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Piqué defiende al FC Barcelona con sus declaraciones contra el Madrid

Piqué defiende al FC Barcelona con sus declaraciones contra el Madrid / EFE

Risto Mejide

Risto Mejide

Valores que crean escuela. El mensaje está a la vista de padres y alumnos de la FCB Escola todos los días ahí, en una gran pancarta, junto a una foto del primer equipo. Es un gran eslogan. Es una gran verdad. Pero para mi gusto, le falta la mitad de la frase para ser realmente didáctica. Los valores no solo crean escuela. Los valores también crean enemigos. 

Los valores crean enemigos. La honestidad, o la coherencia entre lo que dices y lo que piensas, te enfrenta a los mentirosos. La honradez, o la coherencia entre lo que dices y lo que haces, te enfrenta a los tramposos. Y así podríamos seguir hasta agotar el resto de valores. El trabajo en equipo te enfrenta a los individualistas. La nobleza te enfrenta a los zafios. La generosidad te enfrenta a los mezquinos. El respeto te enfrenta a los faltones. La tolerancia te enfrenta a los intolerantes. Y la humildad te enfrenta a los soberbios o, aún peor, a los que pretenden potenciar tu vanidad. 

El espíritu de superación te enfrenta a los vagos. Pero ojo que también al conformismo. Es decir, que te enfrentará a ti mismo en más de una ocasión. La solidaridad te enfrenta a los egoístas. Pero también a esa sutil vocecilla que te susurra que no es tu problema. En definitiva, la mayoría de las veces, además del enemigo externo, también está el interno. Defender valores es vivir en constante conflicto entre lo que somos y lo que deberíamos ser.

Conclusión. No se puede ir por la vida diciendo que defiendes unos valores y a la vez pretender no tener enemigos. O dicho al revés. Si no tienes enemigos, seguramente, no has defendido ningún valor en tu vida. 

Así las cosas, no me extraña que cada vez que hable Gerard Piqué suba el pan. Porque seamos claros, el central del FC Barcelona y de La Roja se puede equivocar, como todos. Puede estar uno de acuerdo o no con lo que dice cada vez que le caza un micrófono y un periodista con ganas de mambo. Pero lo que nadie le podrá negar nunca es que es el único jugador que defiende unos valores, es decir, que está dispuesto a crearse enemigos en la defensa de lo que él cree. Y así lo hace. Y así se ve. Y así molesta. Y así es.

Al otro lado se encuentran casi todos los demás futbolistas, técnicos y directivos. Lanzando generalidades tipo “la verdad que” que aburren hasta a las vacas por lo insulsas, vacías y previsibles, y por lo poco conflictivas que resultan, es decir, por lo poco o nada que defienden nada. Por eso, hacer una rueda de prensa citando doscientas veces la palabra “valores” pero que nadie se moleste es tan útil como salir a un escenario y decir que eres muy gracioso doscientas veces, pero que nadie se ría. Y ojo que no estoy hablando de darnos momentos mediáticos. Estoy hablando del trasfondo de lo que se dice. 

En 2005, Michael Crichton, uno de los storytellers más importantes del siglo XX, lanzaba la gran verdad que yo ya he rebautizado como el Teorema de Crichton: “Si cuando hablas nadie se molesta eso es que no has dicho absolutamente nada”. 

Gracias, Geri, por decir algo.