalán decir que “la verticalidad es una virtud del Madrid, son rápidos a la contra. Y ahí es imparable. Sus jugadores son atletas y si les dejas correr, son un peligro”. Fue el pasado 23 de abril, después de que el Madrid hubiera superado por 1-0 al Bayern de Múnich en el partido de ida de las semifinales. Poco días después el equipo de Ancelotti volvió a superar al conjunto bávaro por 0-4 después de realizar una exhibición en el Allianz Arena.

La referencia de Casillas era evidente. El Mundial de Clubs era el único título que le faltaba para completar su impresionante palmarés y el capitán madridista consideró que había llegado el momento de responder a Guardiola. Para el portero aquella definición supuso todo un menosprecio, toda vez que el Madrid había soportado con evidente fastidio varios años de insufrible dominio blaugrana. No debió resultar fácil aceptar que todo el mundo dedicase innumerables elogios al juego de aquel Barça que enamoró por su estilo y eficacia.

El club madridista se puso en manos del portugués José Mourinho para intentar acabar con el dominio del Barcelona, pero se tuvo que conformar con dos Copas, una Liga y una Supercopa de España. El Madrid soñaba con instalarse en la excelencia y pasar página de una vez por todas a aquel Barça histórico, así que Casillas no pasó por alto aquella humillación de Guardiola.