Solo Messi puso pimienta al Barça

Luis Enrique, entrenador del Barcelona

Luis Enrique, entrenador del Barcelona / sport

Albert Masnou

Solo Messi puso vida al partido. Y los dos goles. Aburrido en  la banda, se colocaba en el centro para tocar la pelota e intentar dinamizar al equipo.

De allí llegó el tanto inicial y alguna de las pocas ocasiones de un Barça, que no ofreció ninguna respuesta de las que se esperaba tras la debacle de París. “Os toca a vosotros” rezaban los titulares de los periódicos y en el Camp Nou solo se escuchó el grito de la grada d’Animació, unos cánticos que demasiadas veces parecen teledirigidos desde el palco. Unos cantaban a favor de Luis Enrique, el resto del Camp Nou pitaba. 

Eran, con Messi, de las pocas diversiones que encontraron los seguidores que fueron al partido en el que no hubo juego, ni ocasiones, ni llegadas de laterales, ni disparos de fuera del área ni nada. Para no haber apenas hubo faltas (ninguna en toda la primera parte). 

Solo hubo sufrimiento y el gol de Unai López puso el corazón en un puño a un equipo tocado, sin convicción, que solo corre cuando tiene la soga en el cuello y que no tiene intensidad. El Camp Nou ya empezaba a sacar los pañuelos cuando Messi marcó un gol que no celebró y Luis Enrique y Unzué se miraban sin saber qué hacer ante tanta depresión.

¿Qué se puede esperar a partir de ahora? Las soluciones son complicadas porque la autoestima está por los suelos, el juego no existe y el papel del entrenador cada vez está más en entredicho.  Lo mejor fue que el Barça ganó en la peor semana de la temporada.

Patada adelante con el próximo partido a una semana vista. Muchos días para efectuar esa autocrítica que no llegó para este partido. Esta semana tocará esperar que el Madrid pierda en Valencia y que en el Calderón sea un Barça totalmente diferente.