La contracrónica

Guardiola, más que un entrenador en Múnich

A Pep Guardiola se le esperaba con la máxima de las expectativas y la puesta en escena del técnico fascinó a un Bayern encantado de contar con "el mejor técnico del mundo"

Dídac Peyret | Múnich

Fue el Guardiola de siempre: elegante (traje gris entallado y pañuelo blanco clásico en el bolsillo), parlanchín (se defendió con un alemán muy académico) y carismático (el 'seny' y la 'rauxa' envolvieron un discurso entusiasta). A Pep se le vio encantado, con la chispa en los ojos de sus mejores días en Barcelona y la compañía de lo suyos, que no quisieron perderse la première del técnico.

Su mujer Cristina, ataviada con una cazadora de cuero no perdió detalle y compartió alguna mirada cómplice con su marido. También su hija Maria fijaba su mirada en todos los gestos de su padre y trataba de entenderlo con unos auriculares con traducción simultánea. Estiarte, con un bronceado llamativo, parecía uno de los más emocionados en una presentación multitudinaria que no tensó a Guardiola, encantado en su papel de reclamo mundial en su día D.

Los medios alemanes quedaron sorprendidos con el alemán del técnico (se atrevió con algunas palabras como aussergewöhnlich, que significa extravagante en español) y un mensaje modesto: “Me adaptaré cien por cien a los jugadores”. “Sería pretencioso pensar que empezamos una nueva era”, dijo una y otra vez.

Pep reconoció sentirse “nervioso” con el desafío pero repartió juego en una rueda de prensa amable, en la que no hubo preguntas muy comprometidas y donde el técnico dio buena cuenta de su espíritu cosmopolita: habló en alemán, castellano, catalán e italiano. El de Santpedor cuidó los detalles, estrechó lazos con la hinchada local y el Munich disfrutaron de un técnico que trasciende lo meramente futbolístico.