Y Valverde mandó parar

Valverde estuvo presente en el encuentro de técnicos en Nyon

Valverde estuvo presente en el encuentro de técnicos en Nyon / EFE.

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Yo ya he vivido situaciones parecidas. Tengo 65 años, llevo demasiados, sí, sí, demasiados años metido en esta profesión y, sobre todo, observando el mundo culé, desde dentro o rozándolo, tratando de analizarlo o, simplemente, sufrirlo, contarlo, explicarlo (a mi manera), para que ustedes tengan una opinión más. Nada más.

Sé, porque así me lo han hecho saber colegas de profesión, que jamás seré visto como un profundo analista de la realidad azulgrana. No tengo memoria, no sé cosas que ocurrieron en otras épocas, no recuerdo alineaciones míticas de memoria, ni soy capaz de vincular al Barça con la sociedad civil catalán, con la historia, con el ‘tarannà’ que se le supone a aquellos que lo presiden o dirigen que, la verdad, siempre me han parecido muy alejados del ‘més que un club’. Insisto: el Barça jamás ha sido dirigido por los mejores catalanes. Y hay varios miles, varios, que podían haberlo hecho y no se han atrevido. Por algo será.

Así que, posiblemente, sin la memoria, sin la implicación al país, al club, a su historia, a Johan Cruyff o a Pep Guardiola, a los ‘ismos’, he intentado explicarlo a mi manera. Ahora, estos días, muchos se creen que están viviendo cosas que jamás habían ocurrido. Les están mintiendo. Son unos interesados. No les hagan caso. Ustedes, que son mucho más culés que yo y tienen más memoria, saben que eso no es cierto: lo que está ocurriendo ahora, ha ocurrido otras veces. Demasiadas veces. Y, sí, también, incluso, con esos que sonaron a salvadores y no lo fueron. También, también, con los que ganaron (no digo que robaron) millones y se fueron.

Veremos cómo acaba todo esto, pero lo único cierto es que el Barça ha sobrevivido a todos ellos. ¡A todos! Y esa es su grandeza: supera todas las crisis. Y se vuelve a reconstruir siempre, curiosamente, sin ser dirigido por los mejores catalanes que existen. Esos, ni se acercan, siguen en sus compañías, a lo suyo. El Barça genera fama, hace crecer tu empresa y aumenta tu ego, pero poco más, amigo, poco más. Eso de hacer crecer tu ego es vital. Fundamental. Muy necesario para muchos directivos. Tanto como para que vayas a ver a Gerard Piqué, en el avión de regreso de la final de la Supercopa, para pedirle explicaciones de por qué ha dicho que el Real Madrid es muy superior al Barça y te mande a paseo ¡porque estás interrumpiendo su partida de parchís! Y eso que eres todo un vicepresidente.

No se crean, no, a quienes dicen que lo de ahora no se ha visto nunca. Me rio yo de esos. Ni tampoco a los que pregonan, de nuevo (eso también lo he leído y oído demasiadas veces, incluso en tiempos del ‘mago’ Guardiola) que el presidente, la junta, el CEO, los ejecutivos y el club “están, ahora, en manos de Messi, del equipo, del vestuario, del marcador”. ¡Por favor, lo han estado siempre, toda la vida! Lo que ocurre es que unas veces interesa decirlo y otras, no.

Después de tanta desazón y, sobre todo, después de tantas ganas de que todo se vaya a la porra (Madrid se relame), de que Josep Maria Bartomeu dimita y de que los profesionales culés renuncien al sueldo mientras Agustí Benedito se frota las manos porque cree que, pronto, tendrá que volver a buscar 30.000 papeletas más al lloverle las firmas del cielo, aparece Ernesto Valverde e ilumina aquello que muchos han metido entre tinieblas. Valverde me parece un ser tan maravilloso, tan real, tan auténtico, tan verdadero, tan transparente y sincero, tan profesional, tan sabio, que da gusto oírlo aunque él se niegue a escucharse. Es tan gran persona que hasta suena lindo que, cuando quieren dañarte, te digan “…anda que tu amigo”. Pues, sí, es mi amigo. Y maravilloso.

Y Valverde dijo ayer: “El equipo que tenemos es el mejor del mundo. Una plantilla extraordinaria (…) Aquí siempre nos gusta hacer de menos lo nuestro y decir que los demás tienen más que nosotros. Pues nosotros vamos a luchar por todos los títulos (…) Aquí, a menudo, parece que se genera mucho más ruido del que en realidad hay (…) El Barça somos todos y nuestra obligación es hacer disfrutar a la gente. Que venga al Camp Nou y sea feliz porque vea jugar bien a su equipo y ganar”.

Y dijo más, ¡caray!, mucho más. Dijo cosas que muchos de los que ahora hacen tanto ruido parecen haber olvidado: “Este es un club diferente, plural pero, sobre todo, deportivo, con socios y seguidores con ideas diferentes, todas ellas respetables”.

Oído barra.

¡Ah! y recordó que “se han jugado dos partidos y los hemos ganado”.