Valverde, el cambio tranquilo

Ernesto Valverde, actual técnico del Athletic

Ernesto Valverde, actual técnico del Athletic / sport

Ernest Folch

Ernest Folch

La bolsa de técnicos apunta a Valverde como valor en alza y ya muy destacado del resto. Hubo unas semanas, anteriores a la debacle de Turín, en las que el interior del club emitía señales favorables a Unzué, y tal como explicó este periódico, era el candidato mejor situado, que contaba con el favor de una parte de la plantilla y de la junta directiva. En aquellos días se creía que el doloroso 4 a 0 de París había sido un accidente y que había margen de maniobra. Pero el 3 a 0 de Turín demostró que París no había sido una casualidad, y Unzué empezó a bajar a la misma velocidad con la que había subido.

El camino, pues, parece despejado para Valverde y aunque en el fútbol ya se sabe que lo que hoy es seguro mañana puede dar un vuelco, queda claro que estamos llegando al final de un proceso muy largo de elección de entrenador, cuando se cumplen más de 75 días del día en el que Luis Enrique anunció que dejaría el club. Desde aquel día el Barça tomó la decisión arriesgada de no precipitarse, aguantar el tipo y no anunciar el nombre del entrenador hasta final de temporada. A pesar de toda la rumorología y las noticias y desmentidos que han acompañado todo el proceso, a una semana del final de la Liga todavía no hay confirmación oficial.

Sin embargo, se agota el tiempo y a pocos metros de la meta el nombre de Valverde es sin duda el más destacado. La pregunta inevitable es: ¿por qué Valverde se está imponiendo a Unzué y a otros candidatos en este tramo final? El vuelco que se ha producido en las últimas semanas no tiene seguramente nada que ver con la trayectoria de cada uno ni tampoco con su perfil personal, sino más bien con lo que representan. Mientras Unzué encarnaba el continuismo de la era Luis Enrique, Valverde simboliza la irrupción de una nueva era.

El ‘Txingurri’ es mucho más que un cambio de nombre: cambiarían los ayudantes, cambiaría la metodología, y cambiaría también la gestión del entorno. Por su personalidad calmada y dialogante, Valverde no puede personificar nunca una revolución ni una ruptura. Pero sí representa un cambio tranquilo, que promete algo tan difícil de conseguir como sacudir la plantilla sin dañar los cimientos del vestuario, al mismo tiempo que puede ofrecer una imagen menos crispada del entrenador sin que por ello se pliegue a los intereses del entorno. Este es el argumentarlo que hay detrás de la más que probable llegada de Valverde. Ahora solo falta la confirmación oficial, algo que en el fútbol puede tardar o incluso no llegar nunca.